viernes, 29 de enero de 2016

Editoriales afines (I): Libros del K.O.

Que la filosofía editorial es importante lo sabe cualquier autor que haya pasado de una editorial a otra. Importan el proyecto, la coherencia y la sensibilidad a la hora de elegir la publicidad. Importan la ambición de llegar hasta el lector, la relación con los libreros y los buenos materiales. Importan, claro, el papel, el diseño de portadas y que sea reconocible en medio de cualquier otra. El tipo de letra, las fajas, qué palabras utiliza para promocionarse, los textos de las contraportadas, las tapas, el olor, el cosido o el pegado. 
Importan tantas cosas que a la hora de inaugurar un proyecto editorial, uno debe de volverse loco eligiendo. Como un niño con miles de piezas dispares que ensamblar y sólo un resultado posible: el que tiene ya en la cabeza y con el que lleva soñando semanas, meses, años. 

A veces leo libros por la editorial que los publica. El mismo libro en otra editorial no me llamaría en absoluto la atención. Hay editoriales que tienen implícito un sello de garantía. Se lo han ganado, año tras año, por haber conseguido ensamblar un proyecto sólido y atractivo en el que uno se siente reflejado.
Libros del K.O. es una de esas editoriales. Hace años, Jordi Herralde, editor de Anagrama, dijo en una conferencia que una editorial de no ficción era inviable en España. Ellos demuestran cada día hasta qué punto se equivocaba. 
Aquí os dejo las dos reseñas de Libros del K.O. que hemos publicado en nuestro blog. Son dos libros estupendos, no os los perdáis.

lunes, 25 de enero de 2016

LOS BASTARDOS DE PIZZOFALCONE

Ay, qué bueno es este hombre. Ocho libros lleva. Ocho libros suyos que he devorado con pasión, con avidez infantil y complacida por la certeza de disfrutar siempre con su forma de llevarme por sus tramas y su Nápoles de ayer y de hoy. 

Esta vez al comisario protagonista le acompañan cinco bastardos. Cinco policías que, como él, cargan con pasados conflictivos. Turbios, enigmáticos, indeseables en sus lugares de origen, van a parar a la comisaría maldita de Pizzofalcone. Los bastardos de Pizzofalcone. Todos ellos con algo que ocultar, con vidas secretas inconfesables, todos ellos furiosos y heridos, dispuestos a cualquier cosa para redimir su pasado y encontrar un equilibrio para sus pasiones. 

Cuando les asignen el asesinato de Cecilia de Santis, una dama de la alta sociedad, empezarán a buscar por donde siempre: el dinero y el odio. Buscarán en las relaciones cansadas, en los rencores nimios que se van acumulando, año tras año, hasta formar una masa compacta de frustración y desprecio. Buscarán en los contratos y sus intereses, en el estatus que da el dinero y la pose y al que, una vez alcanzado, ya es imposible renunciar. Buscarán por donde buscan todos. Pero quizá sólo ellos, los despreciados bastardos de Pizzofalcone, sepan buscar también donde nadie busca. En las mentiras, en los suspiros y en la piel que se ofrece sin reticencia. Quizá sólo ellos prueben a buscar en el amor. Porque tal vez ahí, precisamente, esté la razón de todo, "en una amistad de hace tiempo, en una mirada que alguien fijó en los ojos de otra persona durante más de una fracción de segundo. Porque así es como se genera una ilusión, con una mirada y una fracción de segundo. Y se imagina algo, y se acuna ese algo en brazos como un recién nacido para que crezca, y se alimenta ese algo hasta que se hace grande y ocupa todo el espacio."

