lunes, 29 de julio de 2019

LENNY LANGOSTA SE QUEDA A CENAR

Lenny Langosta es un tío formidable. Qué bigotes, oye. Qué porte. ¿Has visto cómo mueve las caderas? Ni un dandi francés le iguala en elegancia. Y es que se dirige a una cena de gala. Ni más ni menos. ¡Una cena de gala! ¡Y qué recibimiento! Todos le esperan con una alegría nunca vista. Sin duda, se lo merece. Lenny es el mejor. ¡Pero si los comensales incluso llevan un barbero con su foto!

"¡Espera, Lenny! ¿Seguro que te quieres quedar a la cena?"

¿Y tú, lector? ¿Qué piensas? Sí, tú, niño o niña, estés donde estés y seas quien seas, ¿qué piensas? ¿Debería el bueno de Lenny quedarse a cenar? ¿Son de fiar estos comensales tan alegres? ¿No te parecen... un poco demasiado alegres? 

Según lo que decidas pasarás de una página a otra del cuento y verás qué sorpresas esperan a Lenny en la cena de gala más glamurosa, excitante, salvaje y divertida que te puedas imaginar. 


jueves, 25 de julio de 2019

CHINA FAST FORWARD

Mi segunda lectura sobre China en quince días ha sido la de este libro de Sergi Vicente, periodista que vivió allí desde 2002 hasta 2014 trabajando para la televisión catalana, cubriendo multitud de acontecimientos en los lugares más distantes de ese inmenso país que ha asombrado y admirado al mundo con su crecimiento económico espectacular. 

Algunos datos impresionan. Por ejemplo: su población casi triplica a la de la Unión Europea y la población activa (780 millones) supera con creces a las de Estados Unidos y la Unión Europea juntas (450 millones).

En China Fast Forward, Sergi Vicente explica la realidad del país, más allá de seguir los grandes temas que más o menos ofrecen todos los medios extranjeros. Nos describe pequeñas historias que le han permitido profundizar y explicar las particularidades del país desde ópticas diferentes. Su matrimonio con una china y las anécdotas con su familia política nos permiten ver el salto generacional en los hábitos y formas de pensar.

Pese a la imagen que tenemos los europeos de China, filtrada por la falta de libertad, parece que hay un trasfondo que respira esperanza. Y no es sólo el desarrollo económico verdaderamente asombroso, con un crecimiento medio desde hace treinta años de un 9%, sino también la muy lenta recuperación de derechos. Son muchos, y el autor entre ellos, los que creen en la sinceridad del gobierno en su compromiso de un gobierno más justo. Y lo cierto es que la reducción de casos de corrupción y de la delincuencia son datos objetivos. En un mundo incierto, los chinos se aferran a las certezas. 

Nos cuenta que conoció a unos cuantos diplomáticos occidentales que coincidían en interpretar que el Partido Comunista chino tiene una ventaja innegable con respecto a nuestras democracias: "aunque suene muy mal, ellos tienen mucho margen de maniobra para planificar a largo plazo, algo que nosotros no tenemos porque siempre caemos en intereses partidistas y lógicas electorales. Pero negaré que te lo haya dicho".

Han conseguido producir con más valor añadido, aumentar el poder adquisitivo de los ciudadanos, mejorar la calidad de vida de muchos millones de personas, incluyendo una buena oferta educativa, más acceso a la sanidad y una apuesta decidida por el control de la contaminación. La innovación y el desarrollo a largo plazo les ha permitido el desarrollo imparable que disfrutan.

Sin embargo, Sergi Vicente no se olvida de los problemas graves que sin duda tienen en el terreno de los derechos humanos, aunque confía que lentamente y de forma gradual sí irán adaptándose a criterios de menor censura.

