lunes, 31 de enero de 2022

EL PENSAMIENTO CONSPIRANOICO

Piensa mal y acertarás. ¿Quién no ha escuchado esta frase de alguien cercano? ¿Quién no tiene una tía, un abuelo o una amiga que ha hecho de este refrán su filosofía de vida? Piensa mal y acertarás. Porque si no piensas mal eres un ingenuo, te las van a colar todas, hijo mío, si es que no se puede ir de buenazo por la vida. Las personas que piensan que aciertan cuando piensan mal suelen inspeccionar la vida en busca de amenazas. Cualquier noticia, incluso la más alegre, la más festiva, la más inocente, tiene que pasar por el escáner de la sospecha. Esa automatización de la desconfianza es en el fondo muy satisfactoria para quien la tiene. Te hace sentir activo y lúcido. Detectar segundas intenciones en los demás te pone sutilmente por encima de los que no las detectan. Ellos no han sido tan rápidos como tú. Ni tan listos. Ni tan inteligentes. La sospecha enriquece tu realidad con múltiples posibilidades. Si tu marido te dice que ya baja él a comprar el pan, ¿qué irá a hacer de camino? ¿Con quién se encontrará? ¿Querrá hablar por teléfono con alguien sin que tú te enteres? ¿Y con quién? ¿Y para decirle qué? Y ay si aciertas alguna vez con tus sospechas. La vida se reordenará de una forma maravillosa y tu propia perspicacia te resultará fascinante y el mejor revulsivo para seguir insistiendo en pensar mal para acertar. 

Piensa mal y acertarás es el refrán que ha inoculado el virus de la conspiranoia a través de la cultura popular. Y este libro, amenísimo, exhaustivo y divertidísimo, desmenuza las lógicas del pensamiento conspiranoico, no siempre tan delirantes como nos gustaría creer. Mientras que el pensamiento lógico parte del estudio de los hechos para extraer una conclusión argumentada, el pensamiento conspiranoico parte directamente de la conclusión para luego buscar los hechos que mejor puedan explicarla, sin importar la relación que estos puedan tener con la realidad. ¿Quién no conoce a alguien cercano que en conversaciones informales lanza afirmaciones y luego no sabe argumentarlas? 

Y es que, como cualquier religión, la conspiranoia es profundamente tentadora porque ofrece un consuelo inmediato para este mundo incierto en el que vivimos. El consuelo de las verdades absolutas que lo explican todo. Si todo tiene un sentido, no hay que tener miedo. La conspiranoia, como cualquier religión, toma la complejidad de la realidad y la divide en piezas sencillas que encajen perfectamente unas con otras, otorgando la serenidad de un puzle terminado. Qué gusto da poner la última pieza y sentarse a contemplar la bella imagen de un mundo cuyas perversidades han sido por fin desenmascaradas. 

El auge de las fake news a partir del 2016 (año del Brexit y de la elección de Donald Trump) dejó el campo sembrado para la proliferación de las teorías de la conspiración, alentadas por políticos conservadores de todo el mundo. Clamaban libertad de expresión para sus mentiras repetidas, y cualquier medida tomada en pos del rigor informativo como la retirada de vídeos de Youtube y Facebook sobre la pandemia como un plan orquestado para someter a la población mundial empezó a ser contemplada como un flagrante delito de censura, lo cual corrobora inmediatamente su tesis: si se censura es que es verdad y no quieren que se sepa. 

La conspiranoia es un sistema de creencias cada vez más implantado y con más relevancia sociocultural. Sus defensores se sientan en la gran mayoría de las mesas en las reuniones familiares y se lo toman con la seriedad trascendente de los misioneros. Es su religión, su verdad revelada. Y su misión es difundirla para que la gente deje de vivir engañada. Estudiar los pensamientos conspiranoicos no sólo sirve para bucear en los infinitos recovecos psicóticos de la mente humana, sino para aprender los miedos y ansiedades sociales de cada época, transformados en monstruos reales o imaginarios que son un reflejo de quienes somos. 

