lunes, 23 de noviembre de 2020

CARMEN MOLA Y LA CRUELDAD VACÍA

Admito con facilidad la crueldad en las novelas. Y más en las novelas negras, en las que suele ser uno de los ingredientes imprescindibles. Mientras pueda explicarla de alguna forma, siempre encuentro un hueco donde encajarla bien para que no me saque de la historia. Pero la verdad es que la crueldad en las novelas de Carmen Mola me ha puesto a prueba. Y no sólo lo digo yo: hay escenas que bordean lo inadmisible. Y paso por ellas y sigo leyendo y, aunque quizá me habría gustado que fueran de otra manera (porque madre mía, ¿de verdad hacían falta?), las acepto como un rasgo específico de la forma de escribir de esta escritora (o escritor) escondida tras el pseudónimo de Carmen Mola, que se ha convertido en uno de los mayores éxitos de la novela negra española de los dos últimos años. 

¿Qué es una novela negra? ¿Para qué sirve? Más allá de las respuestas obvias, yo me eduqué en la novela negra con Henning Mankell y aprendí que casi siempre lo más interesante de estas novelas no eran las investigaciones ni la intriga ni las sorpresas de la trama. Lo que de verdad me enganchó a ellas para volverme un fan incondicional siempre fueron los retratos psicológicos de los personajes y lo que el autor quería contar a través de ellos. La intriga y la investigación eran los medios para armar algo que iba mucho más allá de un argumento y que, en las manos de, por ejemplo, Henning Mankell, podía convertirse en un dedo en cada llaga de la idílica sociedad sueca de finales del siglo XX. 

Las novelas de Carmen Mola están muy bien construidas. Me he pasado horas y horas al borde del sofá, pasando páginas entretenidísimo, pero sin darme cuenta de que una vez resuelto el caso y digerida la crueldad, no había gran cosa detrás de esa construcción cuidada. Aunque a veces algún pequeño párrafo cambiara el tono general, como este de La novia gitana

"Se pregunta hasta dónde llega la responsabilidad de una madre, en qué momentos hay que dejar a los hijos volar solos, sin la mirada vigilante y la tutela obsesiva. No hay tregua ni descanso, se dice. A los hijos hay que cuidarlos todo el tiempo, incluso cuando no estás con ellos. Un hilo de plata debe mantener la comunicación, un hilo del que tirar si asoma el peligro, si se encienden las alarmas interiores. Si el hilo se rompe, el niño se pierde para siempre. Y no hay perdón para la madre que no supo estar al acecho". 

Tras este párrafo, quizá el más intenso de las tres novelas, todo gira en torno a una maldad inimaginable (que no inverosímil) y el esfuerzo de una serie de personajes por hacerle frente y digerirla. Pero, ¿qué pasa con ellos? ¿Qué hacen con esa digestión, cómo viven, qué sueñan, qué contornos tiene su desesperación? Son incógnitas que en estas novelas quedan desdibujadas, a veces totalmente en blanco. Y al terminar de leer cada una de ellas, en especial la más reciente (La nena, 2020), he tenido la sensación de que la intriga y la investigación, es decir, el andamiaje de toda novela negra, era en realidad el decorado final de estas. Que lo que yo estoy acostumbrado a interpretar como el medio, era en realidad un fin en sí mismo, todo aderezado con una crueldad impactante que desvíe la atención del vacío que queda cuando pasas la última página. 




5 comentarios:

  1. ¿Crees que las tres novelas están escritas por la misma persona?

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  2. ¿Crees que las tres novelas están escritas por la misma persona?

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    1. Pues no lo sé, supongo. Si tuviera que dudar, diría que la tercera me parece la más floja, la más desconectada de sus personajes, pero tanto como para haber sido escrita por otra persona... No lo sé, la verdad.

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  3. Gracias por coincidir conmigo en el tema de Henning Mankell, quien me inició a mí en la novela policíaca gracias a su personaje. NO he leído las novelas de Carmen Mola, pero sí alguna de Pierre Lemaitre y la crueldad que describen quienes sí las han leído es tratada por el francés de forma parecida, según me comentan. Yo también busco en estas novelas no ya el misterio, sino la profundidad de quienes lo realizan.

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    1. Sí, es una crueldad parecida a la de Pierre Lemaitre en sus novelas policiacas. De Lemaitre me gusta todo excepto esas novelas, que no he podido leerlas.

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