jueves, 26 de septiembre de 2024

¡FUERA ETIQUETAS!

Una de las cosas que más me gusta de las nuevas generaciones es la mayor libertad que tienen para expresar lo que sienten e identificar lo que les daña. Poner etiquetas a las personas es una respuesta instintiva a nuestra incapacidad para comprenderlas. Si decimos que una persona es egoísta, torpe, feliz o cargante, estamos reduciendo la identidad de alguien a un comportamiento en concreto. Estamos metiendo a esa persona en un cajón con una etiqueta. Eso nos ayuda a juzgarla. Pero nos empobrece a nosotros y las daña a ellas. 

Algo tan simple y tan complejo es lo que plasma con maestría Lucía Serrano en este cuento infantil. Tras los éxitos de Tu cuerpo es tuyo y Nos tratamos bien, la autora se ha atrevido con un tema universal que nos afecta a todas las personas, de todas las edades. «Cuando usamos mucho una palabra para describir a alguien, decimos que le hemos puesto una etiqueta. En ese momento, la palabra empieza a crecer. Y crece tanto que ya no ves a la persona. Y ella tampoco puede verse bien. No verse da mucha tristeza. Si te ponen una etiqueta, es probable que acabes creyéndotela. Es un poder secreto que tienen las palabras». 

No somos lo que hacemos. Y mucho menos somos una sola cosa. Somos muchas cosas. Y las primeras que deben saberlo son las personas que más nos quieren. Las que deciden agujerearnos las orejas sin preguntarnos, el tipo adecuado de juguetes o el color de la ropa o las actividades de ocio o el tipo de afecto en función de si nos han puesto un nombre masculino o femenino al nacer. 

Lucía Serrano ha escrito un libro infantil que deberíamos leer todos. Y dejar que hiciera de espejo. Y vernos en él. Atrevernos de verdad a vernos. Quizá así podríamos empezar a construir un mundo mejor. Para los niños. Para todos. 

 

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