Recibí este libro ilusionado, como un niño al que le plantan delante una de sus tartas favoritas y le dicen: es para ti. Pero la ilusión se convirtió en asombro, en incredulidad, y al instante en risas de felicidad cuando leí la faja promocional que la editorial le había puesto y descubrí que era una frase, sacada de este mismo blog, de la reseña que escribí sobre el primer libro de la serie, El método del cocodrilo. Y ahora, cada vez que paso por delante del libro en la librería, no puedo evitar guiñarle el ojo al bueno de Maurizio de Giovanni, pensando que la librería Benedetti le recubre la cintura con elogios, y no hay mejor reclamo que una librería rendida a la maestría de un autor.





jueves, 21 de enero de 2016

Presentación de UN PERRO en la librería

Cuando hace un par de meses, Alejandro Palomas se puso en contacto con la librera madre para anunciarle que vendría a la librería a presentar Un perro, la alegría no pudo ser mayor entre todos nosotros. Uno de nuestros escritores fetiche, autor de libros que habíamos leído y recomendado con tanto gusto, nos vendría a visitar y a hablarnos de su última novela. Aquella era una excusa fantástica, porque sabíamos que en realidad vendría a hablarnos de los grandes temas e intereses de su obra: la familia, la soledad, la emoción, la risa, la intensidad o la propia vida, sin más.

Y así fue. Ayer nos reunimos todos en un rincón de nuestro centro comercial, en círculo, alrededor de él, para escucharle hablar sobre sus novelas y para, como en una reunión con amigos de toda la vida, intentar averiguar por qué escribimos y leemos, cuáles son las fuentes de los personajes de sus novelas y cómo es eso de escribir.


La presentación corrió a cargo de Isabel, que no desaprovechó la ocasión para hablarnos no sólo de su pasión por la obra de Alejandro, sino también para reflexionar sobre la lectura y la escritura. Luego comenzó el diálogo y supimos que la vida y la obra de Palomas se rozan constantemente, que buena parte de lo que es Amalia, es él mismo o es su madre, y que lo que él quiere es que "la gente quiera a esta familia, porque es la mía". Y la queremos. Para los que hemos leído Una madre y Un perro, Amalia, Fer, R, Ingrid, Emma y Silvia son como nuestros vecinos simpáticos. Sacaríamos a pasear a R si Fer nos lo pidiera y reiríamos ante las ocurrencias de Amalia un día de paseo por el parque.

Alejandro Palomas e Isabel tejieron una conversación interesantísima sobre el mundo de la escritura y de la publicación de textos; y aprendimos que este autor ha sido capaz de crear su particular mundo con pequeñas piezas de un rompecabezas que va encajando poco a poco mediante la interrelación de pasado, presente y futuro. También aprendimos que escribió Un perro en dos meses y medio. Encerrado en su casa de campo, escuchando sin cesar el piano de Satie, modificó algún episodio para incluir en la novela las carpas que tan bellamente habían diseñado para la portada, reescribió la novela entera y devanó la creatividad para hacer creíble y entrañable el personaje de Amalia, el más lúcido y a la vez más desternillante de la novela. En esa casa de campo, acompañado por su perro Rulfo, dejó que los personajes le fueran hablando. Los escuchó y les fue dando vida de la forma tan natural como la leemos en su novela. Y, sin darse cuenta, dio nombre y vida a las realidades de todo aquél que se acerca a su obra y que ya no puede despegarse de ella por la atracción que ejercen su estilo, la sombra de Virginia Woolf en sus páginas y sus personajes.

Estamos agradecidos a todos los que os acercasteis ayer a conocer un poco más a Alejandro Palomas y su obra. Y, por supuesto, queremos mostrar nuestra gratitud al autor que hizo un alto en la Librería Benedetti y nos regaló su tiempo y su compañía y nos advirtió de que si nos habían encantado Una madre, Un hijo, o Un perro, no dejáramos de leer la que para él es, sin duda, su mejor obra, El tiempo que nos une.


Por Patricia Bejarano

lunes, 18 de enero de 2016

UN PERRO

Creo que el amor es lo que nos da seguridad y por eso es tan importante en nuestra vida, pero el miedo es un lastre terrible que hace naufragar los mejores sentimientos. Sólo cuando se vence el miedo empieza la vida a ser merecedora de disfrutarse, y el amor. ya sea familiar, de pareja o hacia un animal, puede ser experimentado en toda su grandeza. El amor, si conseguimos que se convierta en la mayor realidad de nuestra existencia, da sentido a la vida aun cuando esta parezca no tenerlo.

