lunes, 29 de diciembre de 2014

LA TRAMA NUPCIAL

Nadie se enamoraría si antes no hubiera leído sobre el amor. 
Madeleine, la protagonista de esta novela, lee compulsivamente. Le apasionan las novelas del siglo XIX escritas por mujeres, Jane Austen, Edith Wharton, George Eliot, es decir, le apasionan las novelas de amor. Y por lo tanto, enredando la lógica de Roland Barthes que estudia en un curso de semiótica, no puede evitar enamorarse.  

La trama nupcial, con ecos de Paul Auster y Jonathan Franzen, es una novela sobre el amor, sobre la idea del amor en unos jóvenes inteligentes, idealistas y desesperadamente lúcidos que buscan algún tipo de felicidad en medio de la decrepitud de las creencias. 
Es una novela sobre la juventud, esa edad de las transformaciones radicales, último reducto de la libertad total e irresponsable, en la que aún nos podemos permitir fluctuar de personalidad a nuestro antojo, como si fuéramos actores cambiando constantemente de obra y de personaje, de Otelo a Estragon esperando a Godot, de Ofelia a la Señorita Julia esperando a la muerte. Actores buscando una identidad sin máscara en la que descansar sin hallarla nunca, colgando al borde de un abismo entre dos amenazas. Ante ellos se cierne un futuro inabarcable que les ofrece libertad para escoger, para desechar lo que les disgusta y comportarse sin preocupaciones. Pero poco a poco, las decepciones y los pequeños fracasos transforman la ingenuidad en miedo, su optimismo se matiza y pronto empezarán a renunciar a la libertad de perseguir sus deseos a cambio de comprometerse con un trabajo, una pareja, una soledad trágica, cualquier cosa que les dé seguridad y una mínima garantía contra posteriores pérdidas. 

La trama nupcial es una novela sobre dos chicos y una chica, vértices de un triángulo amoroso desigual y volátil, que van a la universidad a aprender a vivir, además de a aprobar exámenes. Escogen las preguntas difíciles, aquello que les hace cuestionarse a sí mismos como seres inteligentes y emocionales, aquello que les ataca con ganchos directos a la base de sus aún tiernas y delicadas convicciones. No buscan argumentos irrefutables para apuntalar sus barricadas ideológicas ni pretenden a toda costa atacar y denunciar y convertir a media humanidad en malvada para reafirmarse en lo que son. Principalmente porque admiten que no tienen ni idea de lo que son. Ni de lo que en verdad quieren. Quieren descubrir. Experimentar. Dejarse llevar por el deseo. Por los impulsos. Viajar al otro lado del mundo. Cuidar a mendigos en Calcuta y comprometerse con una novio bipolar. Entregarse a causas perdidas y a amores enfermos, sublimes e imposibles. Y se lanzan a ello, para demostrarse que no es muy sano tener 22 años y estar siempre a priori de acuerdo con uno mismo.

Jeffrey Eugenides

La trama nupcial es una novela sobre el amor y la enfermedad. Sobre jóvenes que se cuestionan y apuestan por un ideal, por una ilusión que nada más tocarla ya empieza a resquebrajarse, pero que siempre esperan encontrar la oportunidad que la vuelva a dejar nueva y reluciente. Tienen cualidades excepcionales. Viven su vida con una intensidad amplificada, como un equipo de música a un volumen atronador, y a veces, sin darse cuenta, el sonido se les distorsiona y su personalidad se vuelve una amenaza para ellos mismos y las personas que les quieren. Pero viven. Y disfrutan. Es una novela idealista y multidireccional. Que acepta que el amor puede ser una imitación de algo aprendido, un sentimiento de mentira, una convención social. Pero no tiene por qué serlo. No necesariamente. No siempre. No si te esfuerzas en quitarle la máscara y besar a la persona que se esconde detrás del personaje. 




lunes, 22 de diciembre de 2014

NANAS DEL MUNDO

La editorial Kókinos nos ofrece una preciosa colección de libros ilustrados de todas partes del mundo. Incorporan un CD que contiene una selección de nanas, canciones y juegos de los diversos países en los que se han recopilado tradiciones musicales muy interesantes, desde China a Rusia, de Israel al norte de África, de Portugal y Brasil, de Israel, eslavas, de Asia oriental, griegas, armenias y kurdas, con voces melodiosas e instrumentos, en muchos casos, desconocidos para nosotros.

Es un regalo exquisito para estas Navidades, no sólo para los niños. Las voces y la música tranquilizadora sirven como fondo musical para que podamos relajarnos al final del día, ayudándonos a entrar en el mundo de los sueños. Unas bellas ilustraciones acompañan a unos textos que nos introducen en el origen de las canciones, incluyendo el idioma original, desde el árabe al chino o ruso, con su correspondiente traducción y también con información de la procedencia de las canciones y juegos.

Los títulos trasladan nuestros sueños a países exóticos. Se han publicado los siguientes:
A la sombra del olivo (El Magreb en 29 canciones infantiles). Primer premio al libro mejor editado.
Canciones y nanas del Baobad (El África negra en 30 canciones infantiles).
Cancionero del Papagayo (Portugal y Brasil en 30 canciones infantiles).
Cancioncillas del Jardín del Edén (28 canciones infantiles judías).
Canciones infantiles y nanas de Babushka (29 canciones infantiles eslavas).
Canciones infantiles y nanas de los arrozales (29 canciones infantiles de Asia Oriental).
Cancioncillas de miel y pistacho (29 canciones infantiles armenias, griegas, kurdas y turcas).

(Recomendado por Isabel).


jueves, 18 de diciembre de 2014

LA DECADENCIA DE LA MENTIRA

¿Quién se atreve hoy en día a defender la mentira? La mentira, y no esas tergiversaciones que la mayoría de los políticos mezclan con demostraciones y pruebas parciales para convencernos de sus improbables verdades. La mentira, y no esas apresuradas excusas con las que escondemos nuestros defectos, o esos personajes que tomamos prestados de vidas ajenas para camuflar inseguridades, para seducir o satisfacer nuestros deseos. La mentira de verdad, la mentira como creación absoluta, atrevida, irresponsable, que no necesita pruebas ni argumentos porque se basta a sí misma, porque a sí misma se explica. La mentira artística.

Oscar Wilde era un ferviente defensor de la mentira en el arte y en este comentario, escrito en forma de diálogo al modo de Platón (aunque probablemente en las antípodas de su filosofía), expone la terrible decadencia de la mentira que sufría su época en aras de la verosimilitud y del culto a los hechos. A finales del siglo XIX impera la moda literaria de atenerse a la realidad. El realismo y el naturalismo son las corrientes predominantes, con Galdós y sus episodios nacionales y Zola con sus minuciosas descripciones de las clases más desfavorecidas. Los novelistas se embargan de ideología, de luchas sociales, de utilitarismo y materialismo histórico, bucean en los dramas de la clase obrera para denunciarlos y en la psicología de los matrimonios para desenmascarar su falsedad.
El arte se vuelve social e intelectual. De repente, una devoción por los hechos recorre las novelas y la belleza y la fantasía se desprecian porque no sirven para nada. La literatura se convierte en instrumento y pierde su sentido artístico. Los escritores le quitan la máscara a sus personajes para analizar su desnuda psicología sin darse cuenta de que lo interesante de las personas es lo que parecen ser y no la realidad que ocultan. Es humillante confesarlo, pero todos estamos hechos de la misma pasta. Cuanto más analizamos a las personas, más deprisa desaparecen las razones para hacerlo. Antes o después llegamos a esa terrible condición universal llamada naturaleza humana. 

