jueves, 26 de diciembre de 2024

MARTINETE DEL REY SOMBRA

«La noche larga del 30 de julio de 1749 se produjo la mayor redada contra la población gitana de toda la negra historia de los gitanos de Europa. El objetivo era la salud del reino, la desinfección y el exterminio». Nueve mil gitanos y gitanas fueron apresados y enviados a trabajos forzados, con la intención de servirse de su mano de obra antes de acabar con su «negra estirpe». Este libro, mezcla de novela arrebatada y ensayo histórico, recrea su historia olvidada. 

Y a la vez es la historia de los que pusieron en marcha la maquinaria de destrucción y de los que los precedieron. Felipe V y Fernando VI. Isabel de Farnesio y Bárbara de Braganza. Reyes títeres de sus reinas. Reinas y reyes dominados por un sirviente de mil caras: el Marqués de la Ensenada, ese inteligente y versátil animal político, «el estadista de las mil juergas», que es quien de verdad gobierna el reino. Con su enorme talento para regalar todos los oídos y hacerse imprescindible, y con la voluntad de modernizar España, desembarazarla de la tutela de Francia y convertirla en un reino autónomo de cualquier injerencia extranjera, qué mejor que esa mano de obra esclava que aparece disponible con la redada de los gitanos. Para qué exterminarlos si antes pueden colaborar en construir una armada digna de las necesidades del reino.

«Ser gitano ha sido siempre algo parecido a esto. Fuga, canción, pena y presidio». 

Me ha impactado el contraste brutal entre el fasto de la corte, con sus interminables intrigas ahogadas en lujo, y las condiciones de vida infrahumanas de los gitanos encerrados en celdas y sótanos y cárceles, obligados a un trabajo esclavo que los diezma día a día. Farinelli y Scarlatti poniendo mieles en los corazones de una corte rendida mientras los caminos de España se llenan de largas cuerdas de presos: los hombres a un lado, las mujeres y los niños a otro, tantos que no caben en las cárceles. «Enjaulados por fuera, pero con un pájaro rabioso y en llamas por dentro». 

Qué poco hace falta para poner en marcha un genocidio: «la caligrafía limpia del Marqués de la Ensenada, el empeño viejo del obispo Vázquez Tablada con su casulla bordada de miedos, la firma del papa bajo la luz brutal de las estatuas, la boca de Fernando VI diciendo sí». 

¿Y los vecinos? ¿Y el resto de gente que oye las detenciones y sale al balcón a mirar qué pasa? Porque la curiosidad es universal, y no hay tragedia que no atraiga mil miradas. «Y claro que los miran, entre el temor y el alivio, como un espectáculo y un afuera. Y claro que habrá también quien se escandalice, pero no tanto como para alzar la voz. A fin de cuentas el gitano siempre es el otro, una cosa parecida a ti pero no más que un dibujo a una flor, los miras y son poco más que cascarones de hombres con un incendio dentro, con un vertedero y una biblia con las páginas tachadas. Un reflejo torcido en un espejo que hay que romper». 

He leído las 169 páginas de este libro casi del tirón, como en vendaval, no lo podía soltar. Me ha recordado a Azucre, de Bibiana Candia, y a 14 de abril o Presentes, de Paco Cerdà, por la intensidad lírica del lenguaje para tratar hechos históricos sin descuidar la documentación rigurosa. Ha sido Premio de la Crítica 2023, Premio Cálamo Otra Mirada 2023, Premio Nacional de Narrativa 2024. Por su capacidad para aunar delicadeza y rabia, intensidad y precisión, historia y poesía, se merece todos los premios. 





jueves, 19 de diciembre de 2024

NUESTROS DIEZ FAVORITOS INFANTILES 2024

Niñas y niños, aquí llegan nuestros diez favoritos infantiles. Diez nuevas aventuras publicadas este año que nos regalan momentos muy locos, muy bonitos y muy especiales para empezar el 2025 con toda la ilusión del mundo. 

En nuestros diez favoritos desfilan monstruos comeprofes, ratoncitos más listos que cualquier gato, un niño que solo necesita la compañía adecuada para echar a volar, una clase que aprende a no ponerse etiquetas, unos misteriosos guardianes del bosque, una niña que construye puentes con palabras, un explorador de lo inalcanzable, ¡y mucho, mucho más!

¡Cosecha Benedetti!


1. Juntos, de Émilie Chazerand y Amandine Piu (Pijama Books, 19,95€). 

Después de leer y disfrutar de las ilustraciones de este libro infantil, nos viene a la cabeza aquel verso de Mario Benedetti: «somos mucho más que dos». Y es que la compañía nos multiplica. Nos multiplica el placer, la diversión, el aprendizaje. Y este preciosísimo cuento infantil lo expresa de maravilla. «A veces tenemos secretos», leemos en una página en blanco con un troquelado que deja ver un trocito de la ilustración de un niño con una caja de tesoros de la doble página siguiente. Y al pasar la hoja, vemos que el niño está rodeado por sus amigos y amigas bajo la mesa de un comedor: «Juntos, tenemos recuerdos». 
Este es un libro tierno y cálido sobre el valor de compartir, de buscarnos en los demás para no solo poder crecer, sino para florecer. 
  

2. ¡Fuera etiquetas!, de Lucía Serrano (Beascoa, 15,95€). 

Tras los éxitos de Tu cuerpo es tuyo y Nos tratamos bien, Lucía Serrano se ha atrevido con un tema universal que nos afecta a todas las personas, de todas las edades. «Cuando usamos mucho una palabra para describir a alguien, decimos que le hemos puesto una etiqueta. En ese momento, la palabra empieza a crecer. Y crece tanto que ya no ves a la persona. Y ella tampoco puede verse bien. No verse da mucha tristeza. Si te ponen una etiqueta, es probable que acabes creyéndotela. Es un poder secreto que tienen las palabras». No somos lo que hacemos. Y mucho menos somos una sola cosa. Somos muchas cosas. Y las primeras que deben saberlo son las personas que más nos quieren.
Lucía Serrano ha escrito un libro infantil que deberíamos leer todos. Y dejar que hiciera de espejo. Y vernos en él. Atrevernos de verdad a vernos. Quizá así podríamos empezar a construir un mundo mejor. Para los niños. Para todos. 


3. Diez profes deliciosos, de Ross Montgomery y Sarah Warburton (Nubeocho, 15,90€).

«Diez profes cansados se van a casa, ¡qué día! "No más niños por hoy", piensan con alegría. Salen lentos por el patio, ¡hoy ha sido demasiado! Entonces se dan cuenta de que el bus... ¡se ha MARCHADO!». Pero los diez profes son muy inteligentes y enseguida encuentran una solución. Cruzarán el Bozque Ozcuro, que está anunciado con un tranquilizador cartel ilustrado que pone "aquí no hay moztruoz". Todos están de acuerdo. Si lo pone en el cartel, no habrá problema alguno. 
Lo que no saben los diez profes cansados es que en realidad en Bozque Ozcuro ¡está lleno de monstruos al acecho! «Diez bichos peludos! ¡Con colmillos y orejones! Quieren comer profe hasta tener retortijones!».
Ya oímos desde aquí las carcajadas de los niños cuando escuchen esta historia. 


