lunes, 30 de agosto de 2021

REPÚBLICA LUMINOSA

La república luminosa es un grupo compuesto por 32 niños de entre nueve y trece años que hablan una lengua extraña, desaparecen en la selva por las noches y parecen coordinarse de forma aleatoria sin recurrir a ninguna consigna ni a ningún líder. Son pobres, están sucios, viven en los bordes de la sociedad. Y por ello, salvo cuando ríen, nadie los ve como niños. Sus impulsos no parecen estar domesticados por adultos, no tienen nadie ante quien responder. Son niños mendigos, niños ladrones, no como el resto de niños. La infancia en ellos parece hecha de otra pasta, menos sensible, menos reconocible. Al fin y al cabo, son niños de la calle. Y también, si es preciso, niños asesinos. Si un niño mata, ¿sigue siendo un niño?

Esta novela tensa y extraña pone en tela de juicio nuestra forma de ver la infancia y nuestra escala de valores. Cuestiona el pudor con el que escondemos la crueldad infantil. La crueldad de nuestros hijos y sobrinos y nietos. Sus pequeñas muestras espontáneas de barbarie. Como si fuera algo vergonzoso, impúdico. En vez de tratar de erradicarlo, casi siempre tratamos de no verlo. Si cerramos los ojos quizá deje de existir. Como cuando pasamos por delante de un sexshop y volvemos la vista, confiando en que el niño no haya visto nada y, sobre todo, no nos haga ninguna pregunta. El pudor con el que escondemos la violencia se parece al pudor con el que escondemos la sexualidad. Qué terrible que ambas nos resulten tan similares, y que las asociemos por igual a una suciedad de la que nos avergonzamos y que tratamos por todos los medios de esconder bajo los faldones de la mesa. 

A los niños ajenos que cometen crueldades los miramos con una mezcla de miedo y desprecio. Como miramos todo aquello que no logramos comprender. Todo aquello que desafía nuestra inteligencia. Y nos sulfuramos. Y exclamamos: es que no me cabe en la cabeza, es que no puedo entenderlo, para expresar nuestra indignación por tamaña monstruosidad, cuando en realidad lo que estamos haciendo es poner de manifiesto el límite de nuestra inteligencia. Simple y llanamente, nuestra incapacidad para comprender, para imaginar una realidad regida por otros principios.  

Esta República luminosa ha encontrado muchos ecos en mi interior. Es inteligente y profunda a pesar de su aparente sencillez. Y sé que hay muchas ideas que se me han escapado, que han quedado flotando en los bordes de mi comprensión, quién sabe si para un día posarse y abrirme la mente a una realidad nueva. 

"Incluso en el lugar de la confidencia más íntima hay siempre un espacio de resistencia, algo que no se confiesa, un gesto o una señal diminuta en la que se concentra lo que no entregamos". Ese algo que no se confiesa, que se calla, ese silencio es el que queda cuando uno termina esta novela. Cierra el libro, piensa en esos 32 niños luminosos y terribles, y espera no tener que convivir nunca con esa oscuridad. 



jueves, 26 de agosto de 2021

CIUDAD DE LADRONES

Leí esta novela hace unos ocho o nueve años, y guardaba de ella un recuerdo fantástico. Tan bueno que me daba mucha pena no poder recomendarla en la librería, después de que Seix Barral decidiera descatalogarla. Así que me alegré muchísimo cuando Destino la reeditó hace unos meses y, como no recordaba bien los detalles del argumento (lo principal de la trama es sencillamente inolvidable), me animé a releerla para comprobar cómo había aguantado mi impresión de ella el paso de tantos años. Y qué gozada. Qué gozada descubrir que lo esencial del gusto y de la capacidad de fascinación permanecen ahí, intactos, y que puedo disfrutar con treinta y ocho años de lo mismo que ya disfrutaba como un enano a los veinticinco. 

Y sí, la traducción merece un repasito, y hay cosas que son muy mejorables y no es ni de lejos la mejor novela de mi vida. Pero tiene chispa. Tiene gracia. Tiene una agilidad que ya quisieran muchas de las mejores novelas del momento. Y, sobre todo, tiene a Kolya, un muchachito rubio hijo de cosacos que es un verdadero prodigio de personaje. Igual que hay series que giran en torno a la interpretación de un solo actor que con su magnetismo hace que todo lo demás, aunque sea bueno, se convierta en muy secundario (pienso en el Lupin de Omar Sy o en la Mare of Easttown de Kate Winslet), Ciudad de ladrones tiene a Kolya. Y ya sólo por conocerle, merece la pena leer y releer esta estupenda novela. 

