lunes, 11 de diciembre de 2017

QUÉ ESTÁ PASANDO EN CATALUÑA

Es el tema del momento. Sobre él se han escrito millones de comentarios, la mayoría alimentados por los prejuicios, la ignorancia y las pasiones más abstractas. Las banderas siguen ondeando en multitud de balcones y la palabra Cataluña se ha convertido en arma arrojadiza. Amigos de siempre han dejado de hablarse, la necesidad de pertenencia a un grupo social se ha exacerbado y toda la discusión se ha reducido a un violento y mezquino "o estás con nosotros o estás contra nosotros". 

No recuerdo ningún hecho político en los últimos treinta años que haya provocado una grieta social tan preocupante como la que ha creado la pretensión de independencia de Cataluña. Las voces reflexivas han sido sepultadas por los torrentes de crispación que han inundado las redes sociales y uno pasaba sus días buscándolas en internet o en la calle con la sed del que busca un poco de cordura en medio del desierto de las peores pasiones. 

Este librito mínimo (89 páginas) de Mendoza es una de esas voces. Muchos dirán, y no les faltará parte de razón, que es un libro deslavazado, construido a base de argumentaciones flojas, al que le sobran los tópicos y las generalizaciones (el capítulo sobre el carácter catalán puede provocar más de un sonrojo) y que no ofrece ninguna luz sobre el presente. Sí, no profundiza en casi nada. Tampoco lo pretende. Está escrito con urgencia, con la necesidad de plantear ciertas ideas que suavicen los ánimos desmontando los mitos y falacias sobre los que se han construido las ideas predominantes de uno y otro lado. Trata más sobre cómo se ha llegado a esta situación que sobre cómo salir de ella. El pronóstico es sombrío: ¿cómo salimos de esta si no sabemos cómo ni para qué hemos llegado hasta aquí? 

Este libro no perdurará en la sección de política de las librerías. No es un manual de consulta ni un derroche de clarividencia. Es un ejemplo de sosiego y templanza. Cuestiona la absurda retórica de los dos nacionalismos, con su infantil guerra de banderas, y muestra cómo hablar de Cataluña sin pasiones encendidas ni dignidades ofendidas. Poner el grito en el cielo y lanzar proclamas incendiarias no ayuda a pensar ni a restañar la grieta social que estamos viviendo. Cuestionar las ideas establecidas, rebatir falacias y argumentar en favor de la libertad y de la convivencia es la única forma de dejar a un lado los prejuicios y la necesidad de un enemigo para entender que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.


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