Este libro defiende que las teorías conspiranoicas son casi siempre las mismas desde los tiempos de Matusalén: un grupo secreto de gente muy mala nos quiere dominar sin que nos enteremos, pero, ah, amigo, aquí estamos nosotros, los elegidos, para desenmascararlos. Ya lo vimos con la conspiración judeo-masónica que fue neutralizada por los nazis gracias a los campos de exterminio y mantenida a raya por la dictadura de Franco gracias al aislamiento y la santísima religión nacional-católica. Conspiración reencarnada en la actualidad por Soros y esa élite todopoderosa multinacional que gobierna el mundo y nos controla con sus superpoderes y que solamente la extrema derecha salvadora podrá hacer frente a golpe de bulo. 

La desconfianza patológica es un virus mental. Un virus que late en la sabiduría tradicional a través de los refranes, que se sienta en nuestras mesas para convencernos de todo tipo de teorías. Un virus al que, gracias al acceso universal a internet, nunca antes en la historia habíamos estado tan expuestos. La expresión de la teoría conspiranoica empieza de forma inocua en boca de personas aparentemente sensatas, y termina resultando muy parecida a la de un brote psicótico. Un brote psicótico colectivo. Y con repercusión. Y con representantes públicos en el Congreso. 




jueves, 27 de enero de 2022

LA HIJA DE LAS MAREAS

Abrí esta novela sin tener apenas referencias ni expectativas, ni siquiera me la había recomendado Óscar, ¡jajaja! Últimamente me he vuelto muy comodona y voy directamente a los libros que él me selecciona porque la verdad es que acierta casi siempre.

Cada día, cuando abro la prensa en internet, me suelo indignar y expreso esa indignación en los comentarios que publico en Facebook. Ese hábito me permite luego relajarme y dedicar buena parte de mi tiempo a jardinear, pasear, meditar, leer, disfrutar de este nuevo tiempo de auténtica jubilación que, camino de mis 80 años, no me esperaba. Un privilegio. 

Las novelas a menudo reflejan la vida privada de los países, y esa parte de la Historia para mí es más importante que la que nos aportan los textos de los grandes acontecimientos. Hoy me tienen indignada muchas cosas como la corrupción en España (y no solo aquí), el auge de la extrema derecha, el peligro de un perverso y mediocre personaje como Putin a punto de lanzar sus tanques contra Ucrania, los republicanos de Estados Unidos liderados por ese Trump que me avergüenza, pero cuando me sumerjo en el siglo XVIII, hace poco más de doscientos años, tiempo en el que transcurre esta novela, relativizo y me doy cuenta del avance tan increíble que hemos dado, especialmente en Europa.

Más allá del maravilloso retrato que Goya le hizo, apenas conocía al personaje de Baltasar Melchor Gaspar de Jovellanos. Aquí es el segundo personaje de la historia de Andrea Carbayo, impresora e hija no reconocida de este jurista, escritor y político en la España miserable gobernada o mejor dicho traicionada por los borbones Carlos IV y Fernando VII, apoyados por la Inquisición, todavía vigente entonces y que desterró a Jovellanos de su Gijón natal.

El inicio de esta apasionante historia comienza con las vidas de la madre y la abuela de Andrea, entonces tildadas de brujas porque recolectaban hierbas para curar. Los boticarios no podían permitir que nadie, y menos unas mujeres, les hiciera la competencia, así que el asedio llegaba hasta meterlas en la cárcel, y así Gloria, la madre de Andrea, nace y pasa sus primeros años entre rejas. 

Andrea tiene la suerte de tener un abuelo francés, médico, que la apoya y se la lleva a París cuando muere su madre. Allí conoce a Olympe de Gouges, la primera mujer que publicó un Manifiesto por los Derechos de la Mujer, uno de los motivos por los que fue guillotinada con cuarenta y cinco años (el otro fue la defensa de la abolición de la esclavitud), casi al tiempo que en Inglaterra lo hizo Mary Wollstonecraft con su Vindicación de los Derechos de la Mujer, dos mujeres pioneras del feminismo. 