La moda, en realidad, era bastante nueva. En las obras que se presentan como históricas y veraces, desde Heródoto, "el Padre de las mentiras", pasando por Suetonio, Marco Polo y las memorias de Casanova hasta los despachos de Napoléon, los hechos quedan reducidos al lugar subordinado que les corresponde o directamente excluidos a causa de su falta de interés. Sin embargo, a finales del siglo XIX, todo ha cambiado. Los hechos se han puesto de moda, todo el mundo siente verdadera pasión por eso que llaman verdad, y el arte se ha vulgarizado convirtiéndose en una herramienta de lo útil. El arte se contagia del espíritu materialista y pierde su capacidad de imaginar y fabular, su capacidad de mentir y conquistar la realidad a través de su dimensión poética.

Oscar Wilde

Sin embargo, el arte no puede ser un espejo, el arte es un velo. Y en ese sentido, la vida imita al arte, mucho más de lo que el arte imita a la vida. Nuestra percepción de la belleza la modelan los libros que hemos leído y las películas que hemos visto, y lo que otros nos han dicho que es bello. Nos sentimos tristes a través de modelos preestablecidos de tristeza y consideramos romántico el suicidio por amor porque lo hemos leído con fascinación en Werther. Nos declaramos en puentes sobre ríos anchos al anochecer y hacemos diez mil kilómetros para salvar el mundo porque salvar este mundo de aquí es menos heroico. Nos seducen las revoluciones porque hemos visto que la Libertad con mayúscula sale de la barricada con los pechos desnudos (Delacroix), y elegimos letras de canciones para comprometernos con una idea o con una persona porque así es más intenso. Al desesperarnos, coqueteamos con el nihilismo porque hemos leído a Dostoievski y si somos capaces de alimentar un gran amor durante años bajo un defecto físico, es porque la nobleza trágica de Cyrano nos ha hecho llorar. 
Con una frecuencia escandalosa, nos limitamos a hacer realidad, con notas a pie de página y adiciones innecesarias, el antojo, la fantasía o la visión creadora de un gran novelista. 

Últimamente se han publicado varios libros de éxito de autores consagrados en nuestro país que defienden un nuevo tipo de novela. En ella, se describen minuciosamente a sí mismo, perdidos en sus obsesiones con su forma de escribir, sus dilemas sobre si deberían tratar un tema o no, sobre si duermen bien, sobre lo que les dicen sus hijos o qué estaban comiendo cuando se dieron cuenta de que no quieren escribir el libro que están escribiendo, y que aun así terminarán publicando. El escritor como personaje principal contando sus batallitas sobre cómo y por qué o por qué no escribe el libro. Y luego, la historia. Una historia en la que el protagonista es un personaje real, un malvado mediocre al que rodea una moralidad compleja y que es descrito mediante las conversaciones que tiene con los autores o a través de los datos que estos han ido investigando y recopilando rigurosamente. 
Los libros a los que me refiero son El impostor, de Javier Cercas, y Como la sombra que se va, de Muñoz Molina, cuyas historias describen las vidas de Enric Marco, el español que se hizo pasar por superviviente de Mauthausen, y James Earl Ray, el asesino de Martin Luther King. Ambos son libros interesantes, bien escritos, que dan pie a reflexiones sobre cómo construimos nuestras identidades y gestionamos nuestra memoria histórica. En ese sentido podrían ser didácticos, aunque no estoy muy seguro de que aspiren a ello. Lo que es muy probable es que ninguno de los dos sería considerado artístico, ni por tanto estrictamente obra literaria, por Oscar Wilde. Son libros que los autores han escrito para contarse a sí mismos a través de una historia interesante y útil. Pero no mienten. No mienten nada de nada. Como mucho, como hacen los políticos, tergiversan para presentarnos una versión más apetecible de lo que ellos consideran que es verdad. 

Últimamente, parece que contar historias rigurosamente reales vuelve a estar de moda. Además, contarlas con su realidad descarnada, como en las novelas llamadas de no-ficción. Y siento una angustia parecida a la que sentía Wilde por esta aparente decadencia de la invención. 
Cuando los escritores tratan de presentarnos las cosas como son y no como las imaginan, pierden la capacidad de asombrarnos, para provocarnos, a lo sumo, interés. 
Cuando el arte sacrifica su belleza en aras de una supuesta verdad, deja de ser arte. 
Cuando el arte renuncia a ser imaginativo, renuncia a todo. 




martes, 16 de diciembre de 2014

EL REBAÑO

Miguel no puede dormir.
Y como todo niño bueno, hace caso de lo que le aconsejan: se pone a contar ovejas. Tiene la suerte de contar con un equipo personal de ovejas estupendo. Nunca se equivocan, son muy disciplinadas y saltan su valla con una eficacia perfecta.
Pero la oveja nº 4 es diferente. No quiere saltar, ¡es muy aburrido! Imaginaos, toda la noche saltando una y otra vez una estúpida valla hasta que Miguel se duerma.

La oveja nº 4 es obstinada. No salta y no salta. Hasta que llega un irresistible cartero luciendo un irresistible bigote con una carta para la oveja nº4. De Miguel.
Y entonces la oveja rebelde dará un salto grande, grandísimo, un salto impresionante y enorme más allá del mundo onírico de las ovejas, que dejará a sus compañeras con la boca abierta y a Miguel con una sonrisa de paz, feliz y, por fin, profundamente dormido. 


viernes, 12 de diciembre de 2014

NOTICIAS FELICES EN AVIONES DE PAPEL

Desde "Últimas tardes con Teresa" en los años 60, no había leído nada tan bueno de Juan Marsé como esta novela corta. En noventa páginas retrata los perfiles de la violencia soterrada, la miseria infantil, la falta de responsabilidad y compromiso de un padre que no asume su paternidad y los extravíos de la memoria cuando conserva recuerdos tan terribles como los vividos en el gueto de Varsovia.

Bruno es un muchacho de 15 años que vive en Barcelona con su madre. Esporádicamente recibe la visita de su padre, que jamás se ocupó de él, a quien llama de usted y por su segundo apellido, Raciocinio, para establecer la distancia que necesita. Ruth, su madre es una mujer dócil, suave, que intenta conciliar el abandono sufrido y su lucha por sobrevivir con la compasión y la ternura que todavía ha podido conservar y la señorita Pauli, quizá el mejor personaje, es una superviviente del gueto de Varsovia que vive en el piso de arriba.

La señorita Pauli es una viejecita dulce y cariñosa que aún lleva los labios pintados y sus zapatos de tacón, como cuando era bailarina de los Ballets de Viena. Durante años actuó en el Paralelo de Barcelona pero en los desvaríos de su memoria se cuelan los fantasmas de las escenas vividas en su juventud en el gueto de Varsovia y trata de combatirlas con los aviones de papel que lanza desde su balcón a la calle, llenos de mensajes dulces y positivos. Pero no sólo lanza aviones, también plátanos, galletas, yogures y todo aquello que piensa, en su desvarío, que alguien puede aprovechar. Su loro, Oskar, y Jan son tres personajes más que completan un universo trasladable a cualquier país del mundo.

Juan Marsé, a punto de cumplir 82 años, nos regala una obrita maestra que Lumen ha preparado con cariño en una edición muy cuidada y que recomiendo especialmente como regalo de Navidad para aquellas personas que, por sus ocupaciones, piden relatos breves.

