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lunes, 28 de octubre de 2024

BALADA PARA SOPHIE

Este cómic suena. Suena a nocturnos de Chopin, a la belleza estática de un Ravel que te eleva por encima de la realidad. Suena a mimo y concentración, a un secreto largamente guardado capaz de esperar toda una vida hasta encontrar la persona adecuada para salir de su oscuridad y florecer. 

Julien Dubois es un anciano cascarrabias que vive recluido en una gran mansión. Hace muchos años llenaba salas de todo el mundo con sus espectáculos musicales hasta que algo lo retiró abruptamente de los escenarios. Desde entonces vive rumiando su pasado. Un pasado anterior a la gloria pública que lo encumbró. Un pasado que flota a su alrededor como el segundo movimiento del concierto para piano de Ravel

Adéline Jourdain es una periodista empeñada en entrevistar al viejo maestro. Tan empeñada como para quedarse a dormir en la escalinata de su mansión hasta que le abran la puerta y le permitan hacer sus preguntas. Quiere saber por qué esa reclusión, por qué vive de esa manera tan alejada del mundo aquella estrella que un día hizo bailar y sonreír a toda una generación. 

Un piano de cola asiste mudo a su encuentro. Y a la relación que se va tejiendo entre los dos. Un piano de cola que guarda la memoria de un niño con gafas al que obligaron a ser el mejor, de un profesor con cara de cabra, de una madre dispuesta a todo por el éxito, y de una rivalidad que marcaría, compás tras compás, toda la vida de Julien Dubois. 

Filipe Melo y Juan Cavia mezclan personajes de ficción con la vida del gran pianista francés François Sansom en una novela gráfica emocionante que estoy convencido que puede encender la llama de la delicadeza en el corazón de cualquier lector. 




viernes, 29 de julio de 2016

GLENN GOULD

Cuando buscas en Google Variaciones Goldberg, antes de terminar de teclear te aparece el nombre de Glenn Gould. Es como si le pertenecieran, hay un vínculo indestructible entre el pianista canadiense y la obra de Bach. Un vínculo que lleva vivo como mínimo desde 1981, el año de su segunda y más famosa grabación de las variaciones. Tuvo tanto éxito esa versión que hoy en día la mayoría de los amantes de la música de Bach que quieren lo mejor para sus oídos presumen de escucharla en el coche, en el baño, en todos sitios, porque es su favorita. Y yo me pregunto: ¿han escuchado otras? ¿Qué criterio han seguido para encumbrar esta versión y descartar otras? ¿Saben cómo surgió, quién era Gould en 1981 y en qué se había convertido?

Glenn Gould fue un pianista prodigioso. Dejó de tocar en público con poco más de treinta años porque detestaba la masa de espectadores (la llamaba "fuerzas del mal"). Canturreaba y se contorsionaba sobre la banqueta y le gustaba tocar encorvado, con la cara a pocos centímetros de sus manos, sentado muy cerca del suelo. Se tomaba la tensión varias veces al día, se atiborraba de pastillas y llevaba siempre guantes para protegerse las manos. Llevaba cuentas y anotaciones de todo lo imaginable en cuadernos clasificados por años. Se presentaba siempre con bufanda y abrigo ya fuera verano o invierno. Y, sobre todas las cosas, adoraba los estudios de grabación. Allí se sentía a gusto. A salvo de cualquier contratiempo. Podía repetir un compás veinte, cuarenta, doscientas veces, si quería, hasta que saliera perfecto. Podía canturrear y contorsionarse sin pensar en las miradas reprobatorias de las "fuerzas del mal". Era un tipo de reclusión monástica en la que él tenía todo el control y donde podía buscar sin prisa el ideal de belleza que habitaba en su cabeza. Una reclusión de la que surgieron las Variaciones Goldberg en 1981, destinadas a moldear la percepción de esta obra en la mente de millones de amantes de la música de todo el mundo. 

Glenn Gould fue un pianista prodigioso. Encantador y excéntrico. Maniático e hipocondríaco. Incapaz de amoldarse a exigencias de etiqueta o a normas de conducta. El mundo tenía que aceptarle a él tal y como era, porque él no tenía ninguna intención ni capacidad de adaptarse al mundo. Y esa singularidad, esa excentricidad que define su carácter está ahí, en la música que grabó. Se puede escuchar desde la primera nota de estas Goldberg, en la decisión de tocar el Aria a un tempo que el propio Bach habría considerado ridículamente lento, en la búsqueda obsesiva de la perfección, de una idea suya, que sólo le pertenecía a él, y que estaba por encima de Bach y del piano y de toda la música que tocaba. 