Vive en París todo el proceso de la Revolución Francesa y el ambiente miserable del pueblo francés viendo como los excesos del lujo en la corte de María Antonieta y Luis XVI es obsceno. Carlos IV despilfarró en guerras para apoyar a los monarcas franceses, enfrentándose incluso con Portugal. Una política errática y vergonzosa que culminó con la "venta" a Napoleón del país por unos miles de ducados. La historia de Fernando VII no tiene nombre. Desde el apoyo a la Inquisición hasta la derogación de la Constitución de Cádiz. Lo peor es que el pueblo español apoyara a este malvado llamándole el deseado y librando una guerra contra José I, el hermano mayor de Napoleón. Si hubiera habido un poco de inteligencia y sabiduría en este país habrían elegido a José I que poco pudo hacer en los 5 años que gobernó por el enfrentamiento con los que apoyaban a Fernando VII. De aquellos borbones impresentables fueron dignos herederos Isabel II, Alfonso XIII y Juan Carlos I, todos inmersos en la corrupción que todavía lastra a este país y que de forma vergonzosa sigue teniendo sus apoyos entre la derecha política.

Dos temas apasionantes que me han recordado este relato fueron el viaje que hizo el rey Juan VI de Portugal huyendo de Bonaparte y la guerra, con toda su corte, varios miles de personas y estableciéndola en Río de Janeiro durante varios años hasta que pasó el peligro. Y la biografía maravillosa que Stefan Zweig escribió de María Antonieta para contar la Revolución Francesa. 

Varios días inmersa en esta historia me han permitido profundizar en la conciencia de dónde estamos hoy y de dónde venimos. En 1793 guillotinaron a Olympe de Guges por feminista y hoy las feministas estamos en muchas instituciones y gobiernos. Aun así, ¡cuánto falta!

Explicando cómo era la situación en el siglo XVIII, Pilar Sánchez Vicente dice en La hija de las mareas: "Los nobles se perpetúan poniendo un huevo en cada cesta: el primero hereda el mayorazgo y lo acrecienta, el segundo va a servir al Ejército, el tercero a la Iglesia y al cuarto lo destinan a juez o notario. Las bodas les permiten unir tierras y las hijas se convierten en objetos de intercambio. La prole repetirá el concierto de tal forma que los mismos apellidos copan todos los órdenes y así es imposible que los ciudadanos tengan derechos o una justicia digna, pues no se puede ser juez y parte al mismo tiempo". 

Han pasado dos siglos y parece increíble pero muchas cosas no han cambiado tanto.


Isabel. 




lunes, 24 de enero de 2022

SENSACIÓN TÉRMICA

¿Cómo lo hace? ¿Cómo lo consigue? ¿Cómo logra Mayte López crear un lenguaje que suena a sol, que transmite calor y alegría y baile en las venas para contar una historia que rabia y entristece y te hiela la sangre? 

Lo vemos todos los días. Las sonrisas de esos señores, de esos viejitos, de esos chavales que vienen a saludar, a comprar un libro, tan mansos, tan cordiales. Te dan una sensación estupenda. Como de salir a la calle en manga corta aunque apriete el invierno. Y sin embargo la temperatura puede ser otra. Es otra, muchas veces, y no nos damos cuenta. ¿Quién lo sabe? Uno sale de casa con un jersey finito porque ahí dice que 16 grados y para qué más. Pero luego el viento ruge y la humedad te congela la mitad del hueso y la sensación es otra muy distinta, muy alejada de las sonrisas de esos señores, esos viejitos, esos chavales que vienen a saludar tan educados, tan simpáticos, y nunca sabremos qué hacen con sus mujeres, cómo las tratan, qué ocultan, qué sensación térmica real esconden bajo su aparente temperatura. 

