lunes, 29 de enero de 2024

GOLPE DE GRACIA

Estamos en Boston, 1974. Para fomentar la igualdad y luchar contra la segregación racial que divide la ciudad en barrios parecidos a guetos, la comunidad educativa ha decidido mezclar a estudiantes negros y blancos, trasladándolos de unos barrios a otros. La medida es controvertida y suscita una repulsa inmediata entre la comunidad irlandesa de la ciudad, que no puede tolerar compartir espacios públicos con gente a la que considera chusma. Si les preguntas, te dirán que no tienen nada en contra de los negros. Siempre que se queden en sus barrios y no vengan a mezclarse en los nuestros, claro. 

Al igual que en novelas anteriores de Dennis Lehane, como Cualquier otro día, el racismo es el tema fundamental de Golpe de gracia. O, más bien, la crítica de un racismo estructural y omnipresente, enraizado en una forma de pensar y de vivir que no ha cambiado tanto en cincuenta años. La historia de Auggie Williamson, un chico negro de veinte años al que se le estropea el coche en el barrio equivocado en el momento equivocado, es la historia de tantas y tantas personas negras que son humilladas, golpeadas y asesinadas en todo el mundo por el color de su piel. 

"¿Qué pasará con nuestras tradiciones, nuestro estilo de vida, nuestra sensación de seguridad?", se pregunta un personaje irlandés de Boston en esta novela ante la posibilidad de que sus hijos se mezclen en el instituto con chavales negros. Y es la misma pregunta que se hacen tantos millones de personas, aquí en España, cuando sienten que los otros, los de afuera, los que no visten como nosotros ni hablan ni compran como nosotros, los que tienen nombres raros y a los que se les llama por su origen porque nombrarles por su nombre sería una familiaridad que no merecen, es la misma pregunta que se hacen cuando sienten que esos extranjeros quieren ser respetados e integrados como ellos, tratados como españoles como ellos, como seres humanos como ellos.

Esta es una novela negra eléctrica, rapidísima, con una tensión fulgurante en cada línea de diálogo. La protagonista es una madre de armas tomar que está dispuesta a enfrentarse a cualquier cosa con tal de no dar por buena la desaparición de su hija. Una mujer cuyo racismo interiorizado va poco a poco resquebrajándose, como sucede con cualquier prejuicio, cuando va conociendo los detalles, crudos y desoladores, de la realidad que lo sustenta. Golpe de gracia es dura, estimulante y apela al presente con tanta fuerza que no se puede soltar. 




jueves, 25 de enero de 2024

NO QUEDA NADIE

Empecé 2024 leyendo una novela un tanto enigmática. Me fui con el narrador a un Nueva York asfixiado por el calor, y con él busqué documentación para una tesis sobre la colonización de zonas rurales y desplazamientos forzosos de población durante el franquismo. Aprendí que hasta cincuenta mil personas (¡cincuenta mil personas!) tuvieron que dejar sus casas y trasladarse a otro lugar por motivos diversos, a menudo por las construcciones de embalses y presas (el sueño de la modernidad franquista) que condenaban las raíces de toda esa gente a una muerte por ahogamiento. Entre búsqueda y búsqueda, entre voz y voz de esas migraciones interiores olvidadas, disfruté mucho perdiéndome entre líneas, "orbitando en torno a intuiciones diversas", divagando por los márgenes del tema, prestando más atención a "las reverberaciones secretas de algunas palabras" que a cualquier otro propósito. 

Esta es una novela sobre emigrantes. Sobre la emigración como huida y también como destierro. Como expulsión y arrancamiento. Sobre la emigración como silencio. "Los emigrantes nos familiarizamos enseguida con los silencios y, por ello, un libro de emigrantes es siempre un libro cercado de silencio, como el paseo tranquilo de un padre y un hijo a la orilla del mar". 