4. Explorador de lo inalcanzable
, de Rocío Martínez (Zahorí, 21,00€).

Este es el libro infantil-juvenil (quizá a partir de ocho años) más original y más bonito que hemos recibido en estos últimos meses. Y es que ya solo el formato, estrechito y alargado, te deja con un cosquilleo en la tripa que dice «pero cómo será por dentro, qué emoción, a ver, a ver». Y es un espectáculo. Un espectáculo por la calidad de la ilustración, por la maquetación preciosísima, por los mil y un pequeños detalles y por lo que me dejó con la boca abierta cuando lo abrí por primera vez: las hojas desplegables a izquierda y derecha que expanden el libro y te descubren en todo su esplendor los mapas y las exploraciones de Alexander von Humboldt. 
Porque de esto va este libro: de descubrimientos. De las proezas extraordinarias que llevó a cabo Humboldt a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX en infinidad de rincones poco explorados del mundo.


5. Los animales del bosque, de Miranda Sofroniou (DK, 14,90€).

Este es el cuento para más peques de nuestra selección. En él encontrarán todo tipo de animalitos escondidos detrás de una solapas grandes de cartón, con una ilustración y un pop up muy muy bonitos. Es un álbum escrito con rima, para que la cadencia musical les suene como una canción, y proyecta en los más peques imágenes de naturaleza para que empiecen a imaginar los mundos animal y vegetal que nos dan la vida. Forma parte de una colección muy bonita con distintos animales, pero este nos ha gustado especialmente. 


6. Echa a volar, de Cori Doerrfeld (Beascoa, 15,95€).

Álex ha hecho un avión de papel. Le ha quedado genial y tiene una ganas tremendas de que eche a volar. ¡Hasta se ha vestido de aviador para la gran ocasión! Pero antes de que pueda hacerlo, un águila le dice que su avión es demasiado pequeño. ¡Tiene que hacerlo más grande! Álex hace algunos ajustes, pero no dejan de llegar nuevos pájaros con consejos que no solo no ayudan, sino que confunden al pobre Álex y hacen que pierda la confianza. Hasta que una voz inesperada le da un empujón final que lo cambia todo. Un cuento sobre el valor de la confianza y del apoyo mutuo. 





7. Los puentes, de Tom Percival (Andana, 15,90€).

Un libro puede llevarte a todas partes. Cada libro que lees es una vida más que vives. Los libros son mágicos, te abren puertas a otros mundos, te despiertan, te elevan. Y también pueden ser puentes que nos conectan con los demás. Y así lo descubre un día Mía. Un día que se sentía sola y veía el mundo gris. El mundo como una isla en la que nadie tenía tiempo de jugar con ella. Hasta que abrió un libro y descubrió que, con cada palabra que leía, su isla se iba llenando. Y con la imaginación podía construir en ella lo que quisiera. Sí, lo que quisiera. Incluso puentes para que los demás la acompañaran en su imaginación. Un cuento sobre el poder de la lectura y de los libros para hacernos felices. 


8. Cinco ratoncitos, de María Girón (Kalandraka, 14,00€).

Félix es el ratoncito más intrépido que existe. Siempre está olisqueando manjares maravillosos fuera de la madriguera en la que vive con sus cuatro primos. Cada vez que les dice «he notado un rico olor en la punta de la nariz» ya saben que una aventura está a punto de desencadenarse. Una aventura que bien les puede llevar a investigar los laberintos ¡del estómago de un gato! No todos sus primos son tan aventureros, y se distraen fácilmente con caramelos, fresas y demás chucherías. Pero lo que todos tienen en común es en lo rapidísimo que corren cuando un gato los persigue. 





9. El cumpleaños de Wellington, de Steve Small (Pijama Books, 17,95€).

Wellington es un elefantito pequeñito pequeñito que sueña con hacerse muy muy mayor. Tan mayor como para subirse al autobús y pagar por el billete. Tan mayor como para ver la ciudad desde la misma altura que su gran papá (aunque sea subido a sus enormes hombros). Tan mayor que pueda hacer todas esas cosas interesantes, misteriosas, incomprensibles e irresistibles que hacen los animales muy muy mayores. Ha llegado el día de su cumpleaños, pero no termina de sentirse tan mayor como desea. ¿Podrá su gran papá hacer que su día especial mejore?
Un cuento divertido y emocionante sobre los vínculos familiares y esa cosa tan complicada de hacerse mayor. 



10. Somos palestinos, de Reem Kassis y Noha Eilouti (Blume, 18,00€).

Y, para terminar, el cuento más solidario y reivindicativo de nuestra cosecha. Somos palestinos. Así nos sentimos, y no solo desde octubre de 2023. Y este libro es una celebración de la cultura palestina, desde las delicias gastronómicas hasta las maravillosas ciudades, pasando por multitud de curiosidades y personajes importantes con mentes creativas que hacen de este rincón del mundo una maravilla por descubrir. A pesar de que no podamos ir a Palestina y que sus gentes estén en constante peligro, su cultura es un bosque milenario con raíces profundas en las que todas las personas del mundo nos podemos reconocer. 








lunes, 16 de diciembre de 2024

NUESTROS DIEZ FAVORITOS 2024

Sin mucho preámbulo, aquí os dejamos nuestra lista anual de los libros publicados en 2024 (con dos excepciones publicadas en 2023) que más nos han gustado. Este año, siete traducciones y tres originalmente en español, cinco autoras y cinco autores, con un especial enfoque en la calidad literaria y en el compromiso social para denunciar injusticias y proponer alternativas constructivas. Hay novelas históricas, una novela-crónica, un ensayo social, un libro testimonio de no ficción, una novela gráfica que no puede ser más universal, y un libro histórico, flamante Premio Nacional de Narrativa, lírico como la mejor novela y riguroso como el mejor ensayo, que, a pesar de haberse publicado en 2023, hemos colado en esta lista porque es sencillamente un imprescindible. 

De nuestro país viajamos a una Irlanda joven y divertida en plena crisis de 2010, a la Inglaterra del siglo XVIII, a la Italia de Mussolini, a la salvaje y bellísima Alaska de los pioneros, a la Argentina de la dictadura, al genocidio de Gaza y al Singapur en efervescencia de los años noventa, sin olvidarnos de la España ilustrada de los borbones que, entre fiesta y fiesta, también organizaba genocidios. 

Lo decimos siempre, pero no está de más recordarlo: pensamos que jerarquizar el gusto es un despropósito. Así que nuestra lista de favoritos, año tras otro, no sólo no es jerárquica (tan bueno es el primero como el décimo) sino que ha estado cambiando hasta el último momento y seguirá cambiando a partir de enero, a medida que vayamos enamorándonos de nuevas lecturas.

Aquí están, por méritos propios, nuestros diez favoritos de 2024. 
¡Cosecha Benedetti!



1. Cuidar de ella, de Jean-Baptiste Andréa (Alianza, 22,95€).

Esta es una historia de dos almas de genio atrapadas por un cuerpo y una familia inadecuados. Con el telón de fondo del fascismo italiano y su increíble capacidad para envenenar las relaciones más profundas, Cuidar de ella es una historia de amor arrebatado al margen de las convenciones entre un aprendiz humilde y una joven aristócrata. Transmite entusiasmo, inocencia y una pasión genuina por el arte y todo aquello que nos conmueve hasta cambiarnos la vida. Recibió el Premio Goncourt en 2023 y se merece todos los premios. Fiera y delicada. Una belleza de novela. 