(Recomendado por Isabel)


martes, 9 de diciembre de 2014

MATAR A PAPÁ

Pongo la portada original porque la
española es infame (sorry Seix Barral)
Él se quiere y se odia a través del control que ejerce sobre los demás. 
Y ella siempre le ha hecho caso. 
Siempre se ha quedado en la sombra, asintiendo cuando debía, intuyendo las palabras que tenía que decir para no añadir ninguna llama más al incendio de su violencia. Dándole la razón. Acariciando en el sentido impredecible de su paranoia. Y siempre le resulta difícil explicarse el terror cuando no ha llegado aún la violencia física. Cuando todo es cuestión de matices. Tonos de voz. Una suposición infundada que se convierte en acusación que se convierte en ira que se convierte en dolor. La espiral enloquecida de la perversión del lenguaje. Una marca blanca que siempre aparece en su labio inferior mordido. Unos ojos grises que, al oscurecerse, hacen que el mundo se detenga. 
Con su obediencia, con su mansedumbre aterrada, ella le da la razón, y a veces, hasta consigue calmarle. 

Pero no siempre. 
Y cuando llega el golpe, el golpe físico de verdad, ha habido tantos golpes previos, intangibles, que ni siquiera tiene ya verdadera importancia. Duele, sí, humilla, rompe cosas por dentro. Y es increíble que aún queden cosas por romper. Un desgarrón en su camisa, un puñetazo, un moratón. Pero el terror ya estaba inoculado, corriendo desbocado por sus venas, arrebatando al dolor físico su sorpresa y dejándola incluso sin el consuelo de la indignación.
Ella, y antes de ella, su madre. Y sus hermanos. Y después, su próxima mujer. Con sus próximos hijos. Que también acabarán huyendo. Y después la siguiente. 

Hasta que un día, ella dice basta. No puede seguir aceptando que quiere a alguien que la maltrata. Es demasiado humillante. Son las 15:51 del 2 de enero. Ha tomado una decisión. Ha llegado el momento. El momento de dejar de fantasear con su muerte. El momento de planearla. 

Carina Bergfeld

Matar a papá es una novela negra fría y rabiosa. Atrevida, diferente. Es una historia de venganza. De ajuste de cuentas. Todos sabemos, o intuimos con nuestra moral aproximada, que tomarse la justicia por su mano y matar a alguien no está bien. Nos decimos que para eso están los policías y la justicia y las cárceles. Para eso existe lo que llamamos, tratando de no parecer irónicos, estado de derecho. Secuestrar a alguien está mal. Aunque haya hecho muchas maldades, incluso aunque haya estado a punto de matar a muchas personas y haya destrozado la autoestima de sus familias a base de violencia. Matar a alguien está muy mal, aunque sea a un hombre malo a quien nadie nunca ha puesto una denuncia por puro terror a las consecuencias, terror a que terminara cumpliendo esas amenazas de muerte que repartía a diestro y siniestro, unas veces histérico, otras calmado, para doblegar cualquier queja. Matar por venganza, definitivamente, no es una opción. Pero seguimos leyendo. Y la historia nos atrapa, nos seduce, nos intriga demasiado. Y cuando queremos darnos cuenta y enarbolar de nuevo aquellos principios morales aproximados, una vocecita interior, quizá un poco incómoda pero arrolladora, no deja de preguntar: ¿y cómo lo va a hacer para que no la pillen? Porque lo va a hacer, ¿verdad? Venga, dime que lo va a hacer. Dime que lo va a hacer. 




jueves, 4 de diciembre de 2014

EL BALCÓN EN INVIERNO


Hace más de veinte años que leí el primer libro que publicó Landero, Juegos de la edad tardía, y tras el deslumbramiento que me produjo, siempre espero con expectación y curiosidad sus siguientes libros.

El balcón en invierno es un relato intimista, con un lenguaje delicado, en el que el autor recuerda su infancia a través de los olores, sabores, colores y costumbres en un pequeño pueblo rural de Extremadura. En 18 capítulos, saltando de forma aleatoria en tiempos y lugares, crea un inventario del desván de su memoria que inicia en la época de los años treinta del siglo XX. Su objetivo es que no se pierda del todo y las generaciones actuales tan lejanas, aunque no en el tiempo, puedan captar los destellos, los ecos de las vidas de nuestros cercanos antepasados. 

Historias, curiosidades y anécdotas en un Madrid al que llegó con sus padres en los años 60, desde los sentimientos nos cuenta cómo se vivía y se soñaba en una adolescencia marcada por un padre maltratador. En aquella época era casi la norma, en su casa sólo se reía o cantaba cuando él no estaba, y por mal estudiante le sacó del colegio y a los 14 años le puso a trabajar en las más variadas ocupaciones. Nos recuerda momentos de nuestra propia vida a la mayoría de los que hemos cumplido ya los 60 años.

Su etapa de juventud, en la que se dedicó profesionalmente a la guitarra, nos depara momentos tan divertidos como el que sucede en Moscú, donde tiene la oportunidad de bailar con Sofía Loren, y unos inicios en la literatura tan poco ortodoxos. Su casa era una casa sin libros y unos padres que en ningún momento alentaron la lectura y mucho menos la escritura.

Uno de los primeros trabajos que realizó fue en una tienda de ultramarinos del barrio de Salamanca en Madrid, barrio de ricos y tienda de súper lujo, donde en los años 60 había cosas que jamás había visto ni imaginado: cortes de rosbif, chuletas de Sajonia, jamón de Parma y de Virginia, asado de gallo relleno de bogavante, pavo con melocotones, con pistachos, con arándanos, con bayas de mirto, con trufas, con ciruelas y piñones, con setas, salchichas de Lyon, de Bolonia, hígado con hierbas, hojaldres de langosta, de berberechos, de pulpo, de aguacate con gambas, de sesos de liebre, de mollejas de alondra, de sardinas con salsa de ostras, vinagre de violetas, de frambuesa o de menta, castañas en almíbar de tomillo, sopa de galápago con huevos de codorniz, perdices con chocolate..., y claro le despidieron por llevarse cosas para que su familia las viera.

¡Bienvenido de nuevo Luis Landero a nuestra literatura!

(Recomendado por Isabel)


lunes, 1 de diciembre de 2014

CÓNDOR

CÓNDOR, el plan secreto de las dictaduras sudamericanas, es un libro espeluznante. El fotógrafo Joao Pina ha reunido centenares de fotografías junto a decenas de testimonios de supervivientes, madres con hijos desaparecidos, hombres y mujeres encarcelados, torturados, sometidos a aislamiento durante años, personas todas ellas consideradas subversivas por las dictaduras de Paraguay (1954-1989), Brasil (1964-1985), Bolivia (1964-1982), Uruguay (1973-1985), Chile (1973-1990) y Argentina (1976-1983). 


En 1975, todo el cono sur sudamericano estaba dominado por dictaduras militares, y los jefes de estado de dichos países se pusieron de acuerdo en coordinar sus esfuerzos para acabar con un supuesto "complot internacional marxista" que amenazaba con corromper su soberanía y destruir lo que ellos llamaban "el último bastión de la civilización cristiana". El objetivo era localizar a los opositores de izquierda, sindicalistas, comunistas y cualquier oponente político a las juntas de poder. Con la colaboración y asesoramiento en técnicas de localización, seguimiento, captura y tortura por parte de antiguos oficiales de la Gestapo y de las SS, ocultos y protegidos en estos países desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, a principios de los años 80 el Plan Cóndor había asesinado o hecho desaparecer a más de 60.000 personas dentro y fuera de Sudamérica. 

Cuando en 1979 se filtró a la prensa la participación activa de EEUU en el Plan Cóndor, muchos consideraron que se trataba de una teoría de la conspiración. Pero lo cierto es que el gobierno de EEUU, desde la crisis de los misiles de Cuba en 1962, había estado apoyando a cualquier régimen que abrazase principios anticomunistas, ya fueran movimientos políticos de derecha, grupos paramilitares o simples déspotas asesinos. Como nos cuenta Jon Lee Anderson en el prólogo, "de manera perversa, algunos de [estos movimientos] abrazaron ideologías políticas que se acercaban más a las de los fascistas que EEUU había luchado por derrotar en la Segunda Guerra Mundial que a los principios democráticos que esta nación decía defender". 