Además, toca temas como las adopciones de niños, el sistema de crédito social, Macao y Hong Kong, Tiananmen, el terremoto de Sichuan del 2008, las diferentes religiones, todos interesantísimos y fundamentales para ampliar la mirada que podamos tener sobre ese inmenso país.





lunes, 22 de julio de 2019

TELEFÓNICA

"¿Cuál es el coste de las mentiras? No es que vayamos a confundirlas con verdades. El peligro es oír tantas que ya no reconozcamos la verdad. ¿Qué hacemos entonces? ¿Queda algo que no sea abandonar la esperanza y contentarnos con cuentos? En los cuentos da igual quiénes sean los héroes. Lo único que importa es saber quién es el culpable". 

Así empieza el primer capítulo de Chernóbil, la serie de HBO que está triunfando este verano. Trata sobre el famoso accidente en la central nuclear soviética, sobre las terribles consecuencias para la gente que se vio expuesta a la radiación, pero sobre todo trata sobre el control de la información, la censura y la manipulación de los hechos. Podría tratar también de hoy en día: sin ir más lejos, por ejemplo, de lo que están haciendo ciertos políticos con Madrid Central estas últimas semanas. Y podría tratar, sin duda, de lo que ocurrió en el edificio de Telefónica durante la guerra civil española. 

Cuchicheos, tensión, trajín constante. El miedo y la excitación vibran en el aire de cada pasillo. Los cristales vibran, el suelo se estremece, el frente ya se encuentra a dos kilómetros en línea recta. Periodistas, funcionarios, telefonistas, militares y refugiados de toda condición entran y salen por las grandes puertas que dan a la plaza. Todos confían en la solidez de esas paredes, de ese edificio, el más alto de toda España, blanco de todos los junkers que atruenan el cielo de Madrid: la Telefónica. 

Al igual que en otros textos escritos con urgencia, como los artículos de Chaves Nogales sobre la defensa de Madrid, o el clásico La forja de un rebelde, de Arturo Barea, marido de la autora, Telefónica describe una ciudad a punto de capitular, cercada por todos los frentes, con el gobierno huido en Valencia, desmoralizada por los bombardeos, que sin embargo resiste, día tras día, como si cada uno fuera el último. Pero, en este caso, todo se centra en la vida hormigueante de ese edificio, símbolo de la resistencia a los sublevados, y en el día a día de los reporteros extranjeros, escribiendo sus comunicados, artículos, reportajes, tratando de encontrar palabras para describir ese infierno inimaginable que puedan entender los tranquilos burgueses de Nueva York, Londres o París.

Allí confluyen periodistas de todo tipo recién llegados a la capital. Los que en pocos días abrazan el compromiso con la causa republicana porque se niegan a aceptar la guerra como rutina comparten mesa con los que van simplemente a por la anécdota más jugosa (o más macabra) que haga triunfar su crónica. Y es que es difícil ver las cosas claras a través de tanto caos. Bombardeos, asesinatos, represión, paseos. La muerte viene de fuera y de dentro. Es una espiral de violencia de la que nadie puede escapar. 

Me ha encantado el pequeño remolino de personajes entrando y saliendo de la Telefónica, con la línea del frente a quince minutos a pie y las bombas marcando el ritmo de las horas. Me maravilla cómo la autora cambia de punto de vista al cambiar de personaje, cómo me ha hecho ver la ciudad y la tensión del momento a través de los ojos de ascensoristas, guardias, reporteros, el comandante del edificio y su mujer, impaciente ella por escapar a Valencia y alejar a su marido del peligro de la guerra y de los brazos de su amante. 

Y es que no todo son bombas en esta novela. También hay amor. Celos, muchos celos. Y una mujer, trasunto de la autora, que llega a Madrid como censora sin apenas hablar español y no duda en enfrentarse al machismo de los que dicen que su trabajo no es cosa de mujeres y que un hombre y una mujer no pueden vivir una relación amorosa en igualdad de condiciones, sin posesión ni sumisión ni miedo al qué dirán. Una mujer dispuesta a desafiar al mundo por una causa que considera justa. Dispuesta a desafiar a las mentiras y su rutina para no abandonar la esperanza y contentarse con cuentos. 



jueves, 18 de julio de 2019

EL BAILE DE LOS CAÍDOS (firma invitada)

En un país donde la gente se toma tan en serio a sí misma (yo no estoy libre de pecado, me quedo la piedra en el bolsillo) y a sus ideales, esta novela gamberra es aire fresco que entra a raudales por la ventana en plena crisis política.