Alejandro Palomas retoma los personajes de Una madre para seguir ahondando en sus relaciones familiares, desnudando sus almas y el vacío dejado por el padre ausente, que hizo todo el daño necesario antes de desaparecer para que el miedo se incrustara en el alma de su mujer y sus hijos. El amor que une a esta familia salva todos los escollos en una historia que, a través del hilo conductor de R, el perro del protagonista, va desplegándose poco a poco con los recuerdos familiares llenos de abandonos y soledades.

Alejandro Palomas nos divirtió enormemente con Una madre, nos emocionó hasta las lágrimas con Un hijo y ahora vuelve a remover los cimientos de nuestra sensibilidad con la singularidad de unos personajes que radiografía en sus más íntimos sentimientos.

(Recomendado por Isabel)



sábado, 16 de enero de 2016

POESÍA ÚLTIMA DE AMOR Y ENFERMEDAD

Un silencio sobrevuela la poesía de Lois Pereiro. Un tipo de delicadeza cotidiana en las relaciones humanas, conversaciones telefónicas que callan mucho más que lo que dicen y no logran enmascarar la distancia que define su soledad, y su necesidad de sortearla. Un silencio enfermo, también. El silencio de un hombre que sabe que no llegará a viejo, que por sus venas corre, a toda prisa, desbocada, la muerte. El silencio de quien acepta su derrota, y apura, apasionada y sabiamente, toda la calidez y el amor a los que puede tener aún acceso.

Hay un libro de Lois Pereiro que siempre está bien visible en nuestra sección de poesía. Lo editó una editorial ya desaparecida llamada Libros del Silencio y se llama Poesía última de amor y enfermedad. Es de esos libros que uno saca de su estante cada cierto tiempo, abre al azar y lee. Para impregnarse de algo que en su vida cotidiana suele quedarse fuera de su alcance.

Hoy lo saco del estante para leerlo y para compartir un poema que hemos grabado Patricia Bejarano y yo, voz y piano, en nuestro blog Los sábados, un poema. Por Lois Pereiro, los Beatles, Galicia y la poesía silenciosa. 

miércoles, 13 de enero de 2016

NO VIOLENCIA

Siempre me ha llamado la atención la cantidad de violencia a la que estamos expuestos en nuestra vida cotidiana. Un conductor exasperado que pega el morro de su coche a tu maletero y te dispara ráfagas de luces largas porque si no va más rápido no se siente realizado, el turista que te empuja y que apenas murmura una disculpa porque está más pendiente de la foto que quiere sacar que de las personas que le rodean, los familiares que se gritan de todo en las cenas de navidad porque ya no pueden acumular más frustración o complejos o envidia o lo que sea que no han sido capaces de gestionar. 
Violencia que soportan los profesores y los alumnos diariamente en las aulas, las mujeres al cobrar menos que los hombres por los mismos trabajos e incluso nosotros, los que estamos detrás de un mostrador y tenemos que responder con calma y mano izquierda a las provocaciones de la gente que no sabe tratarnos con respeto. 
Siempre he pensado que hay otra forma de tratarse, más humana, más comprensiva y, sobre todo, más inteligente. Porque, como demuestra este libro con decenas de ejemplos, la violencia no resuelve nada; siempre produce más violencia. 

La no violencia es un concepto para el cual no existe una palabra. Al contrario que el pacifisimo, es una forma de persuadir, una técnica para el activismo político, un sistema que aspira a prevalecer. Un sistema, además, que requiere valor e imaginación. Es mucho más complicado ejercer presión mediante boicots, sentadas, huelgas y desobediencia civil que armar a un grupo paramilitar y señalarle su objetivo. Hace falta voluntad e inteligencia para aceptar las razones del contrario y tratar de llegar a un acuerdo. Lanzar una piedra o un misil siempre es más fácil. Pero lo que parece que no entienden, ni han entendido nunca, los dirigentes de nuestra sociedad, es que optar por la violencia para tratar de resolver un conflicto significa, en la inmensa mayoría de los casos, perpetuarlo. 

Mark Kurlansky hace un breve repaso por la historia, desde los primeros cristianos hasta hoy en día, señalando las repercusiones de la violencia en la resolución de conflictos, y cómo los métodos no violentos siempre fueron despreciados, ignorados, cuando no directamente reprimidos y exterminados. Por ejemplo, destaca el origen no violento de las religiones monoteístas y cómo, al hacerse con el poder, olvidan su compromiso con la paz y la concordia y se vuelven asesinas. Y también al revés, estados plurales y tolerantes que, al abrazar una fe exclusiva, se vuelven dictaduras represoras. Quizá el caso más llamativo de esta contaminación en ambos sentidos fuera el triunfo estatal del cristianismo en el Imperio Romano: como dice el autor, una "calamidad de la que la Iglesia nunca se ha recuperado". 

La violencia ha sido siempre esgrimida como un recurso necesario para el cambio. Locke, Hobbes, Rousseau, Robespierre, Marx o Lenin estuvieron de acuerdo en defender las revoluciones como movimientos armados. Lo cierto es que a las principales revoluciones violentas (la francesa, la rusa) les siguieron años, incluso décadas, de guerra civil, masacres y terror. Y sin pretender hacer historia-ficción, me pregunto: ¿no era el recurso fácil? ¿No había soluciones alternativas al uso de la fuerza? ¿No será que el origen de la violencia no está en la naturaleza humana, como creía Hobbes, y que la guerra no es más que el resultado de una clamorosa falta de imaginación por parte de quien la declara?

Mark Kurlansky
Guerras consideradas "justas", como la Guerra de Secesión americana o la Segunda Guerra Mundial, fueron, al fin y al cabo, conflictos brutales parecidos a los demás cuyos objetivos tuvieron mucho más que ver con intereses económicos y geopolíticos que con la emancipación de los negros o la liberación de los judíos. Al echar un vistazo a las motivaciones y los resultados de las guerras en la historia occidental, es imposible no asombrarse de la incapacidad de los gobernantes para aprender del pasado y dejar de utilizar la violencia para responder a la violencia. Es comprensible que Gandhi, cuando le preguntaron por su opinión de la civilización occidental, respondiera: "creo que sería una estupenda idea".

La no violencia ha cosechado éxitos importantes en la lucha contra las dictaduras y la represión: jugó un papel fundamental en el desmoronamiento de la URSS, en la dictadura argentina con las madres de la Plaza de Mayo, en la igualdad racial en EEUU con Martin Luther King o en la caída del Apartheid en Sudáfrica con Nelson Mandela. Es una idea poderosa. Cualquiera que ostente poder en el mundo lo sabe. Y por ese motivo es necesaria: porque es la manera más eficaz de desafiar los abusos, de controlar los desmanes y de responder a la violencia. De aspirar a convivir con respeto y en paz. 


viernes, 8 de enero de 2016

EN MOVIMIENTO

En febrero hará un año que Oliver Sacks nos anunció que un cáncer amenazaba de forma seria su vida mediante un bellísimo artículo en el que nos decía: "en el tiempo que me queda tendré que arreglar mis cuentas con el mundo".

El tiempo se le acabó en agosto pasado. Perdimos a una gran persona, un profesor de neurología y un escritor que supo acercarnos los trastornos de la mente de forma divulgativa en libros tan interesantes como "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero", "Un antropólogo en Marte", "Despertares", "Veo una voz", "Musicofilia" o "Alucinaciones".