La mayoría de las personas que hemos vivido un tiempo lejos de nuestro lugar de origen hemos pensado en cómo nos afectan las raíces. En lo difícil que es echar raíces en otro país, en la suave hostilidad que nos encontramos cuando tenemos suerte, suave porque en la amabilidad, e incluso en el entusiasmo por la inclusividad, también se esconde un señalamiento: nos gustas porque eres distinto, porque vienes de fuera, porque no eres de los nuestros y nunca lo serás. Hay lugares fantásticos para vivir, el París que me acogió o el Nueva York de esta novela, que, sin embargo, son hostiles a la permanencia. Son tierra fértil para todo tipo de maravillas, pero arisca para nuevas raíces. Al final, para tener derecho a un lugar, unas raíces, un sitio donde vivir y que reivindicar como propio, hay que adaptarse a lo que el poder (el urbanismo, la empresa, la cultura, la burocracia, la familia) impone. 

Me han gustado los meandros de esta novela. Las vueltas que da. Es reflexiva, poética y divagante. Deambula por ideas haciéndose preguntas, buscando respuestas como un entomólogo descubriendo mariposas. Me ha parecido impresionista en la belleza estática de ciertas imágenes, como el pelo rubio de una chica "que brilla como la paja seca a punto de incendiarse". Es una novela sobre partir y buscar un nuevo lugar, con todo el sufrimiento y la expectativa que supone. Y también sobre volver a casa, un regreso que, cuando has estado fuera el tiempo suficiente, nunca terminas de completar del todo: "volver a casa no se parece a recuperar algo intacto, sino a dejar un rastro más de sedimento, como un río que sigue fluyendo". 

 


lunes, 22 de enero de 2024

BAJO LA NIEVE

La editorial Hoja de Lata me gusta por muchos motivos, y uno de ellos es sin duda sus novelas policiacas clásicas. Autoras como Margery Sharp (que me descubrió mi querida P.) o Josephine Tey ya pertenecen a mi red de salvamento imprescindible para cuando me adentro en lecturas demasiado profundas o tormentosas. Son elegantes, irónicas, agudas, despliegan una engañosa sencillez para atraparte en tramas inteligentes con distintos niveles de lectura y hacen que el tiempo vuele y se esfume como un girón de niebla en primavera. 

Mi último descubrimiento es Helen McCloy (1904-1994) con su primera novela, Bajo la nieve, que ha llegado después de la publicación en español en 2021 de Un reflejo velado en el cristal. En esta primera entrega conocemos a su protagonista, el doctor Basil Willing, un psiquiatra que trabaja para el fiscal del distrito en Nueva York y cuyo cometido consiste en "valorar la cordura de los acusados y la fiabilidad de los testigos". Aunque, por lo que he podido comprobar, cuando un caso llama su atención, no se limita a asesorar a los inspectores, sino que investiga por su cuenta y, con la sola capacidad deductiva de su privilegiada lógica, llega a profundizar en la psicología de los personajes de una manera asombrosa. 

De madre rusa, carácter un tanto susceptible, "más comprensivo, irascible e intuitivo que el de aquellas nacionalidades en las cuales la coraza de la civilización había tenido tiempo de endurecerse", este Basil Willing "era una prueba viviente de la teoría de que un médico de los locos debe estar un poco loco él mismo para entender a sus pacientes". Y cuando le dicen que, tras la presentación en sociedad de la bella heredera Kitty Joycelin, ha aparecido el cadáver de una chica bajo la nieve que se parece muchísimo a ella y que, a pesar del frío evidente y tras horas de la muerte, el cuerpo sigue sorprendentemente caliente, su mente empieza a hilvanar hipótesis tras hipótesis. 

Esta es una novela sobre el impacto de la publicidad en los cuerpos de las mujeres, sobre el engaño y las apariencias, sobre los tejemanejes de una madrastra de "dulzura mortífera", sobre un Nueva York que vibra con el bullicio y las luces y la nieve mágica que sigue encandilándonos hoy en día y sobre un psiquiatra tímido y elegante al que le voy a seguir la pista de cerca a partir de ahora. 





jueves, 18 de enero de 2024

EL ABISMO DEL OLVIDO

"Cuando los arqueólogos occidentales abrían las tumbas del antiguo Egipto, se decía que las almas de sus ocupantes se liberaban tras milenios de silencio. En cierta forma, lo mismo ocurre con nosotros. No hemos hecho más que esperar en silencio durante más de setenta años. Esperamos casi cuarenta años que muriese la dictadura y volviese la democracia. Y esperamos cuarenta años más para que la democracia se preocupase por devolver la dignidad a sus muertos". 