Sensación térmica es una bomba de relojería. Trata sobre la vulnerabilidad de las mujeres frente a la violencia de los hombres. La violencia de esos novios posesivos que una noche quieren fiesta y su chica no tanto y se frustran y la acusan de ser muy amiga de no sé quién y de dejarles en evidencia y quién te has creído que eres a mí no me engañas más, y les cogen el bolso con el móvil y las hacen bajarse del taxi en plena noche helada de invierno y las dejan tiradas para que se apañen y aprendan, sencillamente porque sí, porque pueden, para que ellas sepan que pueden. Si total, no pasa nada, al día siguiente se disculpan compungidos, compran una flor o ni eso, lloran un poquito o ni eso, y se hacen las víctimas, es que el paro, el jefe, la economía mundial, mi madre mayor, se revuelcan, se rebozan en su victimismo machito y ya está resuelto, asunto olvidado, hasta la próxima. 

La violencia de los abuelos sentados en los porches que fuman y fuman y ríen y ríen y parecen locos, dulces loquitos, perdidos en su demencia, pero miran con insistencia las falditas de sus nietas, las cinturitas de sus nietas, y comen con la boca abierta y se rascan la entrepierna, y cuando se quedan solos y la nieta pasa a su lado y nadie mira la agarran y la soban toda y palpan pellizcan aprietan con sus manos sarmentosas hasta que la nieta consigue al fin escurrir su cuerpo diminuto de esas manos enormes y se separa aturdida, por qué ha hecho eso el abuelo, qué juego es este, y nadie dice nada, nadie oye, nadie sabe, y el abuelo mira para otro lado, suspira, vuelve a sus cigarros y a su locura, dulce loquito, y se ríe de nuevo. 

La historia reúne a tres estudiantes latinas en un Manhattan helado. Las tres comparten una fascinación por la ciudad, no exenta de nostalgia, y las oportunidades que promete, y todas están expuestas a la ansiedad que provoca la precariedad laboral y la precariedad emocional. Un filo que corta y por el que parece que no se puede caminar sin caerse. Son mujeres jóvenes, como tantas en todo el mundo, en busca de alegría, libros, fiestica y amores paladeables, mujeres que se adentran en una vida llena de espinas y trampas de masculinidad tóxica. 

Una vida de ansiedad, ojeras, cansancio, alerta permanente, uñas mordidas, dudas para todo, inseguridad por las nubes, euforias repentinas seguidas de bajones infernales. Insomnio, insomnio como el estribillo pesadillesco de una canción en bucle. A pesar de las olas del mar que salen de esa aplicación del móvil para dormir, una vida de ojos abiertos a la nada, al pasado, al abuelo sentado en el porche, al padre frágil sádico, a su amiga perdida en la misma historia de maltrato, a su amiga de piernas largas como carreteras, a sí misma, al frío, a la nada. 

Una vida de acudir a una psicóloga y hablar de su amiga, su amiga feliz y vocinglera que está perdiendo las ganas de vivir por culpa de un maldito psicópata, elegante y carismático psicópata. Hablar de su amiga porque cómo hablar de ella misma, aunque la psicóloga la apremie let's go back to you, cómo hablar de sí misma sin mentir ni adornar nada ni omitir nada, cómo ser franca con alguien si no ha podido serlo nunca consigo misma. Y a pesar de que sus amigas le digan que es igual, que lo importante es hablar aunque no digas toda la verdad, porque ¿quién no le miente un poco a su psicóloga?, ella piensa ¿y entonces para qué sirve?, ¿qué sentido tiene ir a terapia?, pero hablar, hablar de verdad, cómo hacerlo si cada palabra es una imagen, una aguja, una brasa que la perfora, la quema, la aplasta, la deja muda, cómo hablar si cada palabra desaparece cuando reúne el valor de extender la mano para agarrarla. 

Mayte López ha escrito un libro radiante y glacial. Un prodigio de rabia y color y maravilla que deja un sabor extraño en la boca. Una mezcla de admiración y horror, de alegría y rabia, de temblor que es a la vez terremoto y esperanza. 



