jueves, 19 de noviembre de 2020

DRÁCULA (firma invitada)

No hay mayor placer lector que el de tachar de una lista un título que llevaba años rondándote la cabeza y las estanterías. Sobre todo si ese título es el de un clásico. No hay vida para tanto libro y hay más libros que años por leer, pero hay clásicos a los que sí o sí hay que acercarse para desterrar de una vez el prejuicio o para cerciorarse de su genialidad, de lo que los convirtió en los clásicos que hoy son.

Por profesión y formación, soy una gran lectora de clásicos. Fundamentalmente, de los clásicos de la literatura española, pero aunque a veces la pereza me atenace las ganas de leer libros de otras literaturas europeas o de otros continentes, me pongo a la tarea con buen ánimo. Drácula, sin embargo, se me ha atascado durante lustros. El hecho de no ser una apasionada del terror es la razón más importante de que no me hubiera animado con él hasta ahora. Pero, ¡ah! la magia de las comunidades lectoras que se crean en las redes sociales, me animó a leerlo acompañada. Y en ella me adentré.

Una de las sensaciones más persistentes durante y tras la lectura de Drácula es que la obra contiene todos los clichés que posteriormente el cine y las secuelas vampirescas han incluido: los colmillos afilados, la transmutación en animales salvajes de Nosferatu (la versión rumana de 'vampiro' según Stoker pero cuyo origen no está asegurado en el folklore de esa región), los ajos, crucifijos y hostias consagradas para protegerse de la bestia o la estaca puntiaguda con la que atravesar el corazón del ser infectado por el conde para salvar su alma.

A pesar de todos estos elementos, no hay que olvidar que Drácula es el producto de una época y, como tal, procura acercarse a la figura del vampiro desde una perspectiva de lo más empírica y científica posible, algo muy propio de finales del siglo XIX con las nuevas disciplinas que estudiaban los fenómenos sobrenaturales desde la seriedad de las ciencias (hipnosis, espiritismo o mesmerismo). Es cierto que hay terror en varios pasajes, pero lo que predomina es el estudio científico de los casos de personas que han sufrido la mordedura fatal. Por eso, la forma es tan importante y encontramos diarios y cartas de los personajes que van sacando a la luz la naturaleza del conde y van descubriendo sus objetivos.

Lo que más me ha gustado del texto ha sido precisamente la parte fantástica, las descripciones del vampiro y del poder ejercido sobre sus víctimas, la serie de tópicos que rodean su figura, las descripciones de las tierras del Bósforo y las anécdotas legales y científicas de la época. Como historia de terror, me quedo, sin duda, con las adaptaciones cinematográficas de la novela porque buscan el miedo y mantienen la intriga dejando al espectador más en vilo. Eso solo lo logra Stoker en varias escenas.

Pero en fin, qué voy a decir yo de una novela requeteleída con más de un siglo de vida. Hablar de los clásicos siempre es un placer aunque lo que se diga de ellos no sea más que lluvia sobre campo mojado, más y más de lo mismo. Si aún no has leído este, juzga por ti la historia y la forma como está escrita, disfruta de la creación de sus personajes y luego aderézalo con una de las películas, así el terror sí que sí se paseará por tu columna vertebral.


1 comentario:

  1. Luis Manteiga Pousa2 de febrero de 2023, 0:43

    Sin quitarle ningún merito me parece que tanto la novela como las películas de Drácula tienen un error. Tras tanto tiempo de vampiro lo lógico es que hubiese vampirizado a muchísima gente, todo un ejercito de vampiros. Y sobre todo cuando va a Londres.

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