Con el fin de la Guerra Fría y la vuelta a la democracia en los años ochenta en todo el cono sur, se optó por olvidar y perdonar este plan criminal. Sus ejecutores nunca fueron juzgados y los que estaban en la cárcel fueron amnistiados. Durante muchos años incluso se negó que un plan llamado Cóndor hubiera existido alguna vez. Las víctimas fueron incluso puestas en duda: algo que no ha existido no puede provocar ningún daño. 

Este libro de Joao Pina es un homenaje visual a todas esas personas cuyas vidas fueron borradas en secreto, una forma de sacarlas del olvido para que vuelvan a existir y nadie pueda ponerlas en duda de nuevo. En las últimas páginas también aparecen las fotografías de los verdugos, de los cómplices y de los culpables. Miran al suelo, o hacia un lado. Se tapan la cara con las manos, para que no les veamos. Como Pinochet, no admiten su culpa. Pero tienen miedo. Quieren que dejen de juzgarlos. 
"En estas imágenes uno siente la victoria definitiva del concepto de memoria histórica, que es no obstante una victoria pírrica, puesto que nada devolverá la vida a aquellos que la perdieron."

En este enlace se puede ver el contenido fotográfico del libro. 


Joao Pina


jueves, 27 de noviembre de 2014

NOTICIAS DE BERLÍN

Hace unas semanas se cumplían veinticinco años de la caída del Muro de Berlín y la editorial Siruela lo recordaba publicando unas crónicas escritas por Cees Nooteboom en los meses previos e inmediatamente posteriores al acontecimiento. 
Me llama mucho la atención la curiosidad desapegada con la que el escritor, un holandés que nunca ha parado de viajar y que ha vivido en infinidad de lugares, describe su sensación de extrañeza al cruzar el Muro a principios de 1989 para instalarse en Berlín Este. Era un viaje al pasado, a un mundo que en otro tiempo estuvo lleno de inspiración y entusiasmo y ahora se encontraba momificado, peleando desde su realidad enloquecida y alienante por seguir anunciando un porvenir en el que hacía décadas que ya nadie creía. 
En Occidente, todo el mundo hablaba del comunismo, de la situación de la gente tras el Telón de Acero, pero casi nadie cogía su maleta y se iba a vivir un año al otro lado para verlo y conocerlo desde dentro. Nooteboom lo hizo, primero en 1963 durante unos meses, con el Muro recién construido, y después en 1989, cuando, sin que él lo supiera, estaba a punto de desaparecer, y sus primeras impresiones fueron muy parecidas: un país desligado de la realidad, un futuro heroico constantemente prometido pero que parecía pasado de moda, hostil y desolador. 
Era difícil hablar con la gente, y los pocos alemanes convencidos de las bondades de su gobierno esgrimían las mismas ideas una y otra vez sin creer en nada de lo que un forastero pudiera decirle. Había un muro invisible, muy parecido al de hormigón que cruzaba la ciudad como una herida abierta, entre sus dos formas de vida, y todos los argumentos rebotaban en sus convicciones para acabar en el suelo, inservibles, a sus pies. 
Entre la infinidad de situaciones cotidianas, deprimentes, desquiciantes e inverosímiles que describe, me quedo con la distancia insalvable entre la descomunal certidumbre de tener razón de los políticos comunistas como Walter Ulbricht y los ciudadanos de a pie con los que se cruzaba Nooteboom en el metro o en las colas de las panaderías, gente hermética, recelosa y sobre todo, muy harta de mentiras y de vivir con miedo. 

sábado, 22 de noviembre de 2014

PRÓXIMA ESTACIÓN: FINAL DE TRAYECTO

Estamos en 1975 y Jacques Rainier tiene 59 años. Es un hombre culto, intenso, triunfador. Y está enamorado. Sus negocios van mal, puede perder su empresa, pero tiene a su lado a una joven maravillosa a la que quiere y que le quiere. Un día, en Venecia, un amigo de su edad, obsesionado con el mito de la virilidad, le contagia su angustia y su miedo a entrar en un declive sexual irremediable, así que decide consultar a un especialista, un humanista venerable de más de ochenta años, que le recibe con una de esas sonrisas jóvenes y despiertas, llenas de bondad, que hacen pensar en la muerte como si se tratara de un mundo de hadas. Jacques tiene miedo. Miedo de la muerte en vida, de provocar desconcierto y, más tarde, compasión en su pareja, miedo a sentirse desposeído de su potencia, de su virilidad y por qué no, de su honor. Le dice:

- Quiero a una mujer como quizá nunca haya querido a nadie en mi vida.
- ¿Y ella os corresponde?
- Sinceramente, creo que sí.
- Pues bien, dele la oportunidad de que os quiera todavía más. Ábrase a ella.
- Tengo miedo de perderla. Y además, está la piedad, ¿sabe? "Pobrecito mío", y todo eso.
- Vaya, creía que me hablaba de amor. [...] Pero compréndame, soy muy mayor y reconozco que con lo que usted llama potencia tengo una relación, digamos, irónica.

Pero ni siquiera la sabiduría de este hombre feliz aplaca su obsesión. No logra desembarazarse de la idea de que sólo a través de la posesión del cuerpo de una mujer puede poseer el mundo. Es un vencedor, un hombre de éxito, y está desesperadamente enamorado. Empieza a soñar con delirios: un personaje oscuro emerge de sus recuerdos, convertido en un hombre que le pone un puñal en la garganta, un hombre que encarna la muerte y que satisfará en su lugar a su amada cuando él ya no pueda, un hombre que odia y que desea, que es parte de sí mismo, de su miedo, de su angustia y, de una manera enfermiza, también de su esperanza. Poco a poco, la amenaza de la impotencia sexual le llevará a la idea de la desposesión de sí mismo, de la pérdida de su propia identidad y se sentirá al borde de recurrir a la solución más radical para acabar de una vez por todas con su inseguridad existencial. 

Romain Gary y Jean Seberg, con quien estuvo casado desde 1962 hasta 1970

Se pueden hacer muchas lecturas de este libro. Una (o un) feminista criticaría con una lógica actual la pobreza de espíritu del personaje, y su evidente egoísmo, al reducir la sexualidad a una mera cuestión de potencia. Un hombre conservador llegaría al final del libro con una angustia teñida de animadversación hacia el autor, por desvelar con tanta crudeza los detalles de la miseria sexual de ese hombre (que es todos los hombres) o bien dejaría el libro a la mitad con esa suficiencia despreciativa que dice: lo siento por ti, viejo, pero yo siempre podré. Una mujer conservadora se echaría las manos a la cabeza: ¡qué desvergüenza, cómo se atreve! 

Su publicación en 1975 generó una gran controversia. No era nada habitual por entonces (y sigue sin serlo cuarenta años después) hablar de la decadencia sexual masculina con tantos pelos y señales. Pero el punto de vista de este libro no es ni feminista ni conservador. Lo que Romain Gary quiere contarnos es una historia de amor, con un lenguaje poético, a veces exasperado y casi siempre tierno y apasionado, la historia de un hombre acostumbrado a triunfar que un día siente que ya no puede dejarse llevar por el placer sexual ni por las perspectivas gloriosas de su pasión porque la amenaza de la impotencia le ha atrapado en un estado de ultraconsciencia de sí mismo y de su propia decadencia. Y es una sensación desoladora, como él dice: una sensación de fin del mundo. Tiene la impresión de que un fracaso le sigue la pista, ultimando los detalles para llevarle a una emboscada perfecta y definitiva. 