En la librería recomiendo mucho este cómic desde que se publicó a finales del 2023 y, cuando la gente me pregunta de qué va, digo que trata sobre las fosas de la guerra civil. Es una apuesta arriesgada decir eso, hay gente que arruga el ceño. Imposible, por otro lado, obviar esas palabras. Fosa. Guerra civil. Realidades tangibles e históricas que, ochenta años después, nos siguen manchando de sangre las manos. 

Mucha gente querría dejar a los muertos en paz. Asumir lo que ocurrió y pasar página. Es la misma táctica que en las discusiones familiares, en las meteduras de pata y en cualquier conflicto de cualquier tipo: volver la cabeza y a otra cosa, como si no hubiera ocurrido. Pero ningún conflicto se resuelve ignorándolo. Ninguna herida sana si no se empeña uno mínimamente en tratar de curarla. Y la tierra de nuestro país está sembrada de decenas de miles de heridas que nunca sanaron porque nunca nadie tuvo la voluntad (ni la valentía) de hacerlo. 

Sí, de valentía. Para sanar una herida hace falta repartir responsabilidades. Culpas. Hace falta que alguien asuma que se equivocó, que hirió, que provocó dolor. Hace falta que alguien pida disculpas por lo que hizo. O que, en su ausencia, haya una verdad consensuada sobre la que construir la reconciliación. 

Esta historia de Rodrigo Terrasa convertida en viñetas por Paco Roca habla sobre el consuelo de poder despedirse al fin con dignidad de un padre asesinado y arrojado a una fosa junto a otros cientos represaliados. Y también, de la angustia de no poder hacerlo. Durante la reciente pandemia de covid todos lo tuvimos muy presente cuando a tantos miles de personas se les negó la posibilidad de morir cerca de sus seres queridos y a estos, el consuelo de despedirse y apoyarse en los rituales básicos de cariño y aceptación sobre los que se sustentan las raíces del duelo. 

Esta es la historia de un héroe discreto, uno de tantos que sobrevivieron a la dictadura callando y conservando la dignidad mediante pequeñas sublevaciones que además ayudaron a mucha gente a conservar la suya. Un héroe republicano que trabaja de sepulturero tras la guerra, enterrando a otros republicanos con peor suerte, y que se dedica a guardar clandestinamente objetos personales y ropa de los muertos para dárselos a sus familiares a escondidas y que así puedan guardar algo tangible de ellos junto a sus recuerdos. Y que, además, lleva un registro meticuloso de la localización de los cuerpos que entierra en las fosas, por si algún día alguien pregunta por ellos y se les permite enterrarlos con dignidad. 

Un régimen asesino quiso condenar al abismo del olvido a todas las personas que no se sometieran a sus dogmas. Y muchas nunca consiguieron volver de él. La lucha por conservar la memoria y restituir la verdad de lo que ocurrió es una tarea diaria que nos dignifica. En 1940 en España, en 1945 en toda Europa, en 1995 en Bosnia y en 2023 en Gaza. 





lunes, 15 de enero de 2024

MAX BURBUJA

¡Cómo mola Max Burbuja!
¡Es que me parto con él!
No sé cómo lo hacía, pero El Hematocrítico era capaz de sacar el humor hasta debajo de las piedras y decir cosas importantes, muy importantes, desde la carcajada. Raro don, ese. 

Max Burbuja es un niño especial. Nueve años, hijo único, nieto único, de padres separados, su madre le dice que se llama Burbuja porque es "especial, delicado, fantástico, maravilloso y porque le gusta a todo el mundo". Y bueno, quizá todo eso sea verdad, jeje, pero la verdad es que Burbuja es su apellido real. Y claro, con un apellido así, un niño no puede ser otra cosa que extraordinario. 