 


jueves, 20 de enero de 2022

FÁRMACO

He leído muchas reseñas de este libro. Y casi todas hablan más de los reseñistas que del propio libro, lo cual me parece una maravilla: que la literatura pueda hacer así de espejo para los demás no es muy común. Fármaco no se deja describir con facilidad. Quizá porque lo que cuenta es demasiado íntimo, demasiado intransferible. ¿Cómo describir el sentimiento profundo, el dolor abismal de un monstruo que los que no hemos pasado por una depresión no alcanzamos a comprender? Como mucho podemos asomarnos a él. Tomarle las medidas. Calcular la distancia. Y cada metáfora nos acerca y nos aleja de ese temblor que nos esforzamos por imaginar porque quién sabe, a lo mejor un día nos tocará a nosotros estar ahí, llevando un muerto a cuestas, o amando a alguien que lo lleva y que necesitará que le plantemos cara al horror. 

La voz de Almudena Sánchez. Qué hallazgo. Es una voz, como ella misma dice, alterada por los fármacos, los benditos fármacos que convierten el páramo desolado de un cerebro en un jardín habitable. Una voz fina que parece que se va a quebrar al final de cada frase, que se esconde en su timidez pero habla, habla alto y claro y fluido y conmovedora. Una voz que tiembla, que sonríe siempre al borde de la euforia y del llanto. Una voz alocada cuya adrenalina te lanza en un abrazo por los aires y dispara imágenes e ideas en todas direcciones. Una voz capaz de enseñar nuevas formas de percibir el mundo. 

Fármaco habla de la depresión de la autora. De una mente que ya no tira y de un cuerpo que se rinde. Un cuerpo que agoniza, "incendiado y frágil", famélico, hinchado, apático, voraz. Un cuerpo hecho harapos, anestesiado, que anhela desaparecer. Zarandeado entre la vida y la nada, entre el dolor y la promesa de una pausa, un respiro un limbo. Trata de sus ganas de cuchillos. De encontrar la herida que justifique tamaño sufrimiento. La herida real, sangrante, escandalosa, la herida que uno pueda enseñar a los demás para convencerlos de que no es un bajón, un estado de ánimo, una tristeza pasajera, para que dejen de ver un raspón en la rodilla cuando lo que uno tiene es medio hueso fuera y todo astillado y los tendones hechos trizas. 

Fármaco está escrito "con el corazón en la mano, con ceniza en la mano". Hay poesía y vida en cada página. Y muchas cosas (y pesadillas) que no entiendo. Es un libro "para personas tristes con sentido del humor que alguna vez han notado cómo el cerebro se les marchaba". Trata sobre la enfermedad, pero también es un libro sobre la empatía. Sobre la valentía de hacer frente a lo desconocido y tender una mano al abismo. Sobre el ejercicio tan femenino de cuidar: "reconocer los males invisibles y recogerlos con pulso calmado, las manos limpias; uno a uno". 

Los fármacos curan. La presencia y el amor curan. Y la infancia. La infancia es terapéutica. El capítulo sobre Carla es pura belleza estática. Hay todo un mundo glorioso encapsulado en esas cuatro páginas. Un mundo que subrayar de colores y marcar con marcapáginas y al que volver cuando la vida gris y sucia y adulta nos manche con sus tristes miserias. 

"La alegría te asusta: un murciélago gigante. No la visualizas. Procuran ayudarte. Te empujan con la punta de los dedos y caes destrozada. Las palmaditas en la espalda son guantazos. El verano es punzante. ¿Quién le dio un cuchillo al sol? Un mediodía quise salir y a los cinco minutos regresé a casa despeinada, con el pulso a mil por hora y los pulmones fatigados. Corriendo. Es que, que hay mucha luz". 

La depresión no deja rastro, es una herida sin cicatriz. Quizá este libro sea la cicatriz. La huella de lo vivido. Para tratar de comprender. Y no olvidar. 







lunes, 17 de enero de 2022

CANSADAS

Después de leer Feminismo para principiantes, que me gustó tanto, he seguido con este nuevo libro de Nuria Varela, Cansadas, una reacción feminista frente a la nueva misoginia. ¡Me he sentido tan representada en mi experiencia vital de tantos años!