2. La niña de nieve, de Eowyn Ivey (Hoja de Lata, 23,90€).

Viven en el corazón de Alaska. En 1920. Son una mujer y un hombre que no han podido tener hijos y han decidido empezar una nueva vida como pioneros en los confines del mundo civilizado. Son pioneros, en el más bello sentido de la palabra que le dio Willa Cather en sus novelas. Pioneros en busca del silencio y de la belleza, en busca de una vida más auténtica, aunque incluya a veces una aspereza y un peligro constantes. Un día encuentran a una niña en el bosque. Una niña de nieve. O eso creen. Y la realidad que conocían hasta entonces se desdobla, se vuelve más impredecible y más valiosa. 
Una novela íntima y cálida, aporta la tranquilidad y el consuelo de una manta caliente y una luz en medio de una noche de invierno.




3. La llamada, de Leila Guerriero (Anagrama, 20,90€).

Una joven argentina de apenas veinte años, «embarazada de cinco meses, con una pistola en el pantalón y una pastilla de cianuro en el bolso». Así la arrestaron los militares en 1977. Así terminó una vida para ella. Y empezó otra. ¿Qué seríamos capaces de hacer para seguir vivos? ¿Dónde marcamos la línea de la desesperación? ¿Hasta qué punto una persona es libre de elegir entre colaborar con el enemigo o morir? ¿Te convierte en una traidora elegir la vida? 
Ha pasado casi medio siglo. ¿Todavía hay gente que quiere leer estas cosas? Sí, sin duda. Hay historias que nunca terminan. Quizá porque en su universalidad apelan a nuestra humanidad más íntima. Y quizá porque cuentan con cronistas de una inteligencia excepcional, como Leila Guerriero. 



4. Las hijas del pintor, de Emily Howes (Alba, 24,90€).

Dos hermanas con un secreto, un pintor famoso que no hace nada para serlo, una madre siempre presente y, sin embargo, invisible. Esta historia me ha recordado por momentos a El retrato de casada o a La casa de las miniaturas, por esa secreta intimidad de la vida doméstica y por el papel vital de las mujeres en las vidas de los hombres famosos de la historia. También por la intimidad dolorosa con la que están descritas. Una intimidad que nos habla un lenguaje universal a través de los siglos, que nos dice que los temores y los apegos no han cambiado tanto como los cortes de pelo y que aunque por suerte ya no nos empolvemos de talco para posar en las fotos, seguimos sufriendo íntimamente por las mismas razones.




5. Esto es propaganda vegana, de Ed Winters (Capitán Swing, 23,00€). 

No hay ninguna actividad cotidiana que tenga más impacto en el medio ambiente y en nuestra salud que la alimentación. Este ensayo parte de tres afirmaciones científicas: comer animales es innecesario, comer animales destruye nuestro planeta y comer animales nos enferma. Las tres están respaldadas por cientos de estudios que las corroboran. Hay muchas explicaciones psicológicas e ideológicas que explican por qué la gente come animales, incluso sabiendo que estas afirmaciones son ciertas. Pero cada vez hay más personas que no comen animales, que no quieren pagar para que se someta a un sufrimiento atroz a miles de millones de animales, que no quieren fomentar la destrucción de nuestro medio ambiente y que quieren cuidar mejor de su salud. Este libro es una defensa apasionada, profusamente documentada, de cómo lo que elegimos comer puede mejorar nuestra vida y mejorar nuestro entorno. 
 


6. Quiero estar despierto cuando muera, de Atef abu Saif (Blackie Books, 20,00€).

El escritor Atef Abu Saif estaba de visita en Gaza con su hijo de quince años para ver a su familia y amigos el 7 de octubre de 2023. Tras el brutal atentado de Hamás, tuvo la oportunidad de marcharse al día siguiente, pero decidió quedarse. Quería estar allí, con su gente. Su padre, sus hermanas. Como Viktor Klemperer en la Alemania nazi, se propuso dar testimonio hasta el final, fuera el que fuera.
El importe íntegro de este libro va destinado a ayuda humanitaria para la Franja de Gaza. Vender este libro y recomendarlo es un acto de respeto hacia la valentía de Atef Abu Saif por contarlo y un acto de responsabilidad como seres humanos sensibles al dolor de nuestros semejantes. Ojalá este libro no existiera. Pero existe. Así que hagamos algo al respecto. 

 

7. El factor Rachel, de Caroline O'Donoghue (Libros del Asteroide, 21,95€). 

Esta es la novela más feliz de esta selección. Trata sobre la amistad, sobre el amor de los amigos. De los amigos que haces a los veinte años y se convierten en personas importantísimas diez minutos después de conocerlos. Y su amistad supera en intensidad e importancia a cualquier novio o novia y, por mucho que tu vida sea una tormenta constante, ellos siempre son la tabla de salvación, lo que siempre te rescata de cualquier cosa que te pase. La autora consigue que nos riamos de verdad, de los personajes y de nuestro reflejo en ellos, quitando capa a capa toda la seriedad y la trascendencia de los veinte años para señalarlas y partirnos la caja con lo exaltadamente ridículos que podemos llegar a ser cuando nos consideramos el centro de una historia increíblemente importante. Un soplo de aire fresco. 



8. Martinete del rey sombra, de Raúl Quinto (Jekyll & Jill, 18,00€). 

«La noche larga del 30 de julio de 1749 se produjo la mayor redada contra la población gitana de toda la negra historia de los gitanos de Europa. El objetivo era la salud del reino, la desinfección y el exterminio». Nueve mil gitanos y gitanas fueron apresados y enviados a trabajos forzados, con la intención de servirse de su mano de obra antes de acabar con su «negra estirpe». Este libro, Premio Nacional de Narrativa 2024, mezcla de novela arrebatada y ensayo histórico, recrea su historia olvidada. Y a la vez es la historia de los que pusieron en marcha la maquinaria de destrucción y de los que los precedieron.
Por su capacidad para aunar delicadeza y rabia, intensidad y precisión, historia y poesía, se merece todos los premios. 




9. Pan de azúcar, de Balli Kaur Jaswal (Amok, 19,95€). 

Como ocurre a menudo en la literatura asiática y africana, los olores y los sabores están presentes en cada página. Y en esta historia cobran una importancia especial. Jini, la madre de la protagonista, es una mujer enigmática que cuando cocina pone todas sus emociones en cada plato, expresando así lo que calla con las palabras. Y su hija Pin, de diez años, aprende a entender a su madre a través del curry y del pescado, del arroz y la salsa de ostras. La busca en sus especias y sus salsas, en la combinación de sus verduras y en sus postres dulces, sabiendo que un misterio envuelve sus silencios. Un misterio que es el nudo que atenaza la felicidad de esta familia. El sabor que se nos queda en la boca tras acabar la última página es cálido como unas chalotas que se funden sobre arroz frito, sabe a reconciliación y a cuidados, y a perdón, como un pan caliente espolvoreado de diminutas estrellas de azúcar. 



10. Presas fáciles, de Miguel Anxo Prado (Norma, 35€).

El dinero (y el poder que emana de él) por encima de la humanidad es un tema universal donde los haya. Lo vemos todos los días. No hay que irse muy atrás en la hemeroteca para encontrar personas mayores que se suicidan ante la inminencia de un desahucio. Una deuda de unos pocos miles de euros, mucho menos que el sueldo mensual del directivo bancario o del abogado o del responsable judicial de la ejecución, basta para acabar con la vida de una persona. ¿A quién no le indigna? ¿Quién no apoyaría que los culpables fueran juzgados? ¿Quién no consideraría justo su castigo? Estas son las consecuencias de que la vivienda no sea un derecho, sino un negocio. Y esta novela gráfica lo retrata muy bien. Pero este no solo es un fantástico cómic de denuncia social. También es una novela policiaca muy bien armada que encantará a cualquier persona aficionada al género







jueves, 12 de diciembre de 2024

PAN DE AZÚCAR

Después de su anterior libro, El legado, esperaba mucho de esta nueva novela de Balli Kaur Jaswal. Y ha cumplido mis expectativas totalmente, cada vez me gusta más la literatura de esta autora. Y cada vez voy conociendo un poquito más el Singapur que describe, esa marisma despoblada que se convirtió, en apenas cincuenta años, en la metrópolis moderna asombrosa que es hoy. 