Su autor, Jose Trabajo, me animó a comprarla en esta feria del Libro de Madrid, y a mí, que de vez en cuando me sale la vena loca e irreverente, me convenció, a pesar de que Franco se paseara libremente por sus páginas creando un terror muy postmoderno: terror de guerra mundial Z, pero a la española.

Imaginad la premisa: una banda de franquistas entra en el Pazo de Meirás con la intención de comprobar sus sospechas: que Franco está enterrado ahí y no en el Valle de los caídos. La sorpresa es que la sospecha se confirma y roban el cadáver embalsamado del tirano. Sin embargo, por artimañas de uno de los miembros de la banda y azares inesperados, Franco vuelve a la vida como zombi. Ve lo que ha ocurrido en España tras su muerte y planea una nueva guerra civil para restablecer el orden.

Esta es la premisa, el tono no lo puedo describir porque hay que leer esta novela y reírse: de uno mismo y sus convicciones, del otro y las suyas y de un país que a veces parece sacado de un chiste.

Tomarse a broma la política de este país es un ejercicio sanísimo de libertad y democracia, aunque al narrador de este libro la nuestra le parezca una democracia de pacotilla.

En fin, juzgad por vosotros mismos. Con esta historia aprenderéis que el ser humano tropieza una y otra vez en la misma piedra. Y mucha mucha historia, reciente, contemporánea y futura... porque a este paso, nos veo envueltos en una guerra civil Z.

Además de un texto lleno de humor e ironía, el valor de esta novela está en las ilustraciones de Miguel Gallardo, que usa, en ocasiones, la estética propagandística de los carteles de la guerra y de las campañas electorales actuales.

Si podéis, no os lo perdáis.

lunes, 15 de julio de 2019

TE MIRO COMO QUIEN ASISTE A UN DESHIELO

¿Qué deshielo?
¿El de la piel, que se pone un día a recordar?
¿El del pasado, que se transforma y cicatriza en la memoria?
¿El de la vida, que estalla de pronto en borbotón de poesía?

Leo estos poemas como quien oye improvisar. Y es que parecen estar escritos así, con la fluidez de quien tiene siempre un verso en la punta de la lengua. Una imagen de belleza guardada en la retina. Leo estos poemas como quien oye improvisar, así que decido acompañarlos con música de Philip Glass, que siempre me ha parecido espontánea y sencilla, como lo que nace sin mucha premeditación. Mientras el piano juega entre diferentes luces, los poemas se encadenan como si un hilo los uniera y los sostuviera en el aire. 

"Decido ir despojándome de todo y poco a poco
me desnudo

me queda el cuerpo
para ser contemplado, 
me queda la luz

la intocable luz

me queda 
mi gesto de dejarte marchar

de renunciar a ti".

El piano me recuerda a la película Las horas, aquella maravilla sobre Virginia Woolf en tres planos distintos que buscaban expresar un sentimiento, un propósito, desde distintos puntos de vista. Estos poemas hablan de algo parecido, buscan ponerle nombre a lo que amamos, para saber dejarlo marchar, y, al mismo tiempo, poder conservarlo en la memoria. 

"En el cuenco de mis manos yo retendré tu cuerpo
que se filtrará por las grietas abiertas en la piel". 

Hablan de una ausencia que sólo se muestra cuando la vida se ha convertido en recuerdo, bodegón de una belleza petrificada. Hablan de silencio, de un mundo perdido que sólo vuelve en ciertos reflejos de luz, en el tacto del agua, en una mano deseando que la pared le devuelva la caricia. Hablan de una "silueta en retirada", de un mundo que se desprende del presente para irse flotando, levemente, hacia el pasado. 