Dice textualmente: "¿De qué estamos cansadas? De leer las necrológicas y descubrir a mujeres de las que nunca habíamos oído hablar, o sí, pero pensábamos que habían fallecido porque no tenían hueco, ni voz, ni en los libros ni en los periódicos. Cansadas de rastrear como detectives nuestra propia historia, nuestros logros. Cansadas de leer entre líneas nuestros éxitos. Cansadas de que la teoría nunca la hayamos podido llevar a la práctica, ni siquiera para nosotras mismas. Cansadas de que desprestigien nuestro lenguaje, nuestro conocimiento, nuestras teorías. Cansadas de que cuando algún retazo de nuestra tradición intelectual es utilizado por algún varón sea aplaudido. Cansadas de que lo hagan sin citarnos. Cansadas de las iglesias, de todas las iglesias, empeñadas en robarnos lo más humano del ser humano, la libertad".

La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2013 puso un calificativo a la violencia contra las mujeres: epidemia. Es un problema de salud global de proporciones epidémicas que afecta a un tercio de las mujeres del planeta. El 38% de los asesinatos de mujeres en el mundo son casos de violencia machista, aunque en realidad es probable que sean muchos más porque muchos países no ofrecen estos datos y es ahí donde con toda probabilidad el porcentaje es mayor. 

Este libro nos hace tomar conciencia de la tolerancia que la sociedad ha desarrollado para no tomar medidas contra esta epidemia. Un ejemplo lo tenemos en España, donde ETA en 43 años de terrorismo asesinó a 829 personas, mientras que en ese mismo tiempo fueron asesinadas 2.771 mujeres. El terrorismo llegó a ser uno de los problemas más importantes para la ciudadanía, según las encuestas. Sin embargo, la violencia contra las mujeres, un problema de derechos humanos, no ha estado nunca entre las prioridades o las preocupaciones destacadas.

En los países occidentales llevamos ya muchos años con una educación reglada que incluye los problemas de desigualdad y de forma transversal las agresiones a mujeres, y sin embargo hoy en los institutos aumenta el número de chicos que toleran o incluso aceptan que exista. Para mí es desalentador. Solo hay que ver el aumento de la extrema derecha para constatar este retroceso en la evolución humanista. 

Es un desdén hacia la vida de las mujeres, una forma de misoginia en sí misma, incluso en la literatura de escritores de la talla de Gabriel García Márquez, que se atrevió a hacer una apología de la violación y la violencia en aquella infausta obra Memoria de mis putas tristes. Desde el comienzo: "El año de mis 90 años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen". Lolita o Don Juan Tenorio son también muestras de ese desdén hacia las mujeres, incluso niñas, que sigue teniendo la aceptación de una sociedad ciega e insensible solo por ser tradición. Se entiende que son obras de ficción. pero mi percepción es que ayudan a banalizar cuando menos un problema tan grave. 

"La violencia es, en la mayoría de los casos, un mecanismo de respuesta ante un conflicto determinado. Y para el patriarcado no hay conflicto mayor que la pretensión de autonomía de las mujeres". Mientras siga la desigualdad en los derechos humanos va a ser muy difícil reducir esa violencia. Ya no solo este tipo de violencia sino cualquier otro. En mi opinión, el consumo de ficción violenta de forma tan generalizada, cuando el criterio de la gente es tan poco asentado, me parece un grave peligro. Es un mundo agresivo fundamentalmente masculino, solo recordar que el 93% de todos los homicidios en el mundo los cometen los hombres.

Isabel.



jueves, 13 de enero de 2022

EL PIANO ORIENTAL

Cada año, por estas fechas, P. me regala un cómic. Parece una tontería, pero es como regalarle un buen pescado a un pescadero. ¿Cómo lo escoge? ¿Cómo consigue encontrar tan fácilmente algo que yo no conozca y me guste? El caso es que lo hace y siempre me sorprende. Y este año, con El piano oriental, se ha superado. 