Glenn Gould se convirtió, muy pronto, en un pianista de culto. No tanto por la excelencia de sus interpretaciones sino por la excentricidad de su carácter. A la gente que no se dedica al arte le gusta pensar que los artistas están hechos de otra pasta. Quizá por el afán mitómano de elevar a un altar aquello que se admira. O simplemente porque distanciarse de la naturaleza de los artistas les hace olvidar que quizá ellos también podrían serlo y no lo son. El caso es que Gould encarnó el prototipo de genio: solitario, obsesivo, inclasificable, hipocondríaco, excéntrico, asocial. Y el mundo lo convirtió en mito, sin sospechar que su música es un reflejo de su carácter y es, también ella, obsesiva, excéntrica e inclasificable. Me pregunto si la gente que presume de escuchar en el baño y en el coche su versión favorita de las Variaciones Goldberg sabe de verdad quién las tocaba, qué cantidad de manías se esconden detrás de esas notas y lo poco que se parece esa música a la que tenía Bach en la cabeza cuando las compuso.

Glenn Gould, 1955

Reconozco que he utilizado la lectura de este libro de Sandrine Revel para ajustar alguna antigua cuenta personal con Glenn Gould. El cómic es espléndido. El dibujo, de una precisión y una delicadeza admirables. Y creo que retrata muy bien el carácter del pianista canadiense a través del contraste entre su vida de veinteañero sufriendo en las salas de concierto de medio mundo y su última etapa, enfermo y obsesionado con una nueva grabación de las Goldberg. En mi época de conservatorio, Gould era una rockstar. Me fascinaba, a la vez que me repelía. Me asombraba el genio, la sensibilidad extrema, la novedad en todo lo que hacía, la sorpresa constante que era escuchar un disco suyo. Pero no era capaz de aprender nada de él. Era demasiado él mismo para crear escuela. Para ser ni remotamente didáctico. Lo que hacía era asombroso, pero sólo podía hacerlo él. Imitarlo habría sido una caricatura, un desastre. Y sigo pensando que es maravilloso y que no me gusta. Porque me frustra admirar algo de lo que no puedo aprender nada. 




miércoles, 6 de julio de 2016

INSTRUMENTAL

Llevaba escuchando maravillas de este libro desde principios de año. Parecía un libro para dejar en la sección de música, pero se vendía demasiado para dejarlo allí perdido. Parecía un libro-testimonio de esos que arrasan un mes y al siguiente nadie los recuerda, pero la gente se lo sigue llevando con la ilusión primeriza del que está a punto de enamorarse hasta las trancas. Es un libro sobre música y está bien que acompañe a Bach, Beethoven, Wagner, Satie, Debussy y cualquiera que se encuentre ahora mismo tomando té (o absenta) en esa estantería. Es un libro-testimonio de esos que arrasan así que está bien para empapelar escaparates, amontonar en inmensas e inestables pilas y que todo el mundo reciba múltiples impactos del dibujo de la cara de Rhodes de la portada al entrar en la librería o simplemente echar un vistazo desde fuera. Se puede catalogar de muchas maneras, pero ante todo es un libro que enamora, que te machaca y te eleva, y sólo por eso se merece todo lo bueno que le lleva pasando desde que el bueno de James Rhodes reunió el valor y la insensatez de publicarlo. 

Se me ocurren demasiadas razones para recomendar este libro. Demasiadas para esta reseña, que va a quedar larguísima, así que empecemos sin preámbulos: la primera razón es la necesidad de que la gente sepa qué es el abuso sexual infantil. Al escribir esto, estoy seguro de que acabo de perder a varios lectores. Han arrugado la nariz, han exhalado un hastiado o enojado "uff" y se me han ido. De la misma forma que cuando en la librería pronunciamos palabras como "transexual", "homofobia" o "feminicidio" mucha gente deja de escucharte, te ignora o simplemente te corta a mitad de frase diciendo: "uy, qué va, dame algo más normal, que estamos en verano", mientras te mira con ojos de: "¿pero por qué coño me estás diciendo esas cosas asquerosas?" 