Menos mal que uno siempre puede sustraerse a esa fatalidad pensando, con la sabia ironía del humanista venerable del libro, que el sexo, el amor y la felicidad en realidad no tienen demasiado en común con eso que llamamos honor y potencia



martes, 18 de noviembre de 2014

STONER

- ¿Has leído Stoner? ¿Sí? ¿Me lo recomiendas?
- Sí, es buenísimo. Léelo, por favor, ya verás, te va a encantar.
- ¿Seguro? No sé, ¿de qué va?
- Pues, mmm, transcurre en la primera mitad del siglo XX, en EEUU, y es la historia de un hijo de granjeros muy humildes que va a la universidad y se convierte en profesor. Y, bueno, la verdad es que es eso, principalmente. Y le pasan muchas cosas. Se casa, tiene una hija. Cuenta su relación con la literatura, el amor por los libros, su honestidad a prueba de todo, y también podría ser un libro de denuncia, porque describe muy bien los tejemanejes políticos y corruptos dentro del profesorado, el favoritismo y los chanchullos. Pero en realidad no lo es. También habla de las guerras mundiales vistas por los que no quisieron alistarse, y hay una historia de amor espléndida y un poco triste. Y...
- Vale, me lo llevo, aunque...
- En realidad, fíjate, es un libro casi sin argumento. Es simplemente la historia de un hombre que va a la universidad y se convierte en profesor, es la anti-épica perfecta. 
- ¿Me estás vendiendo un libro sin argumento y sin épica?
- ¡Sí! Pero lo lees y te envuelve, te atrapa y te lleva por donde menos te lo esperas. Es duro y frío, y el protagonista es de una contención emocional absoluta, pero te emociona. Y no me preguntes cómo, que no tengo ni idea. Al terminarlo, no sabes muy bien qué te ha contado. La historia, de tan sencilla, parece que se te escapa de las manos. Pero no. Permanece. Y no se te olvida. 
- Bueno, ya te contaré. 
- Vendrás a por uno para regalar, ya lo verás.



viernes, 14 de noviembre de 2014

TOCANDO EL CIELO

Una sencilla y preciosa autobiografía de una jovencísima bailarina africana de ballet, adoptada a los cuatro años por una familia norteamericana. 

Michaela de Prince es hoy una bailarina clásica cuyas actuaciones se pueden conocer y disfrutar a través de los vídeos que tiene en Youtube. Tiene solo diecinueve años y recrea el tercer acto del Grand pas de deux del Quijote acompañada por Aaron Smyth de una forma magistral. Pero lo que hace doblemente interesante este libro es la trayectoria y el origen de esta niña nacida en Sierra Leona. Hija de unos padres que se amaban y creían que su hija, por haber nacido con unas feas señales en la piel, necesitaría disponer de medios para defenderse en el futuro, le enseñaron a leer y a escribir con apenas cuatro años.

La desgracia de la guerra mató a su padre, excepcional en su criterio, y Michaela y su madre pasaron a depender de su tío, prototipo de hombre con varias mujeres y muchos hijos que consideraba a las mujeres como un objeto de uso. Consiguió matar de hambre a la madre, cogió a Michaela y en un viaje a una población cercana, la vendió a un orfanato.

A veces parece que los milagros existen: en la vida de Michaela apareció un matrimonio que llegó junto a otros muchos para adoptar a una parte de los niños del orfanato, con la suerte de que se la llevaron a ella y a su mejor amiga juntas. Fueron a parar a una familia entrañable, afectuosa, que consiguió hacer de esas vidas que parecían destinadas, como tantos millones, a la miseria y el sufrimiento, un motivo de alegría y esperanza.

La foto de una vieja revista con la imagen de una bailarina fue el punto de apoyo para que una niña de cuatro años supiera ya que de mayor quería ser también ella bailarina. Y lo consiguió.

Es un canto de esperanza y solidaridad ante adversidades especialmente duras. Necesitamos urgentemente saber que existen casos como éste para que iluminen ese camino oscuro por el que transitan tantos niños en lugares desprotegidos de todo el mundo.

(Recomendado por Isabel)

Michaela De Pince

martes, 11 de noviembre de 2014

LA MÚSICA DEL SILENCIO

Con el permiso de George R. R. Martin y su inacabable mundo de Poniente, Patrick Rothfuss es, desde mi punto de vista, el mejor escritor actual de literatura fantástica. Donde el primero es brutal y despiadado, el segundo es elegante y lírico; mientras que con Martin devoras con ansia la historia buscando sorpresas y conclusiones parciales, con Rothfuss la paladeas despacio, deseando que nunca se acabe. Hay quien saca del primero enseñanzas políticas; del segundo la única enseñanza que se puede sacar es emocional y privada, y para mí, mucho más fiable y duradera. 

Esta es una de las razones por las que los admiradores rendidos de su mundo fantástico podemos apreciar la historia de este libro. Porque hay que admitir que en él no pasa absolutamente nada.

Auri, uno de los personajes secundarios más misteriosos y fascinantes de su trilogía, es la protagonista de estas 140 páginas en las que la seguimos a lo largo de siete días. Los siete días que le faltan para que él llegue. Los siete días en los que ella se prepara minuciosamente para su llegada, buscando tesoros en las profundidades de su mundo subterráneo, volando descalza por sus pasadizos, cruzando puertas que no quieren desvelar lo que protegen y viviendo dentro de su ser frágil, dañado y hermoso. 

Mientras retrasa y retrasa la publicación del tercer tomo de su maravillosa trilogía fantástica, Rothfuss nos engaña el hambre con una historia estática, sin acción, hecha a base de imágenes y sucesos en apariencia sin importancia. Quienes no hayan leído El nombre del viento y El temor de un hombre sabio, no entenderán absolutamente nada. Quienes los hayan leído, intuirán al personaje de Auri y se quedarán desconcertados, esperando un argumento que nunca llega. Sólo quienes hayan leído los libros y los guarden con devoción en su memoria y se desesperen con cada año que pasa sin noticias del tercero y sean capaces de amar a un personaje y de sentir conexiones emocionales con objetos que generalmente son inanimados y de leer historias extrañas, obsesivamente íntimas y desconcertantes, sólo ellos podrán apreciar de verdad el secreto, bello y dañado, de esta historia.

Patrick Rothfuss

viernes, 7 de noviembre de 2014

EL EXILIO IMPOSIBLE

El nombre de Stefan Zweig, uno de mis escritores preferidos, junto con su imagen, su obra y su pensamiento, siempre me convoca, me atrae y me enriquece. Me siento cercana a su ideología pacifista y culta, y a su sufrimiento por la época en que le tocó vivir.

Se publica ahora El exilio imposible, del profesor George Prochnik de la Universidad Hebrea de Jerusalén, una obra magnífica, excepcional, un ensayo sobre la diáspora de los millones de refugiados europeos que tuvieron que encontrar algún medio para escapar del exterminio nazi y se encontraron en situaciones extremadamente precarias, sobreviviendo en lugares como Londres, Nueva York o Brasil.

Zweig disfrutaba de una situación económica privilegiada y era de una generosidad sin límites. Ayudaba a todos los que se acercaban a él, primero en su estancia en Inglaterra, Londres, Rosemount y Bath, luego en Nueva York y New Haven. La última etapa de su exilio le llevó a Brasil junto a su segunda mujer y colaboradora, Lotte, con la que se instaló en Petrópolis, ciudad imperial a 68 kilómetros de Río de Janeiro, donde en 1942 ambos tomaron la decisión de suicidarse.

De forma transversal, el profesor Prochnik nos sitúa entre 1920 y 1940 y nos aporta datos de los que muchos no somos conscientes y que la magnitud del Holocausto ha podido desdibujar. Dos ejemplos: los nazis secuestraron a 1.600.000 niños, de los cuales solo sobrevivieron unos 100.000; y en Viena, ya en el año 1932, clientes que acudían a tiendas de propietarios judíos eran atacados con gases lacrimógenos y algunos curas católicos de las zonas rurales seguían enseñando a los feligreses que los judíos tenían cuernos y en realidad no eran humanos.