Y para extraordinario, el horario semanal de clases y actividades que le preparan sus padres. Excursiones, mindfulness, clase de ajedrez, de música, natación, el pobre Max no para quieto ni los domingos. ¡Está agotado! Y para su cumpleaños, que está al caer, decide que no quiere más cosas, que ya no sabe qué hacer con ellas, si ni siquiera tiene tiempo para prestarles atención. Para su cumpleaños se pide... ¡Tiempo! ¡Tiempo libre! Quiere aburrirse un ratito en su vida. Quiere no hacer nada. ¿Es tanto pedir? 

De esto trata la primera aventura de Max Burbuja, pero hay cinco más con las que pasártelo bomba y ver el mundo desde la perspectiva del único e incomparable Max y su grupito de amigos, a cada cual más especial. Otro regalo maravilloso que nos dejó El Hematocrítico para no parar de reír y de iluminar la vida con otras formas de mirar el mundo. 




jueves, 11 de enero de 2024

OH, QUÉ ESPLÉNDIDA MÚSICA

Este es un libro para quedarse a vivir en él. Sé que es una frase hecha, pero no leo tantos libros en los que me quedaría a vivir. Casi ninguno, de hecho, si me paro a pensarlo bien. Las vidas paralelas que me prestan mis lecturas no suelen ser lo que se dice muy plácidas. Hay crímenes, pasados tormentosos, pasiones que acaban como el rosario de la aurora, vidas complicadísimas que me procuran un placer inmenso precisamente porque no son la mía, porque cierro el libro y todo lo que veo a mi alrededor es un paraíso comparado con lo que acabo de leer. Sin embargo, muchos aspectos de este libro no solo están a la altura de lo que ya pasa en mi vida, sino que son parte de lo que quiero que pase. Esta historia, con su candidez, con su inocencia, con su luz, su asombro, su serenidad, su sensibilidad, su transparencia, su belleza, su curiosidad, esta historia es toda ella un ejemplo de las cosas buenas que hacen que la vida merezca la pena. 

La autora la escribió en los años cuarenta, en lo más crudo de la guerra, en la mesa de la cocina mientras afuera caían bombas. Y consiguió crear un refugio maravilloso de imaginación, una burbuja de infancia dorada, que sigue brillando en la imaginación de los lectores con la misma dulce intensidad. 

Si pienso un poco en la literatura de la época, especialmente en la literatura española, no encuentro nada ni remotamente parecido a esta novela. Todos los escritores que me vienen a la cabeza (Carmen Laforet, Blas de Otero, Gabriel Celaya, Camilo José Cela, Ramón J. Sender o Buero Vallejo) escriben, con todo el sentido, desde el desgarro, desde la introspección dolorosa y desencantada, nunca desde el amor luminoso y la bondad y la generosidad inocente. Por eso todavía me admira más esta novela, por proceder del mundo en ruinas del que procede y haber salido intacta de él, así de pura y prodigiosa, como si viniera de otro planeta. 

Hay muchas escenas de esta infancia feliz, trasunto de la infancia de la autora en la Inglaterra rural anterior a la primera guerra mundial, que se me han quedado grabadas, y que sé que se me irán poco a poco olvidando, cristalizando en esa sensación o ese color con el que recordamos en abstracto muchas lecturas felices. Pero hay una escena que se repite varias veces que no quiero olvidar, porque me ha ensanchado los pulmones y me ha hecho llorar, y por eso la voy a recordar aquí: 

Ruan es una niña solitaria que pasa la mayor parte de sus días hablando con un amigo imaginario. Pero un día su padre, un pastor protestante, le dice que ya es una niña mayor y tiene que despedirse de él. ¿Pero adónde irá sin ella? ¿Cómo sabrá ella que estará bien? No encuentra la solución hasta que le cuenta su angustia a David, un amigo un poco mayor que ella, que la escucha muy serio y le ofrece hacerse cargo de su amigo. Lo llevará siempre en el bolsillo de la chaqueta, cerca del corazón, y así se sentirá cuidado y acompañado. Y cuando se despide de ella, con una sonrisa, se toca la solapa, en un gesto que repetirá siempre que se despida de ella, y que mantendrá año tras año, como forma de sostener en el tiempo un vínculo desligado ya de la infancia, un hilo irrompible de confianza, imaginación y amor entre los dos. 