Creo que es importante hablar de las cosas perturbadoras con las palabras exactas porque mucha gente tiende a esconderse detrás del lenguaje que utiliza. Si dices "tener relaciones" en lugar de "hacer el amor" o "follar" estás diciendo que te da tanta vergüenza la idea del sexo que no puedes ni nombrarla. Admítelo, son palabras que te resultan asquerosas, repugnantes, infames. Y yo me pregunto, ¿qué tiene el sexo de impronunciable? ¿Qué tipo de trauma infantil han sufrido aquellos que no son capaces de hablar de sexo con naturalidad pasada la adolescencia? Lo asqueroso, repugnante e infame no está en el lenguaje, sino en la intención con la que se utiliza y en la sensibilidad moldeada por la ignorancia y los prejuicios de quien otorga valores morales a palabras que no los tienen. 

Los eufemismos, qué grandes impostores. Los eufemismos son las mentiras con las que escondemos nuestras flaquezas, nuestra vergüenza, nuestros traumas. Si a un adolescente no le hablas de sexo, lo esconderá. Si no lo conviertes en algo explícito, si no vences su natural resistencia a hablar de su intimidad, esta nunca será normal. Si encima lo cargas con conceptos aprendidos de una retrógrada y criminal moral católica, si vinculas el sexo a la culpa, a lo oscuro, a lo vergonzoso, a la perversión y al asco, entonces se retraerá, lo considerará un secreto, frágil, inexplicable puesto que no se le pueden poner palabras. Vulnerable a cualquier ataque, puesto que está feo hablar de ello. Y se convertirá en una persona desconfiada y capaz de protegerse con violencia si no encuentra otro recurso en su educación o en su carácter.

Los eufemismos generan monstruos. Monstruos ciegos e ignorantes. Como esa parte de la población que no puede asociar la palabra violación con un niño. Y se pone los guantes y pasa de puntillas por la idea llamándola "abuso". Pues no. No puede ser. Abuso es otra cosa, y James Rhodes lo dice muy bien: "Abuso es cuando mandas a la mierda a un guardia de tráfico. No es abuso cuando un hombre de cuarenta años le mete la polla por el culo y a la fuerza a un niño de seis años. Es muchísimo más que un abuso. Es una violación con ensañamiento que provoca múltiples operaciones, cicatrices (internas y externas), tics, TOCs, depresión, impulsos suicidas, enérgicos episodios de autolesiones, alcoholismo, drogadicción, los complejos sexuales más chungos, confusión de género ("pareces una chica, ¿estás seguro de que no eres una niñita?"), confusión sexual, paranoia, desconfianza, una tendencia compulsiva a mentir, desórdenes alimenticios, síndrome de estrés postraumático, etc."

La gente que llama abuso a una violación está utilizando el lenguaje para taparse la nariz y trivializar un delito gravísimo que en realidad no está capacitada para entender. Así que basta ya de llamar abuso a las violaciones de niños, basta de remilgos lingüísticos y afrontemos las palabras crudas y salvajes y despiadadas que sirven para describir el mundo y lo que la gente hace en él. Aquí no valen las parábolas, las metáforas ni los castillos de Disney. No valen la prudencia ni la delicadeza. Si no puedes escucharme hablar de violación infantil en la librería, si las palabras que lo describen te repugnan, no podrás entender cabalmente lo que significan, y por lo tanto nunca podrá repudiarlo y denunciarlo con la firmeza y virulencia que requiere tamaña atrocidad, y si alguna vez te cruzas con ello, lo más probable es que pases de largo tapándote los ojos igual que te tapas los oídos cuando la gente habla de ello. Si reducimos los delitos (y la vida en general) a lo que podemos manejar, si cambiamos las palabras objetivas que describen el mundo por otras que lo camuflan para adaptarlo a nuestras limitaciones, podemos acabar siendo cómplices de verdaderas atrocidades.


