El equilibrio y la concordia en política suelen ser fenómenos aislados y nunca han durado mucho tiempo. Siempre ha habido algún grupo dispuesto a alterarlos para imponer sus criterios. Si la unidad y el consenso son utopías, quizá el objetivo sea tratar de lidiar con la polarización de la mejor manera posible. Es decir, evitando por todos los medios que desemboque en odio y violencia. Si el atractivo del autoritarismo es un mal endémico, ahora más que nunca es el momento de luchar por tender puentes y aislar los brotes que quieren acabar con la convivencia.
De esto trata este ensayo de Anne Applebaum, de la que ya disfruté mucho su ensayo sobre el inicio de la guerra fría: El telón de acero. La extrema derecha lleva una década (en algunos sitios unos años más, en otros el fenómeno es todavía más reciente) volando los puentes de nuestras democracias plurales y es responsabilidad de todos ponerle freno.
Alerta de los peligros de la nostalgia restauradora. La extrema derecha política y mediática vuelve la mirada a antiguos mitos para reformularlos a conveniencia y aspirar a que tengan un papel activo en el presente. El mito de la homogeneidad racial (fuera los inmigrantes de otras etnias y religiones), de la homogeneidad heterosexual (el colectivo LGTBI podrá existir siempre que no nos enteremos), de la homogeneidad de clase (los pobres no existen, y si existen es porque quieren).
Analiza la sensación que tiene la extrema derecha de pertenecer a una comunidad única, superior y especial. Una sensación nacionalista de pertenencia que genera odio hacia el diferente. Y si se alimenta lo suficiente, crea autoritarismos. Ha pasado muchas veces en la historia y está pasando de nuevo en Polonia, Hungría, Austria, Holanda, Francia, Reino Unido, Italia y España en estos últimos diez años.
Describe cómo se ensalza un pasado glorioso con el fin de restituir una autoestima nacional maltrecha que no tolera la realidad actual, porque atenta contra sus delirios de grandeza. Los políticos de extrema derecha son devotos de las "esencias nacionales". Y de cualquier mentira que sirva para ensalzarlas. No dudan en recurrir al revisionismo histórico, retorciendo el pasado a su conveniencia. Piensan que su idea de nación está en peligro de muerte, que vivimos en una época de decadencia apocalíptica en la que cualquier medio puede ser válido para salvar a la nación de sus potenciales asesinos. Sienten cierto anhelo de caos y destrucción para poder erigirse ellos en los restauradores del orden perdido. Lo cual no deja de ser una técnica de manipulación política clásica que ya usó Hitler con la quema del Reichstag en 1933 y que le dio excelentes resultados a la hora de apuntalar la criminalización de los adversarios políticos.
Me ha parecido un ensayo muy interesante. Muy incisivo. Fluido, elegante y muy fácil de leer. Estoy lejos de los planteamientos políticos de Anne Applebaum, y discrepo de algunas de sus teorías, pero su análisis de los estragos que los partidos de extrema derecha han hecho en las democracias occidentales me parece interesantísimo. Y he aprendido muchísimo con ella. Ojalá los políticos españoles que se definen como de centroderecha pudieran leerlo y aprender del peligro de sus queridos socios de extrema derecha.
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