Como ocurre a menudo en la literatura asiática y africana, los olores y los sabores están presentes en cada página. Y en esta historia cobran una importancia especial. Jini, la madre de la protagonista, es una mujer enigmática que cuando cocina pone todas sus emociones en cada plato, expresando así lo que calla con las palabras. Y su hija Pin, de diez años, aprende a entender a su madre a través del curry y del pescado, del arroz y la salsa de ostras. La busca en sus especias y sus salsas, en la combinación de sus verduras y en sus postres dulces, sabiendo que un misterio envuelve sus silencios. Un misterio que es el nudo que atenaza la felicidad de esta familia. 

Al igual que El legado, esta es una historia sobre el estigma que cae como una losa sobre aquellas mujeres que se atreven a salirse del camino trazado y hacer las cosas de forma diferente. Sobre las constantes advertencias, la vigilancia, los temores. Las normas interminables: normas, normas y normas para todo. Para hacer la cama, para ordenar, para cocinar, para sentarse a la mesa, para rezar, para salir a jugar, para comprar, para dormir. Para todo. Las normas son la jaula perpetua en la que viven tantas mujeres y en la que tantas, también, quieren que los demás vivan. Normas como piedras que pesan en el pecho de quien tiene que escucharlas un día tras otro. 

La religión también está muy presente en la vida de Pin. Su dios sij, que la mira con su barba larga y figura oronda desde el póster del salón. Pero también el escuálido dios cristiano de su escuela, que lo promete todo. Y los dioses de sus amigas, que las dejan en ayunas o las colman de dinero y vestidos. Con una vida muy precaria, intentando siempre encontrar lo más barato en los mercados, y tanto dios prometiendo riquezas sin fin, muy pronto Pin aprende que «rezar era como regatear con Dios y quedarse siempre corto». 

Salvando las distancias culturales, esta novela también me ha recordado a Una mínima infelicidad, de Carmen Verde, por la relación entre una niña observadora y sensible y una madre enigmática y distante, encerrada en un dolor pasado del que no logra salir. Y el sabor que se me queda en la boca tras acabar la última página es cálido como unas chalotas que se funden sobre arroz frito, sabe a reconciliación y a cuidados, y a perdón, como un pan caliente espolvoreado de diminutas estrellas de azúcar. 






lunes, 9 de diciembre de 2024

EL PRIMER CASO DE UNAMUNO

Me lo he pasado pipa con esta novela detectivesca protagonizada por ¡Unamuno! La premisa me hacía mucha gracia, y tenía mucha curiosidad por ver qué tipo de detective podía ser el bueno de don Miguel, desde su puesto de rector de la Universidad de Salamanca. Y me ha encantado cómo Luis García Jambrina nos presenta a un Unamuno de cuarenta años, «fiero y erguido como un arco», de genio vivo y pocas palabras, que cita a sus clásicos griegos y latinos, venera a su Shakespeare y lee a escondidas novelas de Sherlock Holmes. 

También me ha gustado volver a las calles de una Salamanca en decadencia, empobrecida, con una elegancia que no puede ocultar el mal olor y el hastío provinciano. Una dama bella y altiva a la que le huelen los pies, como dice un personaje. Y es que el humor y la ironía están siempre presentes, y hacen que mucho rato haya leído esta novela con una sonrisa puesta, a pesar del drama. 

El autor ha partido de una anécdota real: un pueblo del campo charro llamado Boada, empobrecido por la expropiación de las tierras comunales en beneficio de un terrateniente, manda una carta al gobierno argentino para que los acoja y les dé trabajo porque en España solo hay miseria. La noticia tuvo mucha repercusión en la prensa de la época. Poco menos que de traición y de antipatriotismo fueron acusados los lugareños del pueblo por querer emigrar en masa a un país que no les maltratara tanto. Y, claro, cuando al día siguiente el terrateniente aparece muerto, ya entramos en la ficción con un Unamuno empeñado en defender el honor y la supervivencia de los habitantes de Boada. 

«Se trataba, al fin y al cabo, de investigar, que era algo que él también hacía como catedrático universitario, e investigar venía del latín investigare, que a su vez derivaba de vestigium, que significa "huella", "pista". Su misión, en definitiva, era seguir el rastro, buscar la verdadera realidad que se escondía detrás de las apariencias, lo que estaba oculto o más allá de la percepción directa de los sentidos; no era muy distinta a la tarea del filósofo o del filólogo, que para él eran lo mismo. La diferencia estribaba en que tal vez la vida o la libertad de algunas personas dependiera de sus hallazgos». 

Con una documentación minuciosa y un estilo velocísimo, el autor usa al personaje de Unamuno para contarnos una historia sobre aquellos que se benefician de la injusticia y las desigualdades y viven «con los ojos cerrados y la mente adormecida, sin el acicate de la duda ni el aguijón de la conciencia». En España, en 1905, solo los pobres y los revolucionarios van a la cárcel. Los mayores ladrones y asesinos cometen impunemente sus delitos parapetados tras sus lujosos despachos. Un siglo largo después la situación es tristemente muy reconocible. 

La intención del autor es que esta sea la primera novela de una serie protagonizada por este Unamuno impulsivo, bronco e idealista. Un verso suelto al que merece la pena seguirle la pista. 





jueves, 5 de diciembre de 2024

LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR (firma invitada)

"¡Cómo nos cuesta a las personas utópicas adentrarnos en las distopías!", me dice siempre Isabel, librera madre, cada vez que se nos ocurre leer alguna de estas últimas en mi club de lectura. Y es que es lógico, ¿por qué vivir el terror, la desolación, el hambre y la muerte de una distopía futurista pudiendo quedarse en las páginas amables de una novela llena de ideas felices? Yo tengo una posible respuesta a esa pregunta: porque las distopías son formas extremas de entender algunos presentes extremos.

Lo que escribió Octavia E. Butler en los años noventa del siglo pasado en su Parábola del sembrador a mí me ha recordado muchísimo, en muchos pasajes, a lo que había escrito John Steinbeck en 1939 en Las uvas de la ira: un exilio a lo largo de una carretera estadounidense en busca de un lugar en el que poder cultivar la tierra perdida. En el caso de la novela de Steinbeck, por la dust bowl o grandes tormentas de polvo que asolaron Oklahoma en los años treinta; y por la crisis climática que Butler ya predijo catastrófica en los noventa. En ambas novelas, California aparece de diferentes maneras. Es el paraíso al que llegar en los años treinta del siglo XX, la utopía. Y es el infierno del que huir en los años veinte del siglo XXI imaginado por Butler, la distopía. 

Aunque aún hay voces que siguen clamando que la crisis climática es un invento moderno, la autora afroamericana ya estaba alertando sobre lo que pasaría en el futuro. Es verdad que su futuro es nuestro presente y que, para nosotros, la situación no es infernal, pero lo de la escasez del agua, las hambrunas por falta de terrenos cultivables y los exilios climáticos ya es una distopía presente en muchos países de nuestro planeta. Butler quizás fue una visionaria, o quizás miró la realidad con ojos de científica interesada en la ciencia ficción y la fantasía y quiso apropiarse de algunos elementos de ella para dejar constancia de su preocupación en su obra.