Las páginas de este libro suenan. Pío, pío, scrouitch, scrouitch, taca taca. La ilustración vibra de vida desde el primer dibujo. De vida y de amor. Y de belleza. Desborda fantasía e imaginación. Es uno de los cómics más bonitos y felices que he leído nunca. 

"Si existiese un metrónomo para el corazón humano, habría indicado que Abdalah era allegro, con repentinos picos de presto". Abdalah fue el bisabuelo de la autora y el creador del "piano bilingüe", un instrumento capaz de producir los cuartos de tono característicos de la música oriental, algo imposible para los pianos normales. Abdalah fue también, en el dibujo de su bisnieta, un pez volador tierno e hiperactivo, siempre sonriente. Porque en este libro los hombres pueden ser peces, y como peces hablan. Y habla la luna. Y hablan las corbatas. 

El piano oriental es un homenaje a un hombre que imaginó la música como un puente entre dos culturas, la libanesa y la francesa, la árabe y la occidental. Y es que es un privilegio que dos culturas formen parte de ti. Que dos idiomas se entrelacen en tu percepción del mundo y configuren tu sensibilidad y tu identidad. Que sean las hebras frágiles y valiosas de lo que eres. 

El piano oriental es una historia de amistad que cuenta cómo un allegro saltarín puede ser amigo del alma de un adagio con bigotes. Es preciosista y dulce. Sencillo y perfecto como un pájaro cantando contigo un aria de Mozart. Es abrir una ventana en París y escuchar el murmullo del mar. 





lunes, 10 de enero de 2022

VIOLETA Y BARRO (firma invitada)

Recordamos con angustia las novelas de posguerra que leímos hace años. Especialmente Nada, de Laforet, cuyo centenario de este año pasado la ha vuelto a poner en el centro de la literatura española de posguerra.

Pero el de Nada es un recuerdo angustioso. Con ese recuerdo amargo de una época durísima de nuestra historia, nos zambullimos en esta novelita maravillosa, Violeta y barro. Y con ella nos sacudimos la amargura y la angustia de esa posguerra urbana, para acoger la ternura de los personajes de esta novela que solo se entiende desde la sororidad y el amor. Una historia ambientada en una pequeña villa que nos hace imaginar en Cataluña, quizás cerca del Pirineo, porque aparecen montañas y partisanos y cuevas y huidas.

Desde un tono ligero y una carga poética en las descripciones de los personajes y la evocación de los diferentes pasajes, la autora, Alicia Rubio, nos presenta a una muchacha llamada Violeta que pasa de la infancia a la adultez con todos los despertares que van asociados a ese salto: el despertar sexual y también el de conocimientos. A través del hueco de su habitación, Violeta escucha las conversaciones de fuera e intenta descifrar los códigos del mundo adulto, un mundo que no llega a comprender del todo, pero que desea ardientemente conocer. Quiere ser adulta. Quiere que dejen de esconderle los secretos. Quiere saber.

Esta es una historia de posguerra con final feliz, aunque nosotros sabemos que no todos los finales de la posguerra lo fueron. Es una historia de clandestinidad y compromiso. De generosidad. De pobreza y hambre. De huida. Y siempre, en el centro de todo, la figura de una mujer valiente y ambiciosa, la maestra de Violeta y de muchas más mujeres y hombres del pueblo, que se agarró a las armas más poderosas de todas para enfrentarse a la desolación de los vencidos: la educación y el amor.

