"Conocer los hechos históricos no es garantía de comprender la historia. Entendí esto al leer a una autora fascinante, la bielorrusa Svetlana Aleksiévich, Premio Nóbel de Literatura de 2015, una de mis referentes periodísticas". Lo dice Javier Borràs, que en este libro ha compartido sus experiencias en ese gigantesco país que es China, un lugar que siempre despertó mi curiosidad: en la época de Mao porque me parecía demencial que un descerebrado como él pudiera hacer tantísimo daño a un pueblo tan inmenso; luego, con un atisbo de esperanza, cuando le sucedió Deng Xiaoping; y más tarde, cuando Xi Jinping, el actual presidente, consiguió situar en el panorama económico a su país con un crecimiento como jamás se había conocido.
Como dice Borràs, la historia no puede comprenderse sin el poder evocador de la buena literatura. Solo leyendo novelas no puede entenderse una época pero sin ellas la aproximación es imposible. Este verano decidí que iba a dedicar mis lecturas al periodismo comprometido, para el que Óscar ha reservado un espacio especial en nuestra librería, justo a la entrada, y donde ya encontré joyas como Océano África o El camino de la bestia. Serán un complemento a tantos relatos de ficción maravillosos que me han ayudado a situarme en la historia de la Humanidad.
China es un mundo de contradicciones. El pasado, marcado por la intensidad y la miseria, y el presente, por la creciente abundancia: en ambos casos, con el terrible peso de una dictadura que lo controla todo. ¿Será mejor una sociedad en la que ya casi nadie muere de hambre pero la libertad sigue totalmente limitada y el vacío y el cinismo se han convertido en valores dominantes?
La legitimidad del Partido Comunista se sostiene al aunar el autoritarismo de partido único con la estabilidad y el buen desarrollo económico, como si uno no pudiera tener éxito sin el otro. La drástica reducción de la pobreza, el mayor crecimiento económico de la historia humana y el bienestar extendido a millones de personas en apenas unas décadas son los logros con los que el Partido justifica su permanencia en el poder.
Gracias a tantos periodistas dispersos por tantos países que nos acercan a ellos, nos ofrecen su mirada y nos ayudan a comprender la diversidad de un mundo complejo que, a pesar de las diferencias, tienen mucho en común con nosotros en sus inquietudes y esperanzas.
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