Estamos en Boston, 1974. Para fomentar la igualdad y luchar contra la segregación racial que divide la ciudad en barrios parecidos a guetos, la comunidad educativa ha decidido mezclar a estudiantes negros y blancos, trasladándolos de unos barrios a otros. La medida es controvertida y suscita una repulsa inmediata entre la comunidad irlandesa de la ciudad, que no puede tolerar compartir espacios públicos con gente a la que considera chusma. Si les preguntas, te dirán que no tienen nada en contra de los negros. Siempre que se queden en sus barrios y no vengan a mezclarse en los nuestros, claro.
Al igual que en novelas anteriores de Dennis Lehane, como Cualquier otro día, el racismo es el tema fundamental de Golpe de gracia. O, más bien, la crítica de un racismo estructural y omnipresente, enraizado en una forma de pensar y de vivir que no ha cambiado tanto en cincuenta años. La historia de Auggie Williamson, un chico negro de veinte años al que se le estropea el coche en el barrio equivocado en el momento equivocado, es la historia de tantas y tantas personas negras que son humilladas, golpeadas y asesinadas en todo el mundo por el color de su piel.
"¿Qué pasará con nuestras tradiciones, nuestro estilo de vida, nuestra sensación de seguridad?", se pregunta un personaje irlandés de Boston en esta novela ante la posibilidad de que sus hijos se mezclen en el instituto con chavales negros. Y es la misma pregunta que se hacen tantos millones de personas, aquí en España, cuando sienten que los otros, los de afuera, los que no visten como nosotros ni hablan ni compran como nosotros, los que tienen nombres raros y a los que se les llama por su origen porque nombrarles por su nombre sería una familiaridad que no merecen, es la misma pregunta que se hacen cuando sienten que esos extranjeros quieren ser respetados e integrados como ellos, tratados como españoles como ellos, como seres humanos como ellos.
Esta es una novela negra eléctrica, rapidísima, con una tensión fulgurante en cada línea de diálogo. La protagonista es una madre de armas tomar que está dispuesta a enfrentarse a cualquier cosa con tal de no dar por buena la desaparición de su hija. Una mujer cuyo racismo interiorizado va poco a poco resquebrajándose, como sucede con cualquier prejuicio, cuando va conociendo los detalles, crudos y desoladores, de la realidad que lo sustenta. Golpe de gracia es dura, estimulante y apela al presente con tanta fuerza que no se puede soltar.
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