Violeta y barro se termina de leer con una sonrisa. Con el recuerdo de tantas personas que perecieron en la huida. Con el pesar de saber que las guerras dejan muerte y destrucción y las posguerras dejan hambre y dignidades intactas. Como la de Violeta y el resto de mujeres con las que convive. Como la dignidad de doña Pilar, la maestra, comprometida con la causa de la educación hasta las últimas consecuencias.




lunes, 3 de enero de 2022

EL PAÍS DE LOS OTROS

El lenguaje es un campo ilimitado, un terreno de juego inacabable que explorar. Ponerle vallas o vivir con las mismas palabras sin incorporar nuevas es como resignarse a vivir para siempre en el mismo metro cuadrado. Es construirse una jaula invisible que asfixia nuestros pensamientos. Algo parecido ocurre cuando leemos siempre el mismo tipo de libros. La repetición termina siendo tan satisfactoria como la rueda para el hámster. Esta novela de Leila Slimani ha sido para mí como un palo entre los radios de la rueda. Tras la caída, me he encontrado con un montón de palabras nuevas, palabras que me han abierto los ojos a nuevos espacios y sabores y colores, y que han pulverizado cualquier jaula lectora hecha por la costumbre que pudiera tener en mi cabeza. 

Mathilde, trasunto de la abuela de la autora, es una joven francesa, enamorada de Amine, un oficial marroquí que ha conocido en los últimos meses de la segunda guerra mundial. Cuando llega al Marruecos colonial en 1946 se encuentra un país inesperado. Todo le resulta diferente de aquello que había conocido hasta entonces. Tan diferente que, para poder describirlo, necesitaría palabras nuevas, todo un vocabulario liberado de su pasado para expresar las emociones, la luz cegadora, el estupor diario ante tanto misterio y tanta belleza. Mathilde podría trasplantar su cultura francesa en la colonia marroquí, podría tratar de mirar su nuevo hogar con sus ojos de alsaciana. Pero decide no hacerlo. Decide no mirar su nueva vida desde la jaula de sus costumbres. Y se arriesga a buscar palabras nuevas para describir todo lo que no comprende. Aprende árabe. Lo acomoda a su boca. A su volumen. A sus gestos. Aprende nuevas formas de vida, no sólo para apropiárselas sino también para combatirlas. Sobre todo cuando atentan contra la dignidad de las mujeres. Y aprende que el amor por la belleza es común a todas las personas en todas las partes del mundo, pero para que no se extinga y se convierta en indiferencia, es necesario aprender las palabras necesarias para expresarlo y compartirlo. 

El país de los otros es una novela épica de la intimidad. En eso me ha recordado a Hamnet, de Maggie O'Farrell. Las batallas se libran en las cocinas, en la penumbra de las habitaciones. El heroísmo se esconde en las manos de las madres que cuidan de sus hijos heridos. La revolución tiene más que ver con la angustia de los que se resguardan de la violencia que con el arrojo suicida de los que son capaces de inmolarse por una idea. 

También es una novela sobre el mestizaje, y la discriminación que siempre acarrea. A Amine le discriminan sus compatriotas por haber ido a luchar por una Francia colonial que les oprime y encima haberse casado con una hereje extranjera. Y le discriminan los colonos franceses porque, a pesar de todas sus condecoraciones de guerra, a sus ojos no deja de ser "el moro" al que cualquiera tutea. Mathilde, por su parte, siempre será la blanquita extranjera para los marroquís. Y, para los franceses, la que se rebajó a casarse con un "moro" y vivir en la pobreza. Cuando el nacionalismo señala al diferente, las parejas mixtas son siempre el blanco perfecto de la ira de los fanáticos. Y hace falta mucho amor para sobrevivir a tanto desprecio. 

Por último, es una novela sobre un pueblo que exigió libertad e independencia, pero no fue capaz de otorgársela también a las mujeres. Los hombres gritaron y se rebelaron, y la revolución triunfó. Las mujeres gritaron y se rebelaron, y ni ellas mismas lograron escucharse. Marruecos se independizó de la ocupación colonial francesa, pero las mujeres no consiguieron liberarse ni un poquito de la ocupación masculina de sus cuerpos y sus vidas. 

El país de los otros es la primera parte de una trilogía inspirada en la familia de la autora, y que abarcará probablemente todo el siglo XX. Su final abierto me ha dejado con ganas de más. Con ganas de seguir abriendo nuevos horizontes a mis lecturas. Con ganas de seguir rompiendo con la jaula de lo aprendido y seguir incorporando nuevas palabras y miradas a mi forma de ver el mundo.