James Rhodes

La segunda razón para recomendar este libro es cómo está escrito. El tono y la distancia que ha puesto entre lo que cuenta y sí mismo. Yo no sé cómo contaría en un libro mi vida si hubiera sufrido una parte (no digo ya todo) lo que ha sufrido James Rhodes. Lo que sí sé es que la voz que ha encontrado para relatar las atrocidades, con todos los datos imaginables pero sin un ápice de exceso en los detalles, me parece incomprensible. ¿Cómo es posible esa ligereza, ese humor para reírse de sí mismo, esa hiperconsciencia de quién es, esa portentosa inteligencia para comprenderse a niveles profundos y esa lucidez en medio de los desequilibrios mentales más extremos? El humor, el humor es lo que me descoloca, una y otra vez. Esa capacidad para cachondearse de sí mismo, para culparse de todo y llamarse de todo y a la vez aspirar a todo lo bueno y lo sublime que rodea la vida de cualquier persona con la sensibilidad necesaria para percibirlo. El humor en medio del infierno. El humor para cruzarlo, para sufrirlo y para salir de él. Eso me deja boquiabierto. 

Y después, su capacidad para contagiar el amor que siente por la música. Un amor equiparable solamente al que siente por su hijo. Un entusiasmo maniático, excitado que nunca descansa. Una exaltación constante por la música clásica. Otra razón, ¿la tercera ya?, para diagnosticar este libro en las recetas de todos los loqueros del mundo. La cantidad de música que es capaz de meterte en el cuerpo a base de entusiasmo puro y duro es apabullante. La música, y el piano, como motivo para seguir, como luz a la que agarrarse, como razón más poderosa para despertarse cada mañana y tener ganas de desafiar al mundo con otro pedazo de belleza, arrancado a mordiscos con sudor, paciencia y cientos de miles de horas de práctica. 

Y para terminar: soy pianista. Me considero un pianista feliz. He tocado en público obras difíciles, he sorteado las trampas de Bach, Mozart, Beethoven, Schubert, Schumann, Chopin, Mendelssohn, Liszt, Brahms, Debussy, Dvorak, Ravel, Fauré, Rachmaninov, Shostakovich, Prokofiev y algún otro con cierto éxito y he grabado obras de todos estos genios y también obras que he compuesto e improvisado yo. La gente me suele escuchar con placer. Algunos están orgullosos de mí. Me apasiona la música clásica. Y no me quejo del caudal de música que brota de mi cabeza. Pero no recuerdo cuándo sentí por última vez unas ganas tan locas y puras y bonitas de ponerme a tocar el piano como las que me ha contagiado el bueno de James Rhodes con su libro. Le daría un abrazo de oso sólo por eso. Por saber escuchar la música con esa inocencia apasionada, con esa devoción electrizante. Y por tener la capacidad de transmitirla tan maravillosamente bien. 



miércoles, 22 de abril de 2015

LA MÚSICA DE LA MEMORIA

Xavier Güell, director de orquesta, utiliza sus grandes conocimientos para contarnos en primera persona el perfil de siete de los más grandes genios de la música clásica, sus pasiones, ambiciones, anhelos, amores, celos, fracasos, traiciones, su vida.

Beethoven conversa con Schubert, Schumann nos habla de su amor por Clara y su gran amistad por Brahms, que condicionó toda su vida para que nada le apartara de seguir componiendo, Liszt profundiza en las particulares situaciones que le llevaron a tener tres hijas ilegítimas con una aristócrata o su "vocación religiosa" tardía, Wagner enfrentándose a Liszt para defender su amor por la hija de éste, Cósima, y el terrible dolor de Mahler ante la pérdida de su pequeña hija, son algunas de las anécdotas, muchas desconocidas hasta ahora, que nos acercan a esos maravillosos músicos que sufrieron y amaron con intensidad reflejando en su música sus sentimientos más profundos.

No sólo tenemos el relato interesantísimo de estos siete grandes músicos y su entorno, también de lo que fue su música, con detalle de las formas musicales, conciertos, sinfonías, sonatas, óperas y artistas que participaron en ellas en escenarios donde tuvieron presencia a lo largo del siglo XIX y principios del XX, tiempo del Romanticismo.

Escuchar la música de estos compositores al tiempo que leemos sobre su vida nos acerca aún más a sus personalidades, los sentimos en nuestra presencia y participamos de sus vivencias. Un gran logro de Xavier Güell.

(Recomendado por Isabel)


martes, 14 de abril de 2015

LA MÚSICA PARA CLARA

He disfrutado de este relato al tiempo que escuchaba esas melodías maravillosas de Schumann y Brahms, imaginando a Clara tocándolas en su piano con tanto amor como profesó a su marido y también a Brahms, que formó parte de su familia y que amó a Clara, supuestamente de forma platónica y con una gran generosidad.