Y así recuerdo ahora esta novela. Con la sonrisa de un chico que se toca la solapa de la chaqueta y una chica más pequeña que le devuelve la sonrisa, callados los dos, sin necesidad de decir nada para saber que todo está bien, que, pase lo que pase, el mundo dorado de su infancia está a salvo entre los dos. 




lunes, 8 de enero de 2024

UNA MONTAÑA LEJANA

Los editores de Amok, especialistas en traernos maravillas de la literatura asiática, me han hecho descubrir el cómic que más me ha impactado últimamente por la impresionante belleza de sus ilustraciones. ¿Cómo lo hace Chongrui Nie? ¿Cómo consigue, con lo que parece que son unas simples rayas negras y grises perpendiculares y paralelas, transmitir tantísima expresividad? Este libro no suelo recomendarlo como los otros. Se lo tiendo a la persona con la que estoy hablando y le digo: ábrelo. Normalmente no suele hacer falta mucho más. 



Pero se puede contar mucho más, por supuesto. Porque la historia es fascinante. El autor retrata escenas de la revolución cultural china en una zona de montaña llamada Guancen, en la que vivió durante años trabajando en una fábrica de armamento. Son escenas a veces tranquilas, pero otras violentas, de una crueldad gratuita, propia del fanatismo religioso que imperaba a finales de los años sesenta en China. Y que tan bien contó Juan Gabriel Vásquez en Volver la vista atrás

El autor transmite ante todo la alegría de dibujar, perdido en las montañas, todo lo que le rodea. El dibujo se vuelve un refugio, un escape de un mundo a menudo difícil de comprender. Siente fascinación por la naturaleza salvaje, con su belleza y su peligro. Y también por esos templos milenarios escondidos en los valles que los guardias rojos se empeñan en destruir. Esos guardias rojos, jóvenes de la ciudad que causan alboroto, peleas y todo tipo de desórdenes allá donde van. Legitimados por la ideología dominante, son unos canallas fanáticos que arrasan con todo, a menudo por el simple placer de ostentar el poder y destruir a voluntad. 

El autor mantiene un vínculo profundo con las montañas Guancen durante toda su vida. Volverá a ellas una y otra vez y no dejará de recordar todo lo que allí vivió, la gente que conoció y todo lo que ya solo puede volver a ver cuando cierra los ojos, se zambulle en los recuerdos y los abre en la realidad paralela, bellísima, de sus dibujos. 

Este es un libro para guardar cerca. Para tener siempre a mano y poder recurrir a él cuando el mundo se vuelva insoportable y necesitemos belleza, raudales de belleza, para poder sobrellevarlo. 




jueves, 4 de enero de 2024

ABUELASAURIO

¿Quién quiere irse a la cama? ¡Es lo más aburrido del mundo! Las luces se apagan, los colores se van, el mundo se queda callado y quieto y la diversión se aleja como un tren en la noche. ¡No mola nada irse a dormir! 

A menos, claro está, que quien te lo proponga sea tu abuela. Y diga: ¡Soy tan mayor y tan grande como los dinosaurios, soy una abuelasaurio! ¡Así que más vale que te vayas corriendo a la cama! ¡Grrr! Y ahí sí que nos ponemos a correr, ¿verdad? Subimos las escaleras de tres en tres, nos zambullimos en el pijama, nos arrebujamos bajo las mantas y nos quedamos atentos con los ojos como platos a los rugidos que suben del piso de abajo: "La abuelasaurio se muere de hambre. ¿Hay por aquí algún niño tierno y jugoso que esté todavía despierto?"