Lotte Zweig
Este libro contiene muchos datos históricos a recordar, como la travesía del barco St. Louis, que partió de Bélgica con mil refugiados rumbo a Cuba y tuvo que regresar a Amberes porque no fueron aceptados: la mayoría acabaría en campos de concentración. Los Estados Unidos, a pesar de la creencia de que recibieron a muchos exiliados, lo cierto es que aceptaron a muy pocos, los requisitos eran innumerables y la mayoría de los que entraban lo conseguía gracias a su buena situación económica, como el caso de Zweig, o porque tenía contactos. 

El retrato psicológico y humano de Zweig, junto con datos hasta ahora inéditos sobre su familia y su infancia, nos completan la visión que nos dio el propio autor en su espléndida obra El mundo de ayer, memorias de un europeo, que también os recomiendo vivamente. Una lección de historia y humanidad para no ser olvidada.

(Recomendado por Isabel)

lunes, 3 de noviembre de 2014

LIMBO

Manuela Paris ha estado a punto de morir. Su familia le dice que ha renacido, que despertarse del coma después de aquel horrible atentado y volver a moverse y hasta caminar, con decenas de huesos hechos papilla, es un verdadero milagro.
Pero Manuela Paris no ha renacido. Todavía no. Su cuerpo ha despertado y duele, duele con la rabia de la vida, pero ella aún sigue en Afganistán, en su pasado. Allí vuelve todas las noches, cuando grita en sueños y despierta a su madre y a su hermana, que la miran preocupadas en el desayuno, sin atreverse a decirle nada. Allí vuelve cada vez que se mira en el espejo, el cuerpo esbelto y artificialmente blanco, y ve su pierna derecha surcada por una larga cicatriz roja, llamativa y ominosa como una inscripción ensangrentada.
Manuela Paris vive en un tiempo detenido que no pertenece ni al presente ni al futuro, vive en una perpetua sensación de pérdida y de culpa: era su oficial, estaban bajo mi mando, era mi responsabilidad, tendría que haberles sacado de allí, era mi deber protegerlos, eran mis soldados, mis amigos, mis hermanos, y ahora están muertos. Y yo viva. 

Su familia y sus superiores le dicen que descanse, que se reponga y que vuelva a su vida, a la seguridad del entorno familiar y de la ciudad costera de su infancia y juventud. Pero su mente no controla sus deseos y no puede evitar regresar a aquella tierra árida y hostil, a las tormentas de arena, al calor infernal y al frío insoportable, a la continua desconfianza de los habitantes, ese niño que nos sonríe al borde de la carretera, ¿acaba de camuflar una mina?
Piensa en la intimidad, en la confianza absoluta y desarmada que tuvo con los soldados de su pelotón, con aquellos tres que murieron delante de ella sin que nadie pudiera preverlo, y las oleadas de recuerdos la rompen. Su muerte es la herida que nunca se cierra, los flashes invasivos ante los que su mente se desconecta para protegerse.
Un día, de compras con su hermana, al probarse un vestido rojo para Nochevieja, de repente piensa en el soldado Zandonà, con sus pecas y su rostro de chiquillo, en el momento en que le confesó que había soñado con ella, pero no con su superior, al que debía obediencia, sino con la mujer que se ocultaba bajo el uniforme. Y ella le reprendió y le censuró, le amenazó con un castigo por falta de respeto, pero al girarse, sonrió. Y piensa en él, en el chiquillo tímido que tocaba la guitarra y quería salir de allí cuanto antes para volver con su novia, se mira en el probador ese extraño vestido rojo sobre su cuerpo y ve la sangre de Zandonà derramándose sobre ella mientras dice: ¿me he hecho daño, Manuela? ¿Manuela? ¿Me he hecho daño? Su cerebro dice basta, bloquea el recuerdo y se desmaya. 

En su presente lacerado y fragmentado por las pesadillas, los desmayos y su voluntad de recuperación que se debate entre dos mundos, Afganistán se le presenta como el miedo de morir a cuatro mil quinientos kilómetros de su casa, en la aridez del desierto. Pero cuanto más miedo tenía, más se le clavaba la belleza cruel de sus paisajes, cuanto más la rechazaban sus habitantes, por ser mujer y además militar y además oficial con hombres a sus órdenes, más empezaba ella a amar ese país desnudo y esencial, agresivo y hospitalario hasta extremos delirantes. 

Una noche, asomada al balcón de su casa, con su hermana, ve a un hombre en la terraza del hotel de enfrente. Solo. Es raro, el hotel está vacío y por estas fechas suele cerrar ante la ausencia de turistas. El hombre no se mueve. Mira el mar. Como una estatua. Tan sólo el parpadeo lento de la brasa de su cigarrillo en la oscuridad le dice que ese hombre respira, que ese hombre quizá esté esperando algo, ocultándose de alguien, protegiéndose de su pasado. Quizá esté inmerso en una burbuja, en el limbo, como ella. 
Ambos saben que contar un secreto puede convertirse en una carga, una promesa o una exigencia de compromiso para quien lo recibe. No sólo en un regalo o una muestra de confianza. 
Él piensa en unos versos de Dante, de la Divina Comedia: "semo perduti [...] (noi) che sanza speme vivemo in disio". Y espera algún día poder encontrar una esperanza para su deseo y así dejar de flotar a la deriva, solo, perdido.

Quizá ninguno de los dos pueda salvarse, ni logren convertirse en un hogar para el otro. Pero es posible que puedan intentar recomponerse, salir de su limbo particular con cuidado, con cautela y, juntos, por fin, ser algo. 

martes, 28 de octubre de 2014

MADAMA BUTTERFLY

Butterfly es una mariposa delicada y perfecta. 
Y tiene miedo, pero confía en ese teniente de la marina estadounidense que la mira desde lejos con deseo. 
Le seguiría al fin del mundo. A otra religión, otro amor, al continente del dolor, si hiciera falta. 

Y lo hace. 
Repudiada por todos, se casa con Pinkerton, sella una unión que ella considera eterna, y él, un mero pasatiempo. 
Cuando él se va, ella le espera. Vive su pena con honor, y cuida de su hijo. 
Y espera. 
Y espera. 
Sin saber que su fidelidad es inútil porque cuando su marido regrese, lo hará del brazo de una nueva mujer, su esposa americana. 


Ópera romántica, exótica, feminista y sobre todo, trágica, Madama Butterfly se convierte en un personaje de cuento de la mano de Benjamin Lacombe. 



viernes, 24 de octubre de 2014

LOS PASOS QUE NOS SEPARAN

Los pasos que nos separan es una historia sutil y sencilla que nos habla de la culpa, de los errores, del poder del perdón y de reconstrucción. Y también de unas vidas marcadas por situaciones familiares complejas, como en el caso del protagonista, Salvador Frei, un escultor catalán con quien compartimos su trayectoria en los años 20 cuando con veinte años huye de su situación familiar marchando a Italia para trabajar con un maestro escultor.

En Trieste, en aquella época ciudad con sentimientos austriacos italianizada a golpe de decreto, encontrará al amor de su vida, Edita, una mujer eslovena, casada, con un bebé, algo mayor que él. La novela se desenvuelve en dos épocas diferenciadas, una en los años veinte y la otra a finales de los años 70 en España, donde la protagonista inicial es Marina, una joven estudiante de Bilbao que estudia en Barcelona y de forma irreflexiva, como fue la tónica en ciertos ambientes de aquella época, vive unas vacaciones en Menorca de las que volverá embarazada.