Esta apasionante historia se merece una gran película. A medida que iba leyendo, las imágenes cobraban vida de tal forma que cuando terminé su lectura me sentí huérfana de esa familia con siete hijos, de los cuales murieron cuatro antes que su madre, una gran tragedia después de haber perdido también a su marido en una situación de trastorno mental. Pero el piano siempre estaba ahí para consolarla de tantas dificultades. Clara Schumann fue la mejor concertista de piano de su época y triunfó desde su infancia: desde su primer concierto, con nueve años, ya nunca abandonaría su vocación.

Fue una mujer fuerte y valiente, el ancla de su marido, aunque necesitaba el reconocimiento de la gente para colmar una gran soledad interior. Tuvo la responsabilidad de sacar adelante a sus hijos sola, con grandes dificultades económicas que solventó gracias al intenso trabajo de viajar continuamente por toda Europa dando conciertos.

La autora Elizabeth Subercaseaux, chilena, es tataranieta de los Schumann y ese vínculo familiar se refleja en el amor que ha puesto en esta novela, en la búsqueda de documentos por todo el mundo, biografías, cartas, diarios, partituras, visitando las innumerables casas donde habitaron los Schumann. Ha conseguido estar tan cerca de ellos que, como dice, a veces cree verlos en persona, escucharlos hablar, sentir cuando abre su piano la presencia de Robert a su lado y a Clara apuntando el teclado, enseñándole lo que su padre le enseñó a ella. Este relato tiene la musicalidad que envuelve todos los extraordinarios acontecimientos que rodearon las vidas intensas y a veces atormentadas de músicos como Chopin, Mendelssohn, Liszt, y nos descubre el alma de los tres protagonistas: Clara, Robert y Johannes Brahms.

Resuenan melodías como la danza húngara nº 5 o la Tercera Sonata de Brahms, el Concierto para piano y orquesta o la Sonata nº 2 de Schumann, regalos para el alma.

(Recomendado por Isabel)




domingo, 21 de septiembre de 2014

NAUFRAGIOS Y RESCATES

La gente me suele hablar de embarazos, de partos, me pregunta cómo ha ido, qué tal ha salido el niño (o la niña), me dan la enhorabuena con sus palmaditas en la espalda y me felicitan por verme, un año más, en tan buena forma. Ya se sabe: sin estrías, sin ojeras, sin cambios de humor, sin depresión postparto. 
Me hace gracia. Sonrío ante la creatividad de las metáforas. 
Y es que publicar un segundo libro es como tener un segundo hijo, pero sin la responsabilidad de educarlo. Ahí está, solito, defendiéndose como puede o como le dejan, en la jungla interminable de libros publicados. 

Es una alegría, qué duda cabe, un pequeño orgullo y una mínima responsabilidad. Al fin y al cabo, una vez lanzado al mundo, este libro, como cualquiera, tiene que defenderse solo. 
Pero si tuviera que decir algo sobre él, si tuviera que explicar la importancia que tiene para mí, resaltaría tres cosas: es un libro sobre la pérdida, pero me hace feliz pensar que al menos una de las personas retratadas en él permanece en mi mundo de una manera rabiosamente activa; se lo he dedicado explícitamente a mi madre porque sin ella yo no escribiría y porque emocionalmente este libro es casi más suyo que mío; y por último, he aprendido que se puede contar una historia más o menos coherente de principio a fin juntando las piezas de puzles que pertenecen a distintas vidas, porque casi todo lo que sentimos, de una manera u otra, nos lleva en una misma dirección.

Gracias a los que leéis esto, ya sea por hábito o por casualidad, y a los que me mostráis diariamente vuestro apoyo con vuestra curiosidad por lo que hago. Al igual que sin labios no habría besos, sin lectores nadie escribiría. 

Os dejo con el principio del libro (y la explicación del contenido). 


Cuando una historia de amor se acaba, 
generalmente la ruptura la divide 
en un antes y un después.
Enamoramiento, expectativas y crisis por un lado, 
decepción, dolor y duelo por el otro.