Sin embargo, a pesar de la dureza de la novela, en la que se plantean también temas como la lealtad a la familia o las relaciones interraciales, junto a otros como la violencia extrema, la pobreza más miserable o el abuso de drogas que destruyen generaciones completas, hay siempre un rayo de esperanza. Para la protagonista, Lauren, la esperanza está en el cambio, en seguir avanzando y en crear comunidad, una comunidad de sembradores que, como en la parábola bíblica, dejen semilla que caiga "en buena tierra, nazca y lleve fruto a ciento por uno".





lunes, 2 de diciembre de 2024

LA HUELLA VIKINGA

Si digo la palabra vikingo, ¿qué adjetivos se te vienen a la mente? ¿Saqueador, guerrero, pirata, salvaje, bárbaro? ¿O navegante, comerciante, granjero, héroe, descubridor? Todo ello es real. E inventado. Lo vikingo es un cajón de sastre que hemos ido llenando con los estereotipos que más han convenido a nuestra cultura actual. Los hemos imaginado y reimaginado a placer. Y lo fascinante es cómo una sociedad pequeña y diversa, en una zona periférica, en apenas trescientos años, consiguió ejercer una influencia cultural tan grande hasta permear en los aspectos de nuestra cultura más insospechados.  

Con este magnífico ensayo de Laia San José Beltrán he aprendido, por ejemplo, la huella profunda que los vikingos dejaron en la lengua inglesa (cientos de palabras como husband, wednesday, knife o egg son de origen escandinavo antiguo); en las rutas comerciales desde la costa de Terranova en América del Norte hasta lo que hoy es Afganistán pasando por el Mediterráneo, la estepa rusa y el Cáucaso; en el desarrollo naval, que les permitió llegar más lejos cruzando los océanos que ningún pueblo hasta entonces; o en las poblaciones con las que se mezclaron, dándoles nombre (por ejemplo, Normandía, topónimo derivado de «hombres del norte»). Pero también en nuestro concepto de la épica, desde las valquirias de Wagner hasta El señor de los anillos (los jinetes de Rohan) o Juego de tronos (los Hijos del Hierro). Y, por qué negarlo, en cierta masculinidad tóxica actual que malinterpreta aspectos de la cultura vikinga para enarbolar sus ideas supremacistas blancas (que nada tienen que ver con los vikingos). 

Me lo he pasado pipa leyendo este libro. Es jugoso, divertido y entretenidísimo. Sobre la base de historia rigurosa y documentada, la autora nos ofrece una vena divulgativa de cultura popular que produce un sinfín de anécdotas imperdibles sobre la huella vikinga en nuestro día a día. Traza un camino entre lo histórico y lo cultural, entre el hecho y el mito, que conecta dos realidades que a menudo aparecen enfrentadas. Por ejemplo, aunque los vikingos nunca colonizaron América, ni crearon comunidades ni dejaron una huella cultural de su paso por la costa de Terranova en torno al año 1000, es innegable que lo vikingo tiene mucha presencia en Estados Unidos. Y es una presencia real. La influencia existe, aunque la conexión sea inventada. Y contarla es parte de la historia, ya que la historia es contar quiénes hemos sido y quiénes somos. 

Los vikingos «son casi más cultura popular que realidad histórica», porque «vikingo no se nace, se hace» (ya solo con ese guiño a Simone de Beauvoir me conquistaste, querida Laia). Porque no todos los escandinavos entre el siglo VIII y el XI eran vikingos. Vikingo no era una identidad, sino una actividad. De hecho, no hubo nunca vikingos propiamente dichos, sino hombres y mujeres que se iban de vikingos, o hacían de vikingos. Y la Era Vikinga terminó, no porque los escandinavos fueran exterminados o invadidos, sino porque abandonaron las incursiones, la actividad que los definía.  

«Lo vikingo ha traspasado lo histórico: es un fenómeno, es una idea». Pero no hace falta inventarse cascos con cuernos ni música sinfónica para sentir fascinación por lo que hicieron. «A través del comercio, la colonización, la exploración, el esclavismo y el saqueo los escandinavos tuvieron contacto con más de cincuenta culturas contemporáneas a ellos y visitaron casi cuarenta países modernos. Ningún otro pueblo de esta época se extendió por el mundo euroasiático y noratlántico conocido hasta entonces de esa forma». Fueron pioneros, cambiaron la historia, dejaron mucha huella, fueron casi olvidados durante ocho siglos, y luego recordados con todos los aderezos estrafalarios de la fantasía y la ideología. Lo queramos o no, nos gusten o no, forman parte de nuestra cultura, aunque apenas nos demos cuenta. Llevamos un alma vikinga, por extraño que nos resulte. Y este libro es la mejor herramienta para descubrirla, sacarla del armario... ¡y ponerla a remar!







jueves, 28 de noviembre de 2024

FORTUNATA Y JACINTA

Partiendo de la idea de que Galdós es el más divertido y genial creador de personajes de la literatura española, poco más se puede decir de su novela más ambiciosa. O mucho más, ya que nos ponemos. He procurado leer Fortunata y Jacinta con un ojo puesto en la época en que fue escrita y con el otro en la nuestra, y de este ejercicio de bizquería (si Galdós se puede inventar cinco palabras por capítulo, yo también), salen estas reflexiones. 

Esta es una novela sobre cómo el matrimonio es lo que define el honor y el deshonor de las mujeres. El matrimonio como único destino aceptable. Como obligación. Y la facilidad con la que una mujer pierde la honra por culpa de aquellos que nunca la pierden, hagan lo que hagan con ellas. Era uno de los temas favoritos de la época, tanto en literatura como en música. Anna Karenina, Emma Bovary, la regenta Ana Ozores, Floria Tosca, Madama Butterfly, Mimi de La Bohème, las protagonistas más célebres de las novelas y óperas de la segunda mitad del siglo XIX son todas mujeres condenadas por el sentido del honor de los hombres. Mujeres acusadas de la perversidad de no doblegarse, de no someterse a las indignidades y a la infamia, de no ser meros juguetes en las manos de los hombres. Un germen de rebeldía se gestaba ya hace ciento cincuenta años. 
 
Es imposible quedarse con un personaje de los más de cien que pueblan estas páginas, pero el parlanchín Estupiñá estaría sin duda entre los mejores. Siempre tan sociable como mal vendedor, con un semblante y dignidad parecidos a los de Sócrates, "admitiendo que Sócrates fuera hombre dispuesto a estarse siete horas seguidas con la palabra en la boca". "No poseía ningún libro, pues no necesitaba de ellos para instruirse. Su biblioteca era la sociedad, y los textos, las palabras calentitas de los vivos". 

Una de las cosas que más me gustan de Galdós es que desprende verdadero amor por sus personajes. Una generosidad humana que ya quisieran para sí los trascendentes literatos del 98 que tanto le criticaron por popular y ordinario. Y, eso sí, una ira implacable con aquellos personajes que quebrantan a los inocentes y traicionan para su propio beneficio la justicia social. Y sobre esto va también esta novela, entre muchas otras cosas, sobre justicia social y lucha de clases. O contraste de clases. Sobre unas "señoriticas tan requetefinas" que visitan los barrios populares y se asombran de vivir tan cerca del horror. Sobre la terrible desigualdad que fractura una sociedad y daña la dignidad de sus gentes. Qué poco ha cambiado la desconfianza (y el rencor, y el odio) de la gente humilde hacia aquellos que los gobiernan creyendo que todos sus privilegios provienen del mérito. 