"Te miro como quien asiste a un deshielo".
Como quien mira hacia atrás y extrae de lo perdido luz, agua, intimidad y delicadeza. 
Listo, quizá, para acoger entre sus manos la promesa de una nueva vida.




jueves, 11 de julio de 2019

EL ADVERSARIO

Jean Claude Romand sentía una preocupación extrema por la opinión que los demás tenían de él. Le costaba mucho comprender los sentimientos ajenos, pero tenía una gran habilidad para revestirse del carácter que pudiera complacer más a su interlocutor. Era incapaz de responsabilizarse plenamente de sus actos y de medir el impacto que estos podían tener en la sociedad. Jean Claude Romand era un hombre extremadamente amable. Amaba profundamente a su mujer y a sus hijos y no dejó de amarlos nunca, aun después de haberlos asesinado. 

Es fácil decir que era un monstruo. ¿Quién se crea una vida ficticia durante dieciocho años y, cuando está a punto de descubrirse su impostura, decide que la mejor solución es matar a toda su familia y luego intentar matarse él? Es fácil decir que estaba enfermo, loco, apartarlo con adjetivos tajantes del resto de seres humanos. Pero Jean Claude Romand era tan humano como tú y como yo. Esto lo entendió Emmanuel Carrère nada más enterarse de los detalles del caso. Y en este espléndido libro indagó en los motivos ocultos, en los mecanismos psicológicos que se escondieron tras sus actos para tratar de asimilar lo aterradoramente humanos que resultan sus asesinatos. 

“Me daba la impresión de que no se interesaba por la realidad sino solamente por el sentido que se oculta detrás de ella, y de que interpretaba como un signo todo lo que sucedía.” ¿Qué hay más humano que esto? Lo vemos todos los días, por ejemplo en los políticos que en la nacionalidad ven algo grandioso, o en la identidad sexual un peligro social. 

"Una mentira normalmente sirve para encubrir una verdad. Algo vergonzoso, quizá, pero real. La suya no encubría nada. Bajo el falso doctor Romand no había ningún auténtico Jean Claude Romand". Y esto es lo fascinante del personaje. Utilizaba la mentira a gran escala, no tanto para ocultar algo sino para construirse una identidad con la que pudiera convivir. Una gran máscara que le permitiera ser una persona normal. 

Me ha impresionado cómo en la cárcel se consideraba condenado "a raíz de una terrible tragedia familiar". Encontró en el catolicismo un perdón a sus actos y un respaldo. Si se redimía ante Dios, todo habría tenido sentido. Incluso es posible que todo estuviera predeterminado y que para construir su nueva vida de bondad y redención en la cárcel, hubiera tenido antes que vivir "la pesadilla" que sufrió. La "ilusión apaciguadora" del catolicismo militante fue el único refugio que encontró Jean Claude Romand para seguir sin aceptar la responsabilidad de sus actos, llamar "tragedia" a sus asesinatos y honrar la memoria de su familia, seguir queriéndolos en el recuerdo y salir adelante sin deprimirse ni pensar en suicidarse.

Es casi cinematográfica esta vida regida por la impostura. El desdoblamiento de las continuas mentiras fascina porque muestra lo laberíntica que puede ser la mente humana. Jean Claude Romand era un hombre habitado por otro hombre que mentía en su lugar. Que suplantaba su identidad hasta confundirse con él. Una máscara que le protegía y que le desfiguraba. Un adversario que le torturaba. Y que hasta hoy le ha mantenido con vida.

