martes, 16 de diciembre de 2014

EL REBAÑO

Miguel no puede dormir.
Y como todo niño bueno, hace caso de lo que le aconsejan: se pone a contar ovejas. Tiene la suerte de contar con un equipo personal de ovejas estupendo. Nunca se equivocan, son muy disciplinadas y saltan su valla con una eficacia perfecta.
Pero la oveja nº 4 es diferente. No quiere saltar, ¡es muy aburrido! Imaginaos, toda la noche saltando una y otra vez una estúpida valla hasta que Miguel se duerma.

La oveja nº 4 es obstinada. No salta y no salta. Hasta que llega un irresistible cartero luciendo un irresistible bigote con una carta para la oveja nº4. De Miguel.
Y entonces la oveja rebelde dará un salto grande, grandísimo, un salto impresionante y enorme más allá del mundo onírico de las ovejas, que dejará a sus compañeras con la boca abierta y a Miguel con una sonrisa de paz, feliz y, por fin, profundamente dormido. 


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