Indefensión, angustia y miedo llevan a Marina a buscar un trabajo que le permita financiarse un viaje a Londres para resolver la situación. El tema del embarazo aparece a lo largo de estas páginas en diferentes situaciones: Rosina, la muchacha ignorante y seductora que de forma inconsciente será una víctima, Eulalia, la mujer que cuida de Salvador y cuidó de Edita, y Marina, que quizá pueda encontrar una solución para el futuro de su bebé. 

En esta segunda etapa de los años 70, Salvador Frei tiene casi ochenta años, se ha quedado viudo y su trayectoria le ha llevado a una madurez positiva que hace posible que una relación profesional con Marina, a la que contrata para acompañarle en un viaje por los lugares de su juventud, Trieste, Zagreb y Liubliana, se convierta en una amistad cómplice que pueda redimirlos a los dos. Esta historia nos deja un sabor de esperanza y solidaridad, dos ingredientes que hacen de la vida un lugar habitable.

(Recomendado por Isabel)

martes, 21 de octubre de 2014

28 DÍAS

Vaya, por fin un libro serio de Safier. Es lo primero que pensé al ver de qué trataba esta novela. Otros, sus fans verdaderos, verán a la chica de mirada intensa de la portada, leerán las palabras Gueto de Varsovia en el resumen de la contra, y huirán espantados al no encontrarse con las tribulaciones de una vaca teutona, familias que se convierten en monstruos de Halloween, viajes en el tiempo al cuerpo de Shakespeare, mujeres que se enamoran de Jesús vivito y resucitado, malas conductas que se redimen pasando por todos los estadios evolutivos del mundo animal, desde una hormiga explotada a un gato ligón llamado Casanova. 

David Safier ha dado un giro radical en su carrera literaria: ha dejado los temas ingeniosos y vagamente ridículos y se ha metido nada más y nada menos que en uno de los hechos históricos más épicos (y tristes) de la resistencia contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Y debo admitirlo, lo ha hecho estupendamente. 

28 días duró el levantamiento del gueto de Varsovia. 28 días durante los cuales algunos judíos, en su mayor parte muy jóvenes, dieron un puñetazo en la mesa y demostraron al mundo que no iban a seguir dejándose llevar a los trenes como ovejas al matadero. Porque ya sabían lo que les esperaba, ya sabían lo que significaban las palabras reasentamiento y campos de trabajo. Ya sabían lo que significaba la palabra Auschwitz

Durante 28 días los nazis reprimieron, con una eficacia debilitada por la inmensa sorpresa de ver cómo esos Untermenschen eran capaces de organizarse y devolver los golpes, la ira de los judíos. Chicos y chicas de veintitantos años, muchos adolescentes, con armas antiguas y con munición escasa pasada de contrabando desde el lado polaco de la ciudad, resistieron durante 28 días y obligaron a los nazis a demoler y quemar, casa por casa, la gran mayoría de la superficie del gueto.

Judíos capturados durante el levantamiento del gueto

La historia está contada en primera persona por Mira, una chica de dieciséis años, que sobrevive como puede dedicándose al contrabando de alimentos. Su prioridad es dar de comer a su madre y a su hermana, que dependen de ella. Pero un día, cuando está a punto de ser arrestada por judía en el lado polaco, un chico de su edad, decidido y magnético, se hace pasar por su novio, la besa en medio de la calle, y le salva la vida. A partir de ese momento nada será lo mismo para Mira: tendrá que esconderse de las deportaciones, confiar de nuevo en su hermano policía, y decidir qué clase de persona quiere ser para sobrevivir cuando la situación la lleve al límite del sufrimiento. 

Es una novela escrita con un ritmo eléctrico, que describe lugares y situaciones familiares para cualquiera que haya visto películas como El pianista del gueto de Varsovia, sin ahorrar crueldades y comportamientos extremos, y que insiste en una cuestión fundamental: hasta dónde somos capaces de llegar con nuestras acciones con tal de sobrevivir. 

sábado, 11 de octubre de 2014

EL UMBRAL DE LA ETERNIDAD

Este es un nuevo best-seller de Ken Follett, sin lugar a dudas, ¡y qué bien me lo he pasado leyendo sus 1152 páginas! Una historia sencilla, sin lirismos, que me ha atrapado desde la primera línea con esa recreación histórica que abarca desde 1961 hasta el 1989, desde el momento en que se completa el muro de Berlín hasta cuando acaba derribado, con unas escenas emotivas que me han emocionado profundamente.

En unas declaraciones recientes, Follett comentaba que parte de su éxito se debe a la labor de su mujer, que dispone de veinticinco colaboradores, documentalistas e historiadores que le facilitan la documentación que le permite luego construir historias con una gran base real. Imposible de otro modo acercarse como lo hace a la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos en defensa de la comunidad negra, perfilando personajes emblemáticos como los hermanos Kennedy y Martin Luther King.

Es escalofriante el ambiente que se respira en Moscú y en la Alemania del Este durante la época más dura de la Guerra Fría, con Kruchov en el poder y la Stasi, una de las más negras lacras del comunismo, espiando la vida de millones de alemanes. Y también la perversión y la falta de escrúpulos en los gobiernos de Estados Unidos respecto a sus relaciones con los países de Latinoamérica.

Esta tercera parte de la trilogía The Century pone punto final a una recreación apasionante del siglo XX, que posiblemente nos aporte más información a través de los matices de sus protagonistas que muchos libros de historia. El ambiente, las pasiones humanas, los conflictos generacionales, la lucha por los derechos de los más débiles están reflejados en muchos momentos con destellos de una gran veracidad e inteligencia.

(Recomendado por Isabel)


lunes, 6 de octubre de 2014

ALABARDAS

Acaban de publicarse las últimas palabras de José Saramago, un boceto del último proyecto literario, con su estilo peculiar, que su muerte no permitió desarrollar. La editorial Alfaguara ha querido rendir un homenaje merecido a este escritor comprometido con todas las causas éticas, Premio Nóbel de Literatura, poniendo un gran mimo en la edición de este libro de 150 páginas, con ilustraciones de Günter Grass y con dos textos añadidos de Roberto Saviano y Fernando Gómez Aguilera.

Creo que a José le habría gustado leer y habría compartido un breve párrafo de Saviano que dice: "No es más que sentido del deber cuando amas con un amor ardiente tu trabajo y ante un ultimátum escoges de acuerdo a tu conciencia. Por un lado la vida protegida, por un silencio impuesto; por otro, la muerte precedida por el último grito de la verdad". Saviano, en unas breves páginas describe terribles realidades de México, Río de Janeiro y Alemania relacionadas con la violencia y la droga, de una manera muy impactante. 

Un recuerdo amoroso de todos los que admiramos y compartimos los ideales de José Saramago.


(Recomendado por Isabel)

sábado, 27 de septiembre de 2014

EL DEBER

Novela antidictadura, novela moralista, novela de suspense, novela de ideas, novela psicológica, El deber puede ser muchas novelas a la vez. Ludwig Winder la escribió en 1943, desde el exilio, y el lenguaje austero y calmado del relato no hace sino acentuar la apasionada defensa del compromiso político frente a la barbarie. 

El protagonista, Josef Rada, es un burócrata cincuentón, eficaz, humilde y sin ambiciones, cuyo único interés es hacer bien su trabajo y cuidar de su familia. Se dedica a establecer los horarios de los trenes en todo el país para regular de la manera más eficaz los traslados militares alemanes. Baja la cabeza ante los desfiles nazis, procura no llamar la atención, nunca habla de política ni de resistencia y controla su miedo intentando pasar totalmente desapercibido. El instinto de proteger a su familia es mucho más fuerte que el instinto de rebelarse contra los atropellos. Si tuviera que elegir entre la vida de su hijo Edmund y la libertad del pueblo checo, probablemente elegiría la primera, siendo la segunda un concepto ajeno a su comprensión del mundo. Josef Rada no tiene madera de héroe, simplemente es un padre de familia deseoso de darle un buen futuro a su hijo. 

