jueves, 15 de junio de 2017

MÁS ALLÁ DEL INVIERNO

Encontrarme de nuevo con un libro de Isabel Allende despierta en mí resonancias antiguas. Su Casa de los espíritus coincidió en el tiempo con la llegada al mundo de mi hijo, en 1982, momento en el que yo acababa de vivir experiencias muy intensas en un país latinoamericano. Aquella carta al abuelo, llena de realismo mágico, como se llamó entonces, me impresionó, me pareció brillante y cuando salió su segundo libro, De amor y sombra, me sumergí en él. Los dos trataban el tema de la dictadura chilena y la defensa de los derechos humanos, especialmente los de las mujeres. Un tema para mí apasionante. El tercer libro que leí de Isabel fue Paula, un homenaje a su hija recién muerta, autobiográfico y también en forma de cartas, que me conquistó y me llevó a su universo, en el que siempre he encontrado el toque de humor que da a sus relatos, aun en su faceta más dramática, con una cercanía que te hace sentir partícipe de la historia.

Luego vinieron muchos títulos más que, en mi opinión, nunca llegaron al nivel de los tres que he comentado. Y ahí fui dejando de ser su lectora constante. El penúltimo, El amante japonés, me descubrió un episodio de la historia de Estados Unidos que creo que no ha sido debidamente divulgado: la injusta represalia que sufrieron los japoneses residentes en Estados Unidos y su internación en campos de concentración tras el ataque a Pearl Harbour en 1941. 

Como editora y librera he sido muy consciente de las críticas que ha recibido de voces del mundo intelectual y comprendo algunos de sus argumentos, pero tengo que decir en su favor que sus libros tienen siempre tramas interesantes y temas comprometidos y que si su literatura no es lírica, su sencillez directa para contar es de una enorme amenidad que te engancha desde la primera línea.

En Más allá del invierno, recrea el tema de los refugiados, en este caso una muchachita guatemalteca que ha sufrido lo indecible a causa de las maras violentas en las que se refugió el mayor de sus hermanos. Como siempre, la violencia masculina acaba impregnando los episodios más dramáticos en la vida de las familias pobres, abandonadas con tanta frecuencia por el padre. También denuncia la política que Trump está llevando contra los refugiados y recuerda un hecho que a mí se me había olvidado. En los años 80 se creó el Sanctuary Movement en Estados Unidos, un movimiento compuesto por miles de abogados, estudiantes y activistas que se pusieron de acuerdo para ayudar a los refugiados que en la época de Reagan eran tratados como delincuentes y deportados. Ojalá salga un movimiento parecido ahora.

El trayecto desde Guatemala hasta Estados Unidos pasando por México, con la continua amenaza de los Zetas o los coyotes desalmados que se lucran con la desesperación de los refugiados, está descrito con minucioso detalle. Una vez conseguido el paso a Estados Unidos los problemas no se acaban. Aparecen traficantes de personas con testaferros, que nos recuerdan los casos de corrupción que hoy tenemos en España como el de Ignacio González, o descendientes de personajes turbios que en muchas ocasiones habían escapado de la cárcel y su refugio fue América, como los antepasados alemanes de Trump.

He querido rescatar esta conferencia magistral que Isabel dio en Estados Unidos el 14 de mayo del 2013, un monólogo chispeante y lleno de humor, que denuncia realidades importantes que no han cambiado a pesar de los cuatro años transcurridos.


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