Sin embargo, a veces, entre el antes y el después
uno permanece en un tiempo detenido,
un ahora tenso y estupefacto 
que parece prolongarse hasta el infinito.
Es el instante moribundo de la pena
en el que el corazón sigue latiendo
pero las horas no pasan,
la vida se aleja de la realidad,
el tiempo se fracciona en parcelas cada vez más pequeñas
y las noches se llenan de preguntas sin respuesta.
El ahora es un grito en el estómago,
una boca abierta a un miedo atávico y paralizante,
la hora violeta de las tragedias cotidianas
que devastan nuestro cuerpo sin descanso,
como la onda expansiva de una bomba íntima
que una y otra vez no dejara de explotar.

Al final siempre se emerge del ahora, 
es un infinito tramposo 
que abruptamente termina
en la curva más inesperada,
en un fuego que te rescata,
en el reencuentro con una amistad perdida.

Este libro cuenta el antes y el ahora,
los naufragios y los rescates 
de una vida que se resiste
a dejarse llevar por la deriva.

Y cuando por fin llega el después,
se encuentra con una hoja en blanco,
con la sonrisa feliz y anhelante
que florece tras la última palabra.



miércoles, 15 de enero de 2014

IN MEMORIAM JUAN GELMAN

Ayer, martes 14 de enero, murió Juan Gelman. Poeta comprometido, militante, poeta de la rabia, el amor y la tristeza, la dictadura argentina de Videla secuestró y asesinó a sus dos hijos mientras él estaba en el exilio. Decidió no olvidar, no pasar página, y luchar por todos los medios para encontrar el rastro de sus hijos y llevar a los culpables ante la justicia. Porque, según decía, "lo contrario del olvido no es la memoria, es la verdad".
Me apetece recordarle hoy con estas pocas palabras y dedicarle esta improvisación al piano sobre la pena y la memoria y el poder de nuestros actos para no dejar que la muerte se convierta en olvido.


"Ha muerto un hombre y están juntando su sangre en cucharitas,
querido Juan, has muerto finalmente.
De nada te valieron tus pedazos
mojados en ternura.
Cómo ha sido posible
que te fueras por un agujerito
y nadie haya puesto el dedo
para que te quedaras. [...]"

Juan Gelman 1930-1914



viernes, 27 de diciembre de 2013

CONCIERTO DE PIANO

La sensibilidad y la delicadeza oriental se plasman en este precioso cuento para niños, a partir de los 4 años, que cuenta la historia de Momo, una niña pianista que llega al corazón de todas las edades. Escrito por el japonés Akiko Miyakoshi, trata de la emoción y los nervios de un primer concierto de piano y la imaginación que vuela a espacios paralelos donde unos ratoncitos le dan el aplomo y la seguridad para salir airosa de la prueba.

Unos dibujos muy especiales, a carboncillo, con ligeros toques de color que dan profundidad a una historia de perfeccionismo que es bastante habitual en los artistas.

Por asociación de ideas este libro me ha recordado otro para un público mucho más adulto pero también relacionado con la música, muy especial y recomendable: "Cómo ser feliz si eres músico o tienes uno cerca" de Guillermo Dalia. Para los que hemos tenido la suerte de convivir con un músico, nos proporciona orientación y datos para conocer el porqué de algunas características que son habituales en ese mundo maravilloso de la creación artística.

jueves, 7 de noviembre de 2013

CARTAS AL SILENCIO (2ª EDICIÓN)

Acabamos de recibir la segunda edición de Cartas al silencio, mi pequeño libro de poesía, y, además de la evidente felicidad (perpleja felicidad) por haber agotado la primera edición en apenas dos meses, me hace mucha ilusión haber podido incluir en ésta un CD de improvisaciones al piano grabadas en mi piso en mis ratitos libres. Va dentro del libro por el mismo precio, y para aquellos que hayáis comprado la primera edición, os daremos un CD suelto de regalo. Así veo juntas, en un mismo espacio, mis dos humildes vocaciones artísticas. Y aprovecho para daros las gracias a todos los que leéis esto, a los que habéis leído el libro o tenéis ganas de leerlo (y también, por qué no, a los que no lo leeréis) por el apoyo invisible y visible, por la curiosidad, por compartir ese humilde amor por las palabras que se convierten en heridas que se convierten en recuerdos que se convierten en promesas que se convierten en razones para vivir.