Un día de finales de 1939, después de repetidas protestas estudiantiles en Praga, tropas de las SS ocupan y clausuran todas las universidades, matando a decenas de universitarios y enviando a miles a campos de concentración. Ese día, Edmund no vuelve a casa. Ni al siguiente. Y es en ese momento cuando la vida de Rada se tambalea, cuando el deber que había gobernado su vida, el deber de velar por el bienestar de su familia y desempeñar escrupulosamente su profesión, empieza a resquebrajarse. Su hijo había luchado por una justicia en la que creía, no sólo para él, sino para todos los checos. Su hijo había protestado contra la ocupación alemana y había reclamado su derecho a seguir estudiando medicina y poder aspirar a ejercer su futura profesión en un mundo libre. Y ahora, un nuevo deber más duro se abría paso en el interior de Rada, desplazando su anterior deber de manera tenaz e implacable.
No podía seguir contemplando cómo otros se sacrificaban mientras él, por consideración a su hijo, rehuía cualquier sacrificio. Edmund no quería esa consideración, la despreciaba. Era despreciable si estaba muerto; y también era despreciable si estaba vivo. Los ejecutados cuyos nombres leía Rada cada día en el periódico se lo decían a gritos. Se lo decían con la voz de Edmund. Todos ellos eran Edmund.
Ya no podía proteger a su hijo. Estuviera vivo o muerto, su prudencia no podía salvar ya a nadie. Pero en su trabajo tenía acceso a una información que, en las manos adecuadas, podía, si no cambiar el curso de la guerra, sí causar daños considerables en la maquinaria bélica alemana. 

Ludwig Winder

El deber trata de la transformación interior de un personaje ante una situación límite. Trata de las cosas que podemos tolerar y del momento en que uno decide trazar una línea para decidir cuánta brutalidad puede seguir soportando. Josef Rada es un burócrata gris, anodino y extremadamente meticuloso y obstinado en su trabajo. Y esa meticulosidad y obstinación se convertirán en un arma peligrosísima una vez decida hacer caso a su indignación y la ponga al servicio de una causa colectiva. Liberado del miedo a poner en peligro la vida de su hijo, Rada sentirá que la resistencia activa contra los nazis se ha convertido en una forma de resucitar de entre los muertos, su nueva razón de ser, lo que da sentido a la amargura y al vacío. Impregnado de su nuevo deber, sentirá que su vida, aunque más expuesta a la muerte que la de un soldado en primera línea, se ha vuelto más segura, porque habiendo escapado al peligro de no reconocer su propósito, ya nada terrible o inesperado puede sucederle. 


miércoles, 24 de septiembre de 2014

12 POEMAS DE FEDERICO GARCÍA LORCA

Kalandraka nos vuelve a deslumbrar con una exquisita edición maravillosamente ilustrada por Gabriel Pacheco que incluye doce poemas de Federico García Lorca: Canción tonta, El lagarto está llorando, Cancioncilla sevillana, Mariposa, La Tarara, Vals en las ramas, Los reyes de la baraja, Escuela, El niño mudo, Caracola, Paisaje y Despedida.

Estas poéticas páginas tan mágicas por el texto y también por las ilustraciones evocaron en mí la urgente necesidad de poder compartirlas con niños de cualquier edad, para intentar que fueran semillas que pudieran propiciar el brote del gusto por la poesía, tan poco desarrollado en estos días.

En palabras de Gabriel Pacheco, "las palabras de Lorca parece que provienen de lugares que no tienen un lugar, que son una hermosa elegía de la imposibilidad". Es la música de su poesía la que nos seduce, el misterio que se esconde, como en Los reyes de la baraja, donde dice: 

Si tu madre quiere un rey,
la baraja tiene cuatro:
rey de oros, rey de copas,
rey de espadas, rey de bastos.

Corre que te pillo,
corre que te agarro
mira que te lleno
la cara de barro.

Del olivo me retiro,
del esparto yo me aparto,
del sarmiento me arrepiento
de haberte querido tanto. 

Y aprovecho para recordar otro texto poético publicado por la misma editorial hace dos años, en este caso prosa poética, un pequeño libro de aventuras llamado EL PASTOR DE NUBES, de Pedro Villar e ilustrado por Miguel Ángel Díez, absolutamente recomendable para estos días de inicio de curso, que nos acerca a la buena  literatura.



(Recomendado por Isabel)

domingo, 21 de septiembre de 2014

NAUFRAGIOS Y RESCATES

La gente me suele hablar de embarazos, de partos, me pregunta cómo ha ido, qué tal ha salido el niño (o la niña), me dan la enhorabuena con sus palmaditas en la espalda y me felicitan por verme, un año más, en tan buena forma. Ya se sabe: sin estrías, sin ojeras, sin cambios de humor, sin depresión postparto. 
Me hace gracia. Sonrío ante la creatividad de las metáforas. 
Y es que publicar un segundo libro es como tener un segundo hijo, pero sin la responsabilidad de educarlo. Ahí está, solito, defendiéndose como puede o como le dejan, en la jungla interminable de libros publicados. 

Es una alegría, qué duda cabe, un pequeño orgullo y una mínima responsabilidad. Al fin y al cabo, una vez lanzado al mundo, este libro, como cualquiera, tiene que defenderse solo. 
Pero si tuviera que decir algo sobre él, si tuviera que explicar la importancia que tiene para mí, resaltaría tres cosas: es un libro sobre la pérdida, pero me hace feliz pensar que al menos una de las personas retratadas en él permanece en mi mundo de una manera rabiosamente activa; se lo he dedicado explícitamente a mi madre porque sin ella yo no escribiría y porque emocionalmente este libro es casi más suyo que mío; y por último, he aprendido que se puede contar una historia más o menos coherente de principio a fin juntando las piezas de puzles que pertenecen a distintas vidas, porque casi todo lo que sentimos, de una manera u otra, nos lleva en una misma dirección.

Gracias a los que leéis esto, ya sea por hábito o por casualidad, y a los que me mostráis diariamente vuestro apoyo con vuestra curiosidad por lo que hago. Al igual que sin labios no habría besos, sin lectores nadie escribiría. 

Os dejo con el principio del libro (y la explicación del contenido). 


Cuando una historia de amor se acaba, 
generalmente la ruptura la divide 
en un antes y un después.
Enamoramiento, expectativas y crisis por un lado, 
decepción, dolor y duelo por el otro.

Sin embargo, a veces, entre el antes y el después
uno permanece en un tiempo detenido,
un ahora tenso y estupefacto 
que parece prolongarse hasta el infinito.
Es el instante moribundo de la pena
en el que el corazón sigue latiendo
pero las horas no pasan,
la vida se aleja de la realidad,
el tiempo se fracciona en parcelas cada vez más pequeñas
y las noches se llenan de preguntas sin respuesta.
El ahora es un grito en el estómago,
una boca abierta a un miedo atávico y paralizante,
la hora violeta de las tragedias cotidianas
que devastan nuestro cuerpo sin descanso,
como la onda expansiva de una bomba íntima
que una y otra vez no dejara de explotar.

Al final siempre se emerge del ahora, 
es un infinito tramposo 
que abruptamente termina
en la curva más inesperada,
en un fuego que te rescata,
en el reencuentro con una amistad perdida.

Este libro cuenta el antes y el ahora,
los naufragios y los rescates 
de una vida que se resiste
a dejarse llevar por la deriva.

Y cuando por fin llega el después,
se encuentra con una hoja en blanco,
con la sonrisa feliz y anhelante
que florece tras la última palabra.