Decía que la trama es inolvidable y es que en estos últimos años no me la he podido quitar de la cabeza. Durante el asedio de Leningrado en la segunda guerra mundial, en una ciudad devastada y muerta de hambre, dos adolescentes se ven obligados a encontrar una docena de huevos para la boda de la hija de un pez gordo soviético si quieren librarse de la pena de muerte. Por supuesto, en la ciudad ha dejado de haber huevos hace muchos meses. La gente, a fuerza de comer pan de serrín y patatas podridas, ya apenas recuerda el sabor de un producto fresco. Leningrado se había convertido en un cementerio, una ciudad de fantasmas y caníbales, y nuestros dos héroes tendrán que aventurarse más allá de las líneas alemanas para lograr encontrar su absurdo pasaporte a la libertad. 

Es una historia tragicómica entretenidísima, muy bien contada y que te engancha desde la primera página. Pero sobre todo, es la historia de Kolya, un chaval con un carácter excepcional con el que me iría a buscar veinte docenas de huevos al último infierno del mundo. 




lunes, 23 de agosto de 2021

EL CIELO DE MEDIANOCHE

Augie es el último astrónomo del Ártico. Todos los demás han sido evacuados debido a una catástrofe mundial, pero él ha insistido en quedarse. No queda en el planeta nada que le importe más que las estrellas. 

Iris es una niña que aparece de pronto junto a Augie cuando todos los demás han desaparecido. ¿De dónde ha salido? ¿Cómo ha llegado allí? Es muy observadora e independiente, apenas abre la boca y tiene una asombrosa capacidad de resistencia al frío. 

Sully es una astronauta que está volviendo a la Tierra junto a sus colegas después de completar una misión espacial de dos años. Hace ya un tiempo que han desaparecido todas las señales de radio y ese silencio empieza a hacerle mella. ¿Qué habrá pasado en casa? ¿Hacia qué tipo de hogar está volviendo?

El cielo de medianoche es una novela sencilla y lírica, con metáforas que brotan de golpe en medio de alguna frase como reflejos de luz en la inmensidad del espacio. Trata sobre la soledad. Sobre la importancia de tener un sitio al que volver, un lugar donde sentirse a salvo. Describe lugares inhabitables (el Ártico, el espacio) con una precisión por la belleza de los detalles y una calidez conmovedoras. Uno siente la energía, la tremenda energía que hace falta para combatir a la naturaleza en lugares así en la tenacidad con la que Sully y Augie insisten en buscar una conexión por radio, en hablarle al profundo silencio con la esperanza de encontrar una crepitación, un ruido, un susurro que responda al otro lado del mundo y les recuerde que no están solos. 

Augie, Iris y Sully viven en los límites de la humanidad. Más allá no hay nada. Nada humano. Sólo liebres árticas, bueyes almizcleros, búhos de las nieves; sólo una inmensidad negra punteada de diminutos alfileres brillantes. Más allá no hay más que el fin de lo que son, de lo que fueron. Y si no logran ponerse en contacto, quizá también el fin de lo que podrían ser. 


Lily Brooks-Dalton


Hace unos meses se estrenó una película basada en esta novela, dirigida y protagonizada por George Clooney. Aunque bastante fiel en algunos aspectos, la premisa es distinta y lleva la historia por otros derroteros que nada tienen que ver con los de la novela. Así que recomiendo verla después de leer el libro y no fiarse de ella para juzgar la novela, pues esta va mucho más allá en lo esencial. Aun así, ambas son un canto de amor a la astronomía y al espacio exterior, a toda esa inmensidad que se extiende más allá de nuestro planeta y que es capaz de alimentar eternamente nuestros sueños. 




lunes, 2 de agosto de 2021

¡HOLA, FARO!

"En el fin del mundo, sobre la roca más alta
de una isla diminuta, se alza un faro. 
Se construyó para que durara siempre. 
Ilumina el mar con su luz
y guía a los barcos en la travesía. 


Desde el crepúsculo al amanecer, el faro brilla.
¡Hola!
        OLA
                  ¡Hola!
                              Hola, Faro." 

Este libro es una belleza. Por la ilustración y por el formato alargado y vertical que se estira hacia arriba como un faro. Cuenta la historia de un farero y su familia, de ese trabajo que parece salido de otra época y que enciende la imaginación de tempestades, barcos y todo tipo de fantásticas aventuras submarinas. La luz del faro ilumina icebergs y ballenas, naufragios y auroras boreales. Centinela de las noches más oscuras, la luz del faro alerta de todos los peligros, guiando a los barcos en la oscuridad. Y de todo queda constancia en el cuaderno de bitácora del farero. 

Todos hemos visto algún faro por fuera. Pero, ¿cómo son por dentro? ¿Qué hacen los fareros que los habitan? ¿Están solos o con sus familias? ¿Se pasan el día subiendo escaleras? 
Este cuento cuenta una historia preciosa de otro tiempo. Una historia de amor y cuidados. De vigilancia y belleza para imaginar nuestro tiempo.