lunes, 20 de junio de 2022

HEARTSTOPPER

Estamos acostumbrados a que las novelas de amor adolescente pongan el conflicto en el centro. Y más si cabe cuando los protagonistas no son heterosexuales. Acoso, violencia, marginación, trampas. Lo habitual es la denuncia del sufrimiento, la sinrazón de la homofobia. Una historia en la que el centro es el amor, y además un amor bonito, tierno, amable, considerado y dulce, es un soplo de aire fresco que reconforta. Y esta es una de ellas. Sin duda la historia de amor homosexual adolescente más bonita que he leído nunca. 

La adolescencia es el miedo a cómo nos ven los demás. La tiranía de las apariencias. Una tiranía tan potente que muchos no logran liberarse de sus ataduras en toda su vida. Heartstopper va de eso, de cómo nos ven. Y de lo que hay que luchar para que nuestra identidad no se defina por cómo creemos que debemos ser, sino por cómo queremos y necesitamos ser, al margen de las convenciones sociales y de lo que piensa la mayoría. 

Para ello, es vital la importancia de los referentes. Referentes homosexuales y bisexuales desde la adolescencia. Referentes de madres y padres que apoyan, entienden y saben lo que es mejor para la estabilidad de sus hijos. Referentes de relaciones saludables donde priman el respeto, la igualdad y el cariño. Referentes de profesores que no se esconden y hablan de orientación sexual en las aulas. Referentes de amor, amor sin trampas, en el que nos podamos reconocer todos, independientemente de nuestra orientación sexual. 

La visualización de las historias de amor LGTBI en la adolescencia es muy necesaria. Necesitamos más. Para que los referentes estén claros y sean normales y cotidianos para todos. Para que las personas LGTBI perciban su orientación e identidad sexuales con normalidad y para que el resto aprenda que la diversidad no solo no les amenaza, sino que puede inspirarles y emocionarles y hacerles llorar y reír. 

Heartstopper es una historia de amor en la que cabe todo un mundo. Un mundo hecho de palabras que afirman, que resuenan y se imponen una y otra vez al silencio persistente de los armarios. Porque, como dice un personaje, uno no sale del armario una vez y ya está. Cada vez que uno conoce a alguien nuevo, cambia de trabajo, se va de vacaciones, tiene que afrontar el vértigo de decir quién es. De salir del armario una y otra vez y exponerse a todo lo que eso puede suponer y que las personas heterosexuales no tendrán que vivir nunca. Uno se pasa la vida entera saliendo del armario. Y eso es porque la sociedad es una constructora obsesiva de armarios, intolerante con cualquier persona que no sea heterosexual. 

Tendremos un quinto volumen de Heartstopper en 2023, probablemente. Y qué ganas de leerlo. Y de seguir recomendándolo. Qué ganas de que cada vez haya menos adolescentes encerrados en los asfixiantes armarios fabricados por entornos que censuran los referentes del amor homosexual. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario