lunes, 26 de febrero de 2024

LOS DIEZ MITOS DE ISRAEL

Israel tiene derecho a defenderse. Este es el mantra que se lleva repitiendo desde hace décadas ante cada acto violento cometido por los palestinos. Y que no ha dejado de repetirse, día sí día también, en los medios de comunicación desde el 7 de octubre de 2023. Pero, curiosamente, nunca hemos escuchado en esos mismos medios, ni hace años ni ahora, que Palestina tenga derecho a defenderse. Por cada israelí muerto han muerto seis palestinos en las últimas décadas. Quién sabe cómo se ensanchará esa desproporción cuando acabe el genocidio empezado hace cuatro meses. Y no deja de llamarme la atención que la lógica sea que a quien más muere, menos derecho se le concede a defenderse. Que esto lleva siendo así desde hace casi un siglo ya es innegable y solo se explica con una política racista y violenta: la que ha utilizado Israel, sirviéndose de su condición de víctima del Holocausto, para oprimir, maltratar, encerrar y, ante la imposibilidad de expulsar definitivamente de su tierra, exterminar al pueblo palestino. 

Ilan Pappé es uno de los historiadores israelíes más reconocidos internacionalmente. En este libro de lectura sencilla y brevedad irresistible, enuncia diez mitos, diez mentiras que han usado Israel y la comunidad internacional de países ricos para mantener un sistema de apartheid en Palestina y que han calado tanto en nuestra forma de entender el conflicto que muchos ni nos los cuestionamos. Los diez mitos son: que Palestina era una tierra vacía antes de la creación del estado de Israel, que los judíos eran un pueblo sin tierra, que el sionismo es lo mismo que el judaísmo, que el sionismo no es colonialista, que los palestinos abandonaron voluntariamente su tierra en 1948, que la guerra de 1967 fue inevitable, que Israel es la única democracia de su entorno, que los acuerdos de Oslo fracasaron por culpa de Arafat, que Gaza es un nido de terroristas y que la solución de los dos estados es el único camino hacia la paz. 

Mediante estos mitos, Israel ha logrado convencer a una mayoría de los israelíes y a una parte importante de los países más ricos del mundo, de que el pueblo palestino no tiene el mismo derecho que el pueblo israelí a vivir en su tierra. Que el pueblo palestino no tiene derecho moral a la tierra, porque el derecho de los israelíes es superior. La aceptación tácita de estos mitos por parte de la mayoría de los países occidentales explica por qué no hay genocidio capaz de hacer que se movilicen en favor del pueblo palestino, por qué los palestinos nunca podrán ser reconocidos como víctimas, por qué siempre recaerá sobre ellos la sospecha del terrorismo, la culpa última de su situación. Es la misma táctica que usa el patriarcado contra las mujeres víctimas de agresión sexual: cuestionar su actitud, su ropa, su respuesta, su vida privada, su rabia o su apatía y cualquier aspecto imaginable para proyectar la sospecha de culpa, para poner en duda su derecho a la reparación y a la justicia. 

El objetivo del sionismo fue claro desde el principio: "apoderarse de la mayor cantidad posible de territorio palestino con la menor cantidad posible de palestinos". "Al negarles la ciudadanía por un lado y no permitirles la independencia por otro, condenaba a los palestinos de Cisjordania y la franja de Gaza a una vida sin derechos civiles y humanos básicos". 

La calidad democrática de una nación se mide por la tolerancia y la inclusión de sus minorías y de los grupos que confrontan sus gobiernos y sus instituciones. La calidad democrática en Israel nunca ha sido muy buena. Y ha ido degradándose hasta ir pareciéndose cada vez más a un estado autoritario de etnia homogénea en el que se reprimen a las minorías hasta el punto de negarles derechos fundamentales, de expulsarlas, de confinarlas en guetos y, en último extremo, de exterminarlas. 

La solución de los dos estados, esa que defienden tantos líderes mundiales constantemente, es inviable hoy en día, con una Gaza en ruinas y un genocidio en marcha. Pero ya lo era para Ilan Pappé en 2017, cuando se publicó este libro. ¿Qué pueblo acepta que otro ocupe su tierra y lo expulse de más de la mitad de su territorio? ¿Qué pueblo acepta que se le niegue el derecho al regreso a su lugar de origen cuando se le ha expulsado de él y se le ha condenado a una vida de refugiado desde 1948? Pero también es inviable para los palestinos por la fragmentación de los núcleos de población palestina en Cisjordania provocada por los asentamientos de colonos israelíes. Crearía un estado palestino sin soberanía propia, incapaz de protegerse de un Estado israelí que lleva ochenta años demostrando que no considera a los palestinos personas con derechos. Los palestinos con nacionalidad israelí seguirían siendo ciudadanos de segunda y los refugiados seguirían sin poder regresar a la tierra de la que sus antepasados fueron expulsados (sin que Israel haya asumido nunca su responsabilidad). 

Pero la solución de los dos estados, vendida a la comunidad internacional como un castillo de humo que ningún gobierno israelí está dispuesto a hacer realidad, no solamente es inviable, sino que representa un obstáculo para la paz. Pappé lo explica así para concluir su ensayo: "Los pueblos colonizados, afirma la Carta Fundacional de la ONU, tienen derecho a luchar por su liberación, incluso con un ejército, y el final exitoso de su lucha radica en la creación de un estado democrático que incluya a todos sus habitantes. Una discusión sobre el futuro, liberada de los diez mitos sobre Israel, no solo ayudará a traer la paz a Israel y Palestina, sino que también ayudará a Europa a cerrar adecuadamente los horrores de la segunda guerra mundial y la época oscura del colonialismo". 






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