Pero no todo es modernidad avanzadísima en Galdós. Hay ciertos conceptos que a mí me hielan el alma y que él describe sin que se le mueva una ceja. Por ejemplo, la naturalidad con la que familias pudientes compran niños pobres para adoptarlos cuando no pueden tener hijos propios. O esos «conventos destinados a la corrección de mujeres», verdaderas cárceles de la moral. O la idea de que la infidelidad de un hombre es una «jugarreta», pero la de una mujer es un crimen. Por otra parte, tampoco es de extrañar. Ciento cincuenta años no pasan en balde. 

"¡Pobres mujeres! Siempre la peor parte para ellas". Dice Jacinta pensando en la deshonra de Fortunata provocada por su marido Juanito. Un hombre "vicioso y discreto, sibarita y hombre de talento, aspirando a la erudición de todos los goces y con bastante buen gusto para espiritualizar las cosas materiales, no podía contentarse con gustar la belleza conquistada o comprada, quería gustar también la virtud, no precisamente la vencida, que deja de serlo, sino la pura, que en su pureza misma tenía para él su picante". Vamos, un pillo promiscuo y picaflor de mucho cuidado. Tremendamente satisfecho de sí mismo. Y Galdós consigue que, sin justificar ninguno de sus actos, sea casi imposible cogerle ojeriza. 

Por último, me han encantado los paseos por las calles vibrantes de un Madrid abigarrado y tumultuoso, que aún no se ha quitado el polvo y el olor a pueblo grande, y ya empieza a despuntar tímidamente algunas maneras cosmopolitas de capital europea. "Mujeres chillonas taladraban el oído con pregones enfáticos acosando al público y poniéndole en la alternativa de comprar o morir". Un homenaje a una ciudad, a un pueblo, a unos personajes tan vivos que por mucho que uno los lea desde el siglo XXI, siguen saltando desde sus páginas para pintar tu mundo con sus pasiones universales.







lunes, 25 de noviembre de 2024

LA NIÑA DE NIEVE

Tengo la suerte de vivir muy cerca de un parque por el que paso todos los días andando al ir y venir de la librería. A menudo me paro a mirarlo. A mirarlo y remirarlo. Porque nunca es el mismo parque. Especialmente en estas fechas, cuando los árboles cambian de color y forma todos los días y la luz del sol se va volviendo más oblicua y dorada. Los personajes de esta novela a menudo hacen algo parecido. Miran por la ventana cuando saben que está a punto de empezar a nevar. Y esperan. Esperan con esa leve excitación de los niños cuando anticipan alguna maravilla cotidiana. Se asombran con la belleza de la naturaleza, esa que vemos todos los días y a la que ojalá nunca podamos acostumbrarnos. 

La suya es una naturaleza más salvaje y agreste que la de mi parque. Viven en el corazón de Alaska. En 1920. Son una mujer y un hombre que no han podido tener hijos y han decidido empezar una nueva vida como pioneros en los confines del mundo civilizado. Son pioneros, en el más bello sentido de la palabra que le dio Willa Cather en sus novelas. Pioneros en busca del silencio y de la belleza, en busca de una vida más auténtica, aunque incluya a veces una aspereza y un peligro constantes. «Mabel sabía que era hermoso, pero de una belleza que te abría en canal y te arrancaba las entrañas hasta tal punto que, aun sobreviviendo a ella, uno se sentía indefenso, a su merced». 

Cuando miramos y remiramos algo que nos parece bello, esa belleza se convierte en un espejo que despierta algo en nuestro interior, y nuestra imaginación echa a volar. Y no es raro que veamos cosas que los demás no ven. Pájaros que nos espían tras las ramas de un árbol y nos siguen dando saltitos en la hierba para ver adónde vamos. Ondas en el agua que se van ensanchando poco a poco hasta que aparece la cabeza perezosa de una tortuga que ha decidido echar un vistazo a ver qué se cuece en la superficie. O, quizá, como le ocurre un día a Mabel, los ojos inquisitivos de una niña que aparece y desaparece en la nieve como si fuera un hada de un cuento infantil. 

«Era fantástico e imposible, pero Mabel sabía que era verdad: ella y Jack la habían hecho de nieve, de ramas de abedul y hierba helada. La verdad la asombraba. No solo era un milagro, aquella niña era su obra. Y uno no crea una vida para luego abandonarla en el bosque». Para creer no necesitaban explicaciones, les bastaba con sostener un copo de nieve en la palma de la mano tanto tiempo como fuera posible para admirar la belleza efímera de sus sueños antes de que se derramara en forma de agua entre los dedos. 

Me ha encantado esta novela. Aporta la tranquilidad y el consuelo de una manta caliente y una luz en medio de una noche de invierno. Me ha recordado a Willa Cather por la nobleza ruda y recta que hace de la bondad su mayor virtud. Y por la descripción maravillosa y maravillada de esa niña, esa criatura «poderosa y delicada, un ser salvaje capaz de florecer en ese lugar». 




jueves, 21 de noviembre de 2024

PALESTINA/48. POEMAS DEL INTERIOR

Es terrible lo fácil que resulta normalizar una agresión cuando sucede delante de todo el mundo y quien tiene poder para ponerle fin no solo no hace nada, sino que contribuye al daño. Algo colapsa dentro de nosotros, espectadores cautivos de la violencia. Algo colapsa, y hace falta insistir en ponerle palabras al daño, aunque solo sea para que la visión continuada de ese daño no nos anestesie. Para que podamos seguir reconociéndolo. Señalándolo. Dirigiendo nuestro dedo acusador a quien lo comete. Y a quienes, pudiendo impedirlo, callan o colaboran. 

Yo no puedo dejar de leer sobre Palestina. «En 1948 a Palestina le borraron el nombre». Leo el arranque del prólogo de Luz Gómez, catedrática de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid y responsable de esta antología, y creo que ya sé lo que sigue. Se lo he leído a Rashid Khalidi, a Ilan Pappé, a Haidar Eid, a Joe Sacco, a Gasán Kanafani, a Edward Said. Pero no importa. Quiero seguir leyéndolo. Necesito seguir leyéndolo. Para que cuando abra mañana las redes sociales y me encuentre con el enésimo bombardeo, el enésimo crimen de Israel contra el pueblo palestino, pueda seguir reforzando el dique de mi conciencia contra la barbarie. 

«Si las gentes de bien no acuden al rescate de los palestinos, su suerte será similar a la de los nativos americanos. El sionismo pone en peligro la existencia de los árabes de Palestina». Esta cita es de Abdul Wahab Kayyali, la escribió en el periódico Falastin el 29 de marzo de 1914. ¡1914! El paralelismo con el colonialismo estadounidense y el exterminio de los nativos americanos pone los pelos de punta. Pero ¿quién se atrevería a decir que ha perdido actualidad?

Los tres poetas que reúne este libro contribuyeron con sus versos a despertar en los palestinos la conciencia de su identidad para reclamar libertad e igualdad. Tras la Nakba, los poetas «fueron la autoridad moral de una comunidad necesitada de compasión, y también de esperanza y liderazgo». Este libro es un homenaje a la poesía palestina de resistencia. Poesía de carácter popular, escrita con tiento para esquivar la censura israelí y, a la vez, ser claramente entendida por un público amplio. 

«Cuando hayamos muerto
y el corazón cansado cierre
por última vez los párpados
a todo lo que hemos hecho,
lo que hemos esperado,
lo que hemos soñado,
deseado
o sentido,
el odio será
lo primero que se pudra 
con nosotros». 

