lunes, 12 de febrero de 2024

AMOR SIN FIN

Un chaval de diecisiete años le prende fuego a una casa con su novia y su familia dentro. Ese sería el titular amarillista que resumiría el armazón de esta novela. Y todos pensaríamos encontrar una historia de desvarío y asesinato. Y todos descubriríamos una historia de amor.  

Esta novela brilla y quema. Es de una intensidad agotadora, de una belleza arrebatadora. Es vehemente, monumental, trágica. Neurótica y obsesiva, un torbellino. Cuenta la historia de un amor que se sale de los márgenes de la cordura para navegar en aguas desconocidas. Y apunta con un dedo a cualquiera que haya estado enamorado alguna vez y haya visto cómo su amor se escapaba o se rompía y le dice: dime si no te reconoces en esto, dime si esto no ha sido así, tal y como lo cuento, alguna vez en tu vida. Dime si esta locura no es verdad. Y dime si alguna vez podrás arrepentirte. 

Estar enamorado es ceder a la parte más ingobernable, más viva y loca de nuestra identidad. Es ver significados ocultos y extraños en todas las cosas, es sentir que todas las cosas están irresistiblemente conectadas contigo, que todo tiene profundidad y emoción, que el mundo vibra al compás de una música que solo suena en tu cabeza. Estar enamorado es vivir permanentemente, como dice el narrador, en "un estado lacerante de conciencia". Lacerante, porque la intensidad abruma y el daño acecha en cada palabra, en cada silencio. Porque esa parte loca de nosotros nos hace entrar en una espiral de obsesión que por momentos nos conduce hacia una locura real aterradora. Es una sensación de euforia sobrenatural, de sensibilidad extrema, de vibración. Sí, de vibración interior: "si mi mente pudiese haber emitido algún sonido, habría reventado una hilera de copas de vino". 

"Nada me pasaba inadvertido y todo portaba en sí una especie de drama". Esto: ser el centro de una historia excepcional, el protagonista de un poema, de un cuento, una novela, una película. Sentir que cada gesto cuenta, que el mundo es un escenario, que hay un público que te mira y mirarte con sus miradas, y construir un mundo imaginario que es un escenario gigante lleno de espejos en los que tu reflejo se multiplica hasta el infinito y que todo, absolutamente todo lo que haces, está dirigido a ese amor que es el fuego inventado en el que te consumes de verdad. Porque ese fuego inventado es más real que la realidad, es la única realidad válida, "más real que el tiempo, más real que la muerte", que cualquier cosa queda supeditada a ese bien supremo, incluso la salud, la razón y hasta la vida. 

Me ha encantado cómo esta novela describe la sensación de heroicidad, de transgresión, de ser un revolucionario rompiendo todas las reglas, un poeta descubriendo un nuevo lenguaje, inventando el amor. Qué ridículo parece este adanismo, y lo seriamente que uno se lo cree. Y lo irrazonable que se vuelve. Hay una parte de la lógica que se rompe y uno se refugia ahí y cierra los oídos a todo lo que no sea el deslumbramiento interior, el fogonazo y el dolor y la euforia constante. Y se aísla de cualquier sensatez y desprecia cualquier sensatez, y la sensatez se vuelve lo inconcebible, la monotonía, una camisa de fuerza, la muerte. 

Amor sin fin es una novela extremadamente fluida e inteligente. Seductora y precisa. Hurga en las emociones, las disecciona con la delicadeza de un coleccionista de mariposas. Recuerda por momentos la prosa envolvente de Dominick Dunne. Y por el amor salvaje que rompe todas las costuras, Salvar el fuego, de Guillermo Arriaga. De un incendio, ambos protagonistas no dudarían en dejar todo lo demás y salvar el fuego. 

La he leído pensando que no voy a poder recomendársela a nadie. ¿Cómo defiendo la barbaridad que es esta historia? Cómo convenzo a alguien de leer 560 páginas de obsesión angustiosa y belleza opresiva, la belleza de esas flores voraces y excesivas en su exuberancia que crecen en ambientes cuya humedad se vuelve casi incompatible con la vida. Esta novela derrocha emociones e intensidad en cada página, fluctúa, se pierde, se encuentra y divaga "con el abandono de los piratas borrachos que se tambalean por los puertos con un saco lleno de oro". Si alguien decide adentrarse en ella, que vaya preparado para un viaje arriesgado. Puede volver convertido en otra cosa. 





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