Tras veintiséis años de prisión, Jean Claude Romand salió de la cárcel hace dos semanas. ¿Qué máscara necesitará ahora para poder vivir "una vida normal"?




lunes, 8 de julio de 2019

ROJA Y GRIS. ANDANZAS Y TRIBULACIONES DE UN JOVEN CORRESPONSAL EN CHINA

"Conocer los hechos históricos no es garantía de comprender la historia. Entendí esto al leer a una autora fascinante, la bielorrusa Svetlana Aleksiévich, Premio Nóbel de Literatura de 2015, una de mis referentes periodísticas". Lo dice Javier Borràs, que en este libro ha compartido sus experiencias en ese gigantesco país que es China, un lugar que siempre despertó mi curiosidad: en la época de Mao porque me parecía demencial que un descerebrado como él pudiera hacer tantísimo daño a un pueblo tan inmenso; luego, con un atisbo de esperanza, cuando le sucedió Deng Xiaoping; y más tarde, cuando Xi Jinping, el actual presidente, consiguió situar en el panorama económico a su país con un crecimiento como jamás se había conocido.

Como dice Borràs, la historia no puede comprenderse sin el poder evocador de la buena literatura. Solo leyendo novelas no puede entenderse una época pero sin ellas la aproximación es imposible. Este verano decidí que iba a dedicar mis lecturas al periodismo comprometido, para el que Óscar ha reservado un espacio especial en nuestra librería, justo a la entrada, y donde ya encontré joyas como Océano África o El camino de la bestia. Serán un complemento a tantos relatos de ficción maravillosos que me han ayudado a situarme en la historia de la Humanidad.

China es un mundo de contradicciones. El pasado, marcado por la intensidad y la miseria, y el presente, por la creciente abundancia: en ambos casos, con el terrible peso de una dictadura que lo controla todo. ¿Será mejor una sociedad en la que ya casi nadie muere de hambre pero la libertad sigue totalmente limitada y el vacío y el cinismo se han convertido en valores dominantes?

La legitimidad del Partido Comunista se sostiene al aunar el autoritarismo de partido único con la estabilidad y el buen desarrollo económico, como si uno no pudiera tener éxito sin el otro. La drástica reducción de la pobreza, el mayor crecimiento económico de la historia humana y el bienestar extendido a millones de personas en apenas unas décadas son los logros con los que el Partido justifica su permanencia en el poder.

Gracias a tantos periodistas dispersos por tantos países que nos acercan a ellos, nos ofrecen su mirada y nos ayudan a comprender la diversidad de un mundo complejo que, a pesar de las diferencias, tienen mucho en común con nosotros en sus inquietudes y esperanzas.



jueves, 4 de julio de 2019

MALAHERBA

Te quedas con aquel a quien haces reír. Con aquel que no tiene miedo de desnudar su felicidad y entregártela a cambio de una broma, una caricia o una mirada. 
Te quedas con quien está dispuesto a jugar a las tinieblas contigo. Y devolverte el beso si le besas. O el silencio, si te callas. 
Te quedas con quien elige habitar contigo esos lugares de los que hay que escapar como sea, para luego, con el tiempo, poder echarlos de menos y volver en los recuerdos. 
Te quedas con aquel a quien haces reír. Porque su risa siempre es casa en este mundo siempre en guerra. 

Malaherba es una historia de amor. Y de risa. Me he reído a carcajadas yo solo, en la librería y en casa, mientras lo leía. Al igual que Vozdevieja, es una novela sobre una infancia que está desprendiéndose de la inocencia, que está dejando de ser infancia sin saber en qué va a convertirse. Una infancia salvaje, sin reglas ni moral. O, mejor dicho, llena de reglas pero sin una moral precisa que las haga comprensibles. El protagonista es un niño de diez años un poco bruto, un poco tierno, mal estudiante, que encuentra en un compañero de clase al amigo que se ríe con sus bromas y le devuelve todas las miradas. Al amigo que, como él, siempre se encuentra fuera de todos los sitios, fuera de todos los grupos, y que nunca le juzga por lo que hace, sino que le quiere por lo que es. 

En la vida cotidiana de este niño hay violencia y hay ternura. Hay una lucha constante contra algo que no entiende. Contra un mundo incomprensible, un cuerpo ingobernable. Él intuye lo que es, lo que siente y lo que desea. Sabe lo que su cuerpo anhela y reclama. Y diferencia claramente y sin dudar lo que le gusta y lo que no. Ve el mundo y se ve a sí mismo con claridad. Hasta que el mundo, a través del lenguaje, lo vuelve todo turbio. Como si le lanzaran muchas piedras a su estanque de agua clara. Y qué hacer con las manos que lanzan las piedras. Qué hacer si la única respuesta natural es la furia. Si sólo sabe responder a la violencia devolviendo el golpe.

