Reseñamos los libros que más nos gustan porque la pasión por leer no sería la misma sin poder hablar de ella y compartirla.
lunes, 30 de noviembre de 2020
LA MUJER SIN NOMBRE
jueves, 26 de noviembre de 2020
APUNTES PARA UN NAUFRAGIO
lunes, 23 de noviembre de 2020
CARMEN MOLA Y LA CRUELDAD VACÍA
jueves, 19 de noviembre de 2020
DRÁCULA (firma invitada)
Una de las sensaciones más persistentes durante y tras la lectura de Drácula es que la obra contiene todos los clichés que posteriormente el cine y las secuelas vampirescas han incluido: los colmillos afilados, la transmutación en animales salvajes de Nosferatu (la versión rumana de 'vampiro' según Stoker pero cuyo origen no está asegurado en el folklore de esa región), los ajos, crucifijos y hostias consagradas para protegerse de la bestia o la estaca puntiaguda con la que atravesar el corazón del ser infectado por el conde para salvar su alma.
A pesar de todos estos elementos, no hay que olvidar que Drácula es el producto de una época y, como tal, procura acercarse a la figura del vampiro desde una perspectiva de lo más empírica y científica posible, algo muy propio de finales del siglo XIX con las nuevas disciplinas que estudiaban los fenómenos sobrenaturales desde la seriedad de las ciencias (hipnosis, espiritismo o mesmerismo). Es cierto que hay terror en varios pasajes, pero lo que predomina es el estudio científico de los casos de personas que han sufrido la mordedura fatal. Por eso, la forma es tan importante y encontramos diarios y cartas de los personajes que van sacando a la luz la naturaleza del conde y van descubriendo sus objetivos.
Lo que más me ha gustado del texto ha sido precisamente la parte fantástica, las descripciones del vampiro y del poder ejercido sobre sus víctimas, la serie de tópicos que rodean su figura, las descripciones de las tierras del Bósforo y las anécdotas legales y científicas de la época. Como historia de terror, me quedo, sin duda, con las adaptaciones cinematográficas de la novela porque buscan el miedo y mantienen la intriga dejando al espectador más en vilo. Eso solo lo logra Stoker en varias escenas.
Pero en fin, qué voy a decir yo de una novela requeteleída con más de un siglo de vida. Hablar de los clásicos siempre es un placer aunque lo que se diga de ellos no sea más que lluvia sobre campo mojado, más y más de lo mismo. Si aún no has leído este, juzga por ti la historia y la forma como está escrita, disfruta de la creación de sus personajes y luego aderézalo con una de las películas, así el terror sí que sí se paseará por tu columna vertebral.
lunes, 16 de noviembre de 2020
MIQUIÑO MÍO
jueves, 12 de noviembre de 2020
ZULEIJÁ ABRE LOS OJOS
lunes, 9 de noviembre de 2020
HIJA DEL CAMINO (firma invitada)
viernes, 6 de noviembre de 2020
ZENOBIA CAMPRUBÍ. LA LLAMA VIVA
Me acerqué, como hago con frecuencia, al autor, y descubrí un ser neurótico, enamoradizo, depresivo e hipocondríaco. Seguí admirando su obra, pero no a la persona. En cambio, la humanidad de Zenobia Camprubí me atrajo de inmediato. Como ya afirmaban sus contemporáneos, sin ella Juan Ramón no hubiera podido hacer su obra porque no estaba dotado para hacer frente a la vida. Ella le amó, porque sin amor habría sido imposible que hiciera todo lo que hizo por él. Fue su apoyo económico, material, emocional, lo fue todo para él. Creo que Zenobia debió de ser la compañera ideal para cualquier persona, con la que podemos soñar para transitar por la vida seguros de ser apoyados, respetados y amados.
Cuando conoció a Juan Ramón tenía veintiséis años y una vida intensa ya vivida. De una rica familia burguesa descendiente de puertorriqueños y norteamericanos, había viajado a Estados Unidos, a Francia, a Suiza. Nació en un precioso palacete de Malgrat, en Barcelona, y tuvo una maravillosa abuela materna y una madre protectora con la que contó siempre, incluso para pedirle dinero prestado cuando sus ingresos no alcanzaban para mantener su matrimonio.
A partir del año 1931 los primeros síntomas del cáncer hicieron su vida más difícil y el final, en 1956, fue un delirio. Tres días antes de su muerte tuvo la alegría de que a su marido le dieran el premio Nobel de Literatura y Juan Ramón Jiménez le dedicó ese premio diciendo que era ella la que lo merecía. Le ayudó en todo.
Esta es una biografía que me ha emocionado mucho. Me ha acercado aquella España de la guerra civil cuando en los primeros días el matrimonio acogió a doce niños a los que luego, cuando se vieron obligados a exiliarse, siguieron manteniendo. No es sólo el perfil espléndido de una mujer tan especial como Zenobia, también es un retrato del momento que le tocó vivir, la primera mitad del siglo XX, cuando una generación como la del 27 enriqueció la vida intelectual de este país, a pesar de que la cruel dictadura obligara a la mayoría de sus componentes a exiliarse.
Una llama viva sin duda que iluminará unos años oscuros de la España franquista para el lector que quiera acercarse a esta historia.