Para mí, Palestina es la herida de nuestro tiempo. Quizá porque nunca había sido consciente de la cantidad de gente dispuesta (gente por lo demás razonable y amable y alegre) a posicionarse a favor de un genocidio. Siento que es el síntoma de un colapso moral. Algo se ha hundido definitivamente y necesito creer que todavía somos millones los que queremos, necesitamos, que se vuelva a levantar. Libros como este me ayudan a creerlo. 





lunes, 18 de noviembre de 2024

CUANDO EL FINAL SE ACERCA

«Tras encontrarme con la muerte miles de veces, he llegado a la conclusión de que tenemos poco que temer y mucho que preparar. Desgraciadamente, por lo general me encuentro con pacientes y familias que piensan lo contrario: que la muerte es espantosa y que hablar o prepararse para ella será insoportablemente triste o aterrador». 

Vivir de espaldas a la muerte, negarse a hablar de ella, considerar que en ningún caso puede estar en nuestra mano decidir cómo morir, son formas de atrincherarse en el temor, y de condenar a nuestros seres queridos al dolor de tener que afrontar la pérdida sin ninguna guía. Negarse a hablar de la muerte es negarse a buscar un mapa para entrar en un bosque oscuro. Es negar la posibilidad del consuelo y elegir el miedo y el sufrimiento. Es optar por la ignorancia frente al conocimiento. Es condenarse a la desorientación y al trauma. 

Al igual que nadie se negaría a que le guiaran y prepararan durante el proceso de un parto, ¿por qué nos negamos a que nos guíen y nos preparan para el proceso de la muerte? Un parto normal suele ser más complicado y doloroso que una muerte normal, nos dice Kathryn Mannix. La medicina está ahí para hacer que los dos procesos sean lo menos dolorosos e invasivos para la dignidad de las personas. Para la autora de este ensayo, médica especialista en cuidados paliativos, su trabajo es un privilegio. Al igual que las matronas, su trabajo consiste en guiarnos por el camino de uno de los dos procesos más importantes de nuestra vida. Es una matrona de la buena muerte, nos enseña cómo vivir una buena vida hasta el último suspiro. 

Nuestra forma de interpretar lo que ocurre a nuestro alrededor y de anticipar posibles escenarios cuando la enfermedad nos invade puede agravar el daño físico. Ayudar a los enfermos y a sus seres queridos a afrontar el dolor y la perspectiva de la muerte es el trabajo al que ha dedicado su vida Kathryn Mannix. Un trabajo que pasa por saber elegir las palabras adecuadas y saber escuchar sin juzgar. Porque lo importante es hablar. «Un debate abierto reduce la superstición y el miedo, y nos permite ser sinceros los unos con los otros en un momento en que fingir y las mentiras bienintencionadas no hacen más que separarnos, haciéndonos perder un tiempo precioso». 

La tecnología nos ha permitido alargar la esperanza de vida, a la vez que nos ha alejado del proceso de morir. «El arte de morir se ha convertido en un saber olvidado, pero todo lecho de muerte es una oportunidad de devolvernos ese saber, para que nos sirvamos de él cuando afrontemos otras muertes en el futuro, la nuestra incluida». 

La autora propone un acercamiento a los últimos momento de la vida con una actitud de curiosidad y descubrimiento, y no de certidumbre. No he conocido nunca una persona con una capacidad tan grande para empatizar con el sufrimiento de los demás y saber encontrar las palabras que apaciguan y reconfortan en los momentos más difíciles. Capaz, también, de construir un relato que transmite compasión y serenidad y nos ofrece una mano abierta, una mano sabia, para afrontar el momento más trascendental de nuestra vida adulta. 

Lejos de decirles a los demás lo que tienen que hacer, hace precisamente lo contrario: consigue que los demás descubran por sí mismos qué es lo que desean para sí mismos y para la gente que les rodea. Describe la decisión de respetar al máximo la autonomía de los demás como un acto de amor. La autonomía de pacientes enfermos, de personas atrapadas en enfermedades terminales. No instruye, pregunta. Busca comprender, no ser obedecida. Y sale airosa de situaciones imposibles. Ya me lo pareció en su otro libro publicado en español, Las palabras que importan, pero me ha vuelto a impresionar con este. Esta mujer es una maga y una inspiración para tener siempre presente. 





lunes, 11 de noviembre de 2024

JUNTOS

Después de leer y disfrutar de las ilustraciones de este libro infantil, me viene a la cabeza aquel verso de Mario Benedetti: «somos mucho más que dos». Y es que la compañía nos multiplica. Nos multiplica el placer, la diversión, el aprendizaje. Y este preciosísimo cuento infantil lo expresa de maravilla. «A veces tenemos secretos», leemos en una página en blanco con un troquelado que deja ver un trocito de la ilustración de un niño con una caja de tesoros de la doble página siguiente. Y al pasar la hoja, vemos que el niño está rodeado por sus amigos y amigas bajo la mesa de un comedor: «Juntos, tenemos recuerdos». 

«A solas, contamos. Juntos, compartimos. 
A solas, crecemos. Juntos, florecemos. 
A solas, tenemos intereses. Juntos, somos apasionados. 
A solas, pensamos. Juntos, construimos». 

Y una de mis favoritas: «A solas, tenemos todo el espacio», y aparece la ilustración de una abuelita arropada en una cama enorme, tan tranquila. Y, al girar la hoja, vemos que está rodeada de un montón de gatetes azules encantadores que hacen que «juntos, estamos calentitos». 

Este es un libro tierno y cálido sobre el valor de compartir, de buscarnos en los demás para no solo poder crecer, sino para florecer. 



lunes, 4 de noviembre de 2024

EL FACTOR RACHEL

—¡Hola, Óscar! ¿Qué tal? Venía a por una recomendación porque es el cumple de mi nuera veinteañera y, como le gusta mucho leer, he pensado que un libro sería... 
Le tiendo un ejemplar de El factor Rachel sin decir ni pío. 
—¿Este? 
Asiento efusivamente. 
—¿Así sin más? 
Asiento más efusivamente aún, si es posible. 
—No te veo muy hablador. 
—Es que lo acabo de terminar justo ahora y me puede la emoción. ¡Qué libro!
—¿Sí? ¿De qué va?
—Uy, de tantas cosas. De... De...
—Venga, dime una. 
—De la amistad, sobre todo de la amistad. De los amigos que haces a los veinte años y se convierten en personas importantísimas diez minutos después de conocerlos y..., y... Y su amistad supera en intensidad e importancia a cualquier novio o novia y, por mucho que tu vida sea una tormenta constante, ellos siempre son la tabla de salvación, lo que siempre te rescata de cualquier cosa que te pase. 
—Suena intenso. 
—Pero no lo es. ¡Lo mejor es que no lo es! 
—¿No?
—No, este libro es pura ligereza, y más que de amigos en plural, habla de una amistad en concreto. Porque no tenemos tantos amigos indispensables y cercanísimos. A menudo no es más que uno, o dos. 
—Mm-mm. ¿Autora irlandesa?
—Sí, todo transcurre en Cork, o casi todo, década de 2010, plena crisis económica...
—¿Cork?
—Sí, un lugar lejos de todo en un país lejos de todo. Me ha encantado cómo describe la precariedad, los trabajos temporales, la maternidad, el derecho al aborto, y la confianza brutal entre personas que se acaban de conocer y que sienten que pueden contarse cualquier cosa, y cómo asusta a veces esa confianza, lo vulnerable que te deja. 
—Ya. La verdad es que de historias de amor está repleta la librería, y la historia de la literatura, de amor romántico, me refiero. Pero de historias de amor entre amigos, del amor de la amistad, no tanto. 
—¡Exacto! Y de eso habla también la novela. De cómo hemos aprendido a sobrevalorar el primero e infravalorar el segundo. 
—Pues nada, ¿me lo envuelves para regalo?
—Eso está hecho. Le va a encantar, ya verás. Y qué capacidad tiene para reírse de sí misma. La protagonista, me refiero. Pero reírse de verdad, quitando capa a capa toda la seriedad y la trascendencia de los veinte años para señalarlas y partirnos la caja con lo exaltadamente ridículos que podemos llegar a ser cuando nos consideramos el centro de una historia increíblemente importante. 
—Te ha gustado, ¿eh?
—Me ha encantado. Y además es justo lo que necesitaba ahora mismo. Un soplo de aire fresco. Se lee como quien se tira toda la tarde viendo capítulo tras capítulo de The Gilmore Girls o cualquier otra serie ligera, cómica, cálida y rebosante de diálogos inteligentes. 
—Pues nada, ya te diré si le gusta. 
—¡Y además la prota trabaja en una librería!
—Ah, amigo, ya sé por qué te ha gustado tanto. Te pillé. 
—Qué le voy a hacer. ¡Si es que lo tiene todo!




