lunes, 30 de mayo de 2022

DESENCAJADA

La protagonista de esta novela llega a España con su madre a finales de los años noventa. Su padre ya les espera aquí. La tierra de las nuevas oportunidades. Nuevas oportunidades para su hija, porque ellos van encadenando trabajos manuales precarios que no se corresponden con sus formaciones. Todo para que su hija prospere. Para que su hija estudie y no tenga que trabajar con las manos, como ellos, sino con su mente. Han migrado con la esperanza de legarle a su hija algo mejor que lo que ellos recibieron. Y a pesar de su fatalismo, de su contención emocional, a pesar de no poder ayudar a su hija a hacer los deberes de primaria y pedirle que les lea las cartas que reciben del ministerio, a pesar de sentirse desencajados en esta nueva vida en España, siguen adelante. Ese es el camino. Ucrania se quedó atrás para siempre. Un callejón sin salida al que no tiene sentido volver. 

Esta novela señala las heridas invisibles del desarraigo. Es delicada y punzante. Y tiene un ritmo que hipnotiza. Hay una melodía subterránea que me ha mecido a lo largo de toda la historia. Una melodía melancólica, a ratos furiosa, helada y anhelante, que hace de puente frágil entre dos lugares, Ucrania y España, dos raíces, dos idiomas desde el que mirar un mismo mundo interior desencajado. 

¿Cómo vives en un sitio cuyo idioma desconoces? ¿Cómo haces la compra, cómo te orientas por las calles, cómo preguntas si te pierdes? El significado de las cosas se divide en dos: el que tú le das y el que le dan los millones de personas que te rodean, esos desconocidos a los que no puedes pedir ayuda y que, a pesar de estar a tu alrededor, a la distancia de un roce o una caricia, parecen moverse a kilómetros de distancia de lo que tú eres y sientes y necesitas. Sacas tu diccionario, como un escudo o una varita mágica, y te preguntas si la traducción es suficiente. Si un diccionario basta para cubrir toda esa distancia, para abrir esa puerta y cruzarla. El significado de la palabra odinochestvo es soledad. Pero qué diferente soledad evoca la palabra española. 

Me ha llamado la atención la contención emocional autoimpuesta por la disciplina en los padres de la protagonista, quizá algo común en las personas de los países del este de Europa. "Deja de reírte o acabarás llorando", le advierte la madre a su hija pequeña. Contención y disciplina que choca frontalmente con la expresividad desbordada y laxa del carácter de muchos españoles meridionales. Una contención que cualquiera diría que es un rasgo de carácter, algo innato, genético, y no la losa de una herencia de la que con mucho esfuerzo uno quizá pueda desprenderse. 

Esta es una novela sobre la indiferencia. Sobre el cansancio y el hastío en dos mujeres de veintisiete años que llevan demasiado peso encima. Que se sienten solas pero no piden ayuda. Quizá porque no saben cómo hacerlo. Quizá porque están convencidas de que nadie va a ayudarlas. Porque en realidad nadie tiene por qué hacerlo. La soledad es una carga intransferible. Una mancha que lavar a solas, a escondidas, de noche. Aunque una sepa que igualmente a la mañana siguiente volverá a aparecer. 

"Al igual que la pérdida de un ser querido, la migración es un duelo. Pierdes la lengua. Pierdes la cultura. Tu identidad. Tus amigos y tu familia. Tu estatus. E incluso sufres la pérdida de la tierra. Lloras los paisajes y el clima". "Para los exiliados, emigrados y peregrinos, la patria siempre será el camino". 

Desencajada es una novela escrita, quizá, para "desentrañar la nostalgia. Ir al origen de la pérdida, buscar el núcleo del dolor y despiezarlo para analizar cada una de las partes que lo contienen. Para así poder entenderlo. Para dejar de sentirlo". 





 

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