Nos ha dejado sus memorias en este interesante libro que a mí me ha sorprendido tanto. La imagen que yo tenía de Sacks era la de un amable y serio profesor condecorado por la reina Isabel de Inglaterra, recibido por la reina Sofía, merecedor de tantos premios, y sin embargo en este libro nos desvela una juventud contradictoria, apasionado de las motos, de la natación, culturista y adicto a las drogas hasta los 35 años. Supo conducir todas esas experiencias hacia la sabiduría mediante el conocimiento de su profesión de médico y neurólogo. Describe también la intensa relación que tuvo con su madre, que en aquella época (años 50 del siglo XX) no pudo asimilar la homosexualidad de su hijo, y con su hermano esquizofrénico en un ambiente exquisito de Londres, donde sus padres eran prestigiosos médicos.

Huyendo de la rígida Inglaterra, se fue a Estados Unidos con veintipocos años y su condición de judío le ayudó a relacionarse con otros médicos, que de alguna forma le apoyaron para abrirse camino en su profesión. 

Amsterdam, un lugar que marcó una etapa de su vida, las intensas relaciones con sus pacientes, con actores como Robert de Niro o Robin Williams con los que colaboró en la adaptación al cine de sus obras, forman parte de una autobiografía inusual, espléndida y singular, como su autor.

(Recomendado por Isabel)


domingo, 3 de enero de 2016

EL BAR DE LAS GRANDES ESPERANZAS

Cada navidad elegimos dos o tres libros estrella para recomendar a todo aquél que nos pregunte por una buena historia. Otros hacen listas de lo mejor del año, nosotros elevamos un podio sin vencedores en el que, este año, por ejemplo, han triunfado por igual la inteligencia, los bares, la risa loca, la lagrimilla, el drama familiar y la tragedia colectiva. Sin números uno ni orden de ningún tipo. Este año comparten podio "Una madre", "La familia Karnowsky" y "El bar de las grandes esperanzas". Y ya que todos, esta vez, están aquí reseñados por nuestra librera madre, me apetece ahora soltar un par de apuntes sobre este último, que acabo de terminar, para que si no lo leéis sea únicamente porque aún no os lo han regalado. 

"Cuando oía a mi padre por la radio, mi madre no oía sus bromas, ni su encanto, ni su voz. Lo que oía era la cuota de manutención que él no le pasaba." Y las broncas, los gritos y quizá el cuchillo de cocina que apareció de repente en la mano de él mientras se le acercaba amenazante con los ojos vidriosos de alcohol. Brutalidad e indiferencia. Un hombre-castigo. Pero para J.R. es La Voz, el vacío de un padre cuya ausencia permite rellenar solamente con las inflexiones melodiosas y seductoras de esa voz omnipresente. El hijo sabe ciertas cosas de su padre y por eso trata de ocultar el anhelo y la fascinación que le provoca su voz en la radio. La madre hierve de rabia y frustración por haberse casado con un hombre así pero por discreción y respeto a su hijo se oculta tras una máscara de calma fingida como si se escondiera detrás de un biombo. Y así va creciendo J.R., esquina de un triángulo desigual que intentará equilibrar durante toda su vida acudiendo al bar Publicans, maravilloso microcosmos de vidas itinerantes, en busca de ejemplos masculinos que rellenen la carencia que deja La Voz en su interior. 
"Mi madre era la palabra impresa: tangible, presente, real; mientras que mi padre era la palabra hablada: invisible, efímera, convertida al instante en memoria."

J.R. quizá haya escrito este libro autobiográfico para atrapar la palabra de su padre, convertirla en real y despojarla de los mitos con los que construyó su personaje. Un libro-búsqueda. Como todos, en realidad. Pero éste, en concreto, de búsqueda explícita por las propias raíces, por los recovecos de la fragilidad de la infancia y de un amor inestable e imposible, que no deja de plantar semillas de árboles bajo cuya sombra nunca podrá refugiarse. 
¿Por qué hemos aupado este libro al podio de lo más recomendable? Pues porque cuando lo recomendamos, nuestra sonrisa previa al argumento define mejor nuestro entusiasmo que cualquier resumen de su historia que se nos pueda ocurrir. 
Felices lecturas para 2016.