Y nos dormimos, vaya si nos dormimos. Hasta que algo nos despierta y oímos ruidos raros. Un retumbar extraño. Música vibrando y luces de colores que se cuelan por debajo de la puerta. ¿Será un sueño? ¿Será real? ¡Pero si es una dinofiesta! ¡Y está organizada por la abuelasaurio más molona del mundo!

Abuelasaurio es un álbum infantil para troncharte de risa, con las peripecias más locas y fantasiosas e imposibles que te puedas imaginar para pasar una dinonoche IN-OL-VI-DA-BLE. 






martes, 2 de enero de 2024

OCTUBRE, OCTUBRE

Llorando a lágrima viva. Así he terminado las últimas páginas de esta preciosidad de novela, todo un descubrimiento y un sorpresón y la mejor de las noticias posibles para este buscador de tesoros literarios que llevo dentro. Y de eso va la historia, de buscar tesoros. En las orillas del Támesis y en lo profundo de los bosques. En la mirada de una lechuza y en el olor de la nieve antes de caer. 

"Octubre es el mejor mes cuando vives en el bosque, y a lo mejor también cuando no, pero eso ya no lo sé con seguridad. Es cuando los árboles empiezan a desprenderse de sus hojas y estas caen a la tierra parcheada, que refulge como el fuego. El aire cruje con el susurro de la escarcha y el cielo huele a humo. Todo parece nuevo y emocionante". 

Octubre, Octubre. Oigo una voz que dice: Octubre, Octubre. Como si pronunciara un conjuro o pidiera un deseo. Octubre, Octubre. Una voz que huele a miel y a barro y crepita como el fuego. Una voz que llama a una niña por su nombre. "Papá dice que él y la mujer que es mi madre se pusieron a soltar nombres a voleo deambulando por la habitación, pero que estos rebotaban en las paredes y caían al suelo de golpe porque ninguno era el bueno. Y que, cuando me llevaron de vuelta al bosque, la estufa que tiene fuego en la panza y los pájaros y los tejones y las hojas caídas y papá dijeron "Octubre" y el nombre echó a volar. Así que este es mi mes". 

Cuando terminé el primer capítulo cerré el libro y pensé: un solo capítulo leído, uno solo, y madre mía, por favor ¿pero qué maravilla es esta? Entre las hojas latía un corazón y crujía el hielo y una lechuza me miraba con ojos de descubrir tesoros y dejarte sin respiración. Esta novela es poética, intensa, de una sencillez preciosísima. Consigue que el vuelo libre de una lechuza te haga llorar. A veces le leo algún párrafo a P. en voz alta y siento lo mismo que Octubre cuando aprendió a leer, porque es "como si cada sonido fuera un matorral que debía atravesar para llegar al final". 

Y tiene tantas lecturas. Es un libro que grita libertad. Libertad para vivir sin las ataduras del gris asfalto y el ruido de gente y el humo y el plástico y los edificios que matan la vida y nos quitan la alegría. Libertad para vivir salvajes en contacto con la naturaleza, porque por más que nos eduquen en espacios cerrados, obligándonos a estarnos quietos y sentados durante horas y a obedecer y obedecer y obedecer normas que no entendemos, la corteza de un árbol o el canto de un pájaro se parecen más a nosotros que cualquier tecnología que inventemos para vivir. 

Es una historia cuya belleza duele. Duele la fragilidad. Hay escenas que brillan y acarician dañando, como cuando Octubre se enfrenta por primera vez en su vida al impacto del ruido de un recreo en el colegio y "la pared de sonido casi la derrumba". Hay escenas que son espejos para mi sensibilidad. Y me veo ahí, mudo y agredido, con el mundo detenido y rompiéndose a pedazos, me veo en todas las veces en mi vida en que el volumen de ruido, ya sea en un colegio, en un concierto o en una comida familiar, me ha resultado incompatible con la vida. Con mi vida. 

Octubre, Octubre es un libro mágico. Va sembrando tesoros en la tierra de cada lector con la esperanza de que algún día, alguna frase germine y se convierta en vida. En mi tierra, ya ha florecido y se ha vuelto bosque.