Os dejo dos de las piezas que más me gustan de Aquí yacen dragones. Las leo, las releo y las saboreo despacio, como todas las cosas pequeñas que merece la pena disfrutar.
Y ahora, a leer otras cosas.
MI WATERLOO
Minó el pasillo de nuestra convivencia, lo llenó de alambradas. Lanzó la infantería de su desprecio contra los cuarteles de invierno de mi corazón. Despedazó la memoria de nuestros amaneceres juntos con su fuego lento de mortero. Destrozó platos, vasos, cabezas: tomó la cota invencible de mi paciencia. Proyectos comunes, futuro, ilusiones, fueron evacuados a otras relaciones vecinas, moribundos ya.
No tomó prisioneros. Lanzó mis recuerdos al mar sin honores ni últimas palabras, sin último deseo ni primero.
Su olvido desfiló en columnas de a seis entre los escombros de mi amor por ella. Le entregué los mapas y las llaves, el territorio llano y sin defensas naturales de mi corazón. Perdí las batallas y la guerra: la amé como sólo se puede amar al enemigo.
Tenía los ojos de color verde militar.
Mi vida, mi cielo, mi Waterloo.
RAZONES
Escondía palabras en ella. Las dejaba en cada hueco de su cuerpo, aprovechando sus descuidos. En su pelo escondió Cielo, escondió Urgencia. En la curva pronunciada de sus clavículas escondió Deseo, y Amor bajo el lóbulo de su oreja derecha. Escondió Siempre en su ombligo, y quiso esconder también Ternura, pero no pudo porque su ombligo era pequeño, y tuvo que elegir.
Y escondió Celos en su espalda, entre los omóplatos. Y Piedad bajo el brazo izquierdo. Y Violencia primero, tras los dientes, y después Perdón.
Un día, mientras dormía, en sus manos cerradas escondió Pan y escondió Hijos. En el vello rizado de su pubis escondió Miedo, y escondió Luz en lo más profundo de su sexo, donde, calculó, nunca nadie alcanzaría.
Pensaba que así un día, si alguien ocupaba sus lugares en ella, las encontraría. Y al pronunciarlas en voz alta le recordaría, sin proponérselo, las razones de su amor.
Fernando León de Aranoa (extractos de Aquí yacen dragones)
¡Deslumbrante! ¡Creativo! ¡Sorprendente! Literatura en estado puro... Un regalo.
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