"¿Por qué siempre hay alguien que te lo quiere decir a la cara, que quiere que sepas, que no se va tranquilo hasta ver cómo empiezas a sufrir? Hay gente que no consigue dormir a pierna suelta si no sabe que hay personas que están sufriendo por su culpa".

Es divertido hasta la carcajada. Y terrible y brutal. Malaherba me ha dejado sin aire de risa. Y de espanto. Y su encanto me ha cogido de la cintura para bailar su vals encantador, rompiéndome un poquito en cada giro el corazón.



lunes, 1 de julio de 2019

INTISAR EN EL EXILIO

"La guerra nos ha hecho más determinadas. Antes la libertad se reducía a lo que podía hacer sin que mi padre se enterara. Jamás me habría atrevido a salir a la calle a reivindicar mis derechos. Entonces, las activistas eran las que tenían un marido o un padre que las apoyaba en su lucha. O bien, mujeres que ya no tenían nada que perder. Ahora muchas más hemos perdido el miedo a movilizarnos."

La narradora es Intisar, un personaje de ficción creado por Pedro Riera que aglutina decenas de experiencias de mujeres yemeníes recopiladas por el autor a lo largo de los años y que le han servido para elaborar esta historia de feminismo y guerra.

Todo comienza en 2011, cuando el movimiento que lideró las protestas contra el dictador Salé negaba a las mujeres los derechos más elementales. La guerra civil que siguió, en la que han intervenido los saudíes sin ningún pudor (con la inestimable ayuda de países occidentales como España, que sigue vendiéndoles armas para masacrar poblaciones civiles), provocó en las mujeres la toma de conciencia feminista de la que habla la protagonista. Y algo parecido ha ocurrido en todo el mundo, sin necesidad de bombardeos ni hambrunas ni países en quiebra. Se ha visibilizado tanto que ya mucha gente lo ha incorporado con naturalidad en su discurso y su forma de vivir. 

Yemen es un país extremo. Muchos occidentales apenas aciertan a situarlo en un mapa, en parte por la lejanía y en parte porque la guerra de Siria ha eclipsado en los medios una crisis humanitaria sin precedentes. Para la ONU, la crisis en la que está inmerso el país es "la peor crisis humanitaria" del planeta. La brutal guerra civil que sacude Yemen ha dejado decenas de miles de muertos y veinticuatro millones de personas necesitadas de asistencia debido a la violencia y al hambre.

En Yemen muchos consideran un escándalo ver a una mujer en bicicleta. Ya no digamos conduciendo un coche. O fumando. O mostrando el pelo a un hombre que no sea su marido. La primavera árabe yemení no pretendía tanto cambiar el sistema como derrocar a un dictador y su corrupción. Fue una revolución superficial. En ningún momento se consideró prioritario hablar de los derechos de las mujeres. Era algo que no cabía en la cabeza de la mayoría de los hombres, que no eran capaces de tratarlas como a seres humanos.

Este cómic furioso, divertido, directo y moderno es un puñetazo en el centro de la cara del machismo salvaje que impera en la cultura yemení. Con su desparpajo, Intisar nos acerca Yemen a nuestro sofá, a nuestra ciudad occidental donde, a pesar de la distancia con los países árabes, las mujeres siguen estando lejos de haberse liberado de ser juzgadas desde niñas por aspectos que no pueden controlar. También es un puñetazo en el centro del machismo de nuestra sociedad, aún tan visible, tan cotidiano. De repente, Yemen ya no es el desierto árido y medieval que muchos imaginan, sino un país en guerra poblado por gente con inquietudes muy parecidas a las nuestras. Y con la necesidad de libertad y justicia que todos compartimos en todos los países del mundo.