lunes, 28 de octubre de 2024

BALADA PARA SOPHIE

Este cómic suena. Suena a nocturnos de Chopin, a la belleza estática de un Ravel que te eleva por encima de la realidad. Suena a mimo y concentración, a un secreto largamente guardado capaz de esperar toda una vida hasta encontrar la persona adecuada para salir de su oscuridad y florecer. 

Julien Dubois es un anciano cascarrabias que vive recluido en una gran mansión. Hace muchos años llenaba salas de todo el mundo con sus espectáculos musicales hasta que algo lo retiró abruptamente de los escenarios. Desde entonces vive rumiando su pasado. Un pasado anterior a la gloria pública que lo encumbró. Un pasado que flota a su alrededor como el segundo movimiento del concierto para piano de Ravel

Adéline Jourdain es una periodista empeñada en entrevistar al viejo maestro. Tan empeñada como para quedarse a dormir en la escalinata de su mansión hasta que le abran la puerta y le permitan hacer sus preguntas. Quiere saber por qué esa reclusión, por qué vive de esa manera tan alejada del mundo aquella estrella que un día hizo bailar y sonreír a toda una generación. 

Un piano de cola asiste mudo a su encuentro. Y a la relación que se va tejiendo entre los dos. Un piano de cola que guarda la memoria de un niño con gafas al que obligaron a ser el mejor, de un profesor con cara de cabra, de una madre dispuesta a todo por el éxito, y de una rivalidad que marcaría, compás tras compás, toda la vida de Julien Dubois. 

Filipe Melo y Juan Cavia mezclan personajes de ficción con la vida del gran pianista francés François Sansom en una novela gráfica emocionante que estoy convencido que puede encender la llama de la delicadeza en el corazón de cualquier lector. 




jueves, 24 de octubre de 2024

ANGLOSAJONES. LA PRIMERA INGLATERRA

P. y yo volvimos de Suecia fascinados. La semana que pasamos este verano nos supo a poco y, en el avión que nos alejaba del aeropuerto de Arlanda, nos prometimos volver pronto a seguir explorando el país de norte a sur. Como las vacaciones son escasas y no sabemos cuándo cumpliremos nuestra promesa, de vuelta a la tórrida meseta ibérica tratamos de conjurar la nostalgia (y de seguir alimentando la curiosidad) con la serie Vikingos. Que ya sé que estrictamente poco tiene que ver con Suecia y que es un topicazo como que un japonés vuelva de España y se ponga a seguir canales de flamenco en Youtube. Pero uno tiene las ideas y los placeres culpables que se puede permitir, así que allá nos pusimos a darnos el atracón de las seis temporadas. ¿Y esto qué tiene que ver con anglosajones? Pues a ello voy. 

Entre que en nuestro viaje todos los suecos que nos encontramos parecían tan a gusto con el inglés como con el solecito improbable que tuvimos la suerte de disfrutar siete días seguidos, y que había pocas aficiones más gustosas para los vikingos que saquear las costas inglesas, mi placer culpable (¿culpable por qué?) me llevó a este libro. Y a la sinuosa fuente usada para el título. A veces bastan una A con vuelo y una E redonda como un escudo para hacer viajar la imaginación. Vi la portada y me lo llevé a casa. Sin más. 

De todo lo que podría comentar de este libro, voy a intentar quedarme con tres ideas. La primera es que la historia de los pueblos que habitaron lo que hoy llamamos Gran Bretaña desde la caída del Imperio Romano hasta la conquista normanda en 1066 no se explica sin la influencia de los pueblos de origen germánico y escandinavo. De origen germánico fueron los sajones, jutos y anglos que llegaron a la isla y tomaron el poder en el siglo V. Y de origen escandinavo fueron los daneses y más comúnmente llamados "los hombres del norte" que llegaron a partir de 793 y que estuvieron casi tres siglos en contacto con los anglosajones y mezclándose con ellos. Pero la historia no ha tratado por igual a las invasiones de germánicos y escandinavos. A pesar de que ambos tenían unas costumbres, una religión y una cultura de origen similar, a posteriori a los germánicos se los consideró pueblo inglés y a los escandinavos, pueblo invasor. Que los primeros adoptaran mucho antes el cristianismo no es casual. Algo parecido pasó en la Península Ibérica con los visigodos y los árabes. Ambos invasores, ambos no cristianos en origen. Pero los primeros "llegaron" mientras que los segundos "invadieron". Los primeros son nuestros ancestros. Los segundos siempre serán los otros. Ay, las palabras. Ay, la xenofobia nuestra de cada día. 

La segunda idea (y esta es más breve) es que el autor tiene un estilo fluido que da gustar leer. Atrás quedaron los ensayos académicos con mil notas al pie que más parecían escritos para un director de tesis encerrado en su torre de marfil que para que cualquier mortal pudiera entenderlos. Incluso en los momentos que menos me interesaban, sencillamente no podía parar de leer o saltarme páginas. Un diez para la claridad y la fluidez. 

Y la tercera es que este ensayo, como la inmensa mayoría de ensayos históricos, es un relato pormenorizado de las vidas y milagros de un grupito reducidísimo de gente poderosa. De hombres poderosos. Yo entiendo que sus vidas son interesantes y que influyeron decisivamente en el desarrollo de las sociedades de su época, ¿pero qué pasa con el restante 99,99% de la población? Es que parece que si sabemos todo lo posible sobre unos cincuenta o sesenta reyes y nobles, podemos dar por sabida la historia completa de una isla como la inglesa durante cinco siglos. Y no sé. He echado en falta a la gente corriente. A las mujeres. A los desfavorecidos. A los que sufrían la megalomanía de sus reyes y nobles. A los campesinos. A los monjes. A los viajeros. Cómo se veían y cómo veían a los demás. Cómo entendían el poder, las migraciones, las religiones, la libertad. A qué aspiraban. He echado de menos tocar la tierra, escarbarla, olerla. Ya sé que no se le pueden pedir novelerías a los ensayos. Pero la tierra también es historia. A veces más que la ambición por una corona. 

En fin. Que no pare la curiosidad por los vikingos (que, por cierto, parece que no se llamaban a sí mismos vikingos). Pronto caerá otro ensayo. Este promete más tierra y menos coronas.