jueves, 10 de octubre de 2024

DESCOLONIZANDO LA MENTE PALESTINA

Israel está en todas las noticias desde hace ya más de un año. Nos levantamos y nos acostamos con la misma palabra. Israel. Un diminuto estado en la otra punta del Mediterráneo. El adalid de la guerra declarada contra los derechos humanos desde hace 75 años. Israel. Un estado que no tolera la existencia de ninguna amenaza y responde siempre con violencia ante cualquier persona u organización que perciba como un riesgo para su integridad. Un estado que tiene en el centro de su identidad su condición de víctima y, por lo tanto, necesita siempre un agresor que señalar para reconocerse en su identidad. Un estado preso de la violencia que provoca para poder seguir enarbolando su excepcionalidad. 

Hace unos meses, España reconoció el Estado de Palestina. Se unió así a los otros 144 países que lo han reconocido, tres cuartas partes de los países que integran las Naciones Unidas. Pero por mucho que se sucedan los reconocimientos internacionales, la realidad es que no existe de facto un Estado Palestino propiamente dicho, sino un Estado Israelí con derechos exclusivos para los judíos que priva de los derechos humanos fundamentales a los palestinos, con muchas semejanzas a la Sudáfrica del apartheid. 

La solución de los dos estados ya era imposible antes del 7 de octubre de 2023. No se puede crear un Estado Palestino sin continuidad territorial, con asentamientos de colonos judíos en su interior, con un muro externo e interno creado para separar comunidades y privilegiar los desplazamientos judíos, con una parte del territorio bloqueado y con una ley racista que discrimina a los palestinos que viven en Israel. Pero ahora la solución de los dos estados se ha vuelto del todo inimaginable. ¿Qué estado palestino puede surgir con un país vecino que tiene carta blanca internacional para asesinar a sus ciudadanos? 

Para este pequeño ensayo, Haidar Eid se ha inspirado en las posiciones de Edward Said, el intelectual palestino que criticó duramente los Acuerdos de Oslo y la connivencia de los gobiernos palestinos con la ocupación israelí y sus abusos. Junto con Ghassan Kanafani y Mahmoud Darwish, Said «contribuyó decisivamente a que Palestina se convirtiera en la causa con un contenido más moral de nuestro tiempo». Y centró su enfoque en señalar el error de confiar en que se llegaría a un acuerdo con Israel que trajera la paz y restituyera los derechos fundamentales de los palestinos. La alternativa para Said, para Haidar, y para un número cada vez mayor de palestinos, es la creación de un estado único laico y democrático en el territorio de la Palestina histórica que no discrimine por raza, etnia o religión y que no se base en la opresión de una comunidad sobre otra. Un estado único laico y democrático para judíos y palestinos en el que puedan convivir en igualdad de derechos. En Sudáfrica funcionó. ¿Por qué no en Palestina?






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