jueves, 7 de abril de 2022

AZUCRE

Lluvia sin fin. Un invierno sin sol. La tierra se pudre. Las mujeres lloran. La tierra los odia, si no, no les haría esto. Deslomarse toda la vida para acabar cuidando este suelo muerto, que ya no es capaz de dar ni una mísera patata. Las mujeres pierden a sus hijos. Se les vacían los brazos y las ganas. Y sus maridos se marchan, emigran al otro lado del mar en busca de un futuro, otra vida, o quizá solo otro cielo que deje pasar la luz y el calor necesarios para un nuevo comienzo. 

La Galicia de esta novela huele a lluvia y a desesperanza. A una luz ahogada por una manta de agua que no deja pasar la alegría ni el aire. De allí parten centenares de rapaces en dirección a Cuba. El paraíso prometido. Estamos en 1853 y cualquier cosa más allá del mar es tan real como una historia de la Biblia o como los cuentos de meigas con los que sus madres les alertaban de pequeños de los peligros del mundo. Cuba es una promesa. Y allá van, en procesión, todos juntos, sonriendo ante la posibilidad de volver ricos, de comprarse un pazo y llenar la panza todos los días hasta que se acostumbren al sabor de la felicidad. 

"Uno no sabe qué creer cuando todo es posible. Cuando va a un lugar que no se sabe dónde está, por un camino que nunca ha transitado. Todo lo que cuenten podría ser. Y todo lo que tiene que ver con el demonio, más". 

Aunque nada más llegar, el demonio no aparece por ningún lado. Con esa luz, ¿cómo podría? En Cuba el sol se derrama y "la ciudad parece una ventana abierta al cielo, un lugar donde los colores hieren la vista. Un lugar con esta luz no puede traer cosas malas, la maldad se oculta, no podría sobrevivir aquí. Los colores se salen de las cosas para atravesar las pupilas y los ojos no son suficientes para comprender el entorno". 

En Cuba también las cosas tienen nombres distintos. "¿Qué haremos si no sabemos llamar a las cosas? El que no sabe es como el que no ve". Y en un mundo despiadado, donde el dinero es la medida de todas las cosas, los ciegos se convierten tan fácilmente en esclavos. 

Esta es una novela sobre un viaje al infierno. Un viaje real, que vivieron mil setecientos gallegos cuando llegaron a Cuba y se encontraron con que el trabajo que les prometieron, en vez de a la riqueza, los conducía a la reclusión, al dolor y a la muerte. Hay frases memorables en cada página. Frases como martillazos, o como mareas que te arrastran a un estado de maravilla y estremecimiento continuo. Tiene una cadencia seca y profunda que parece salir de la misma tierra y te deja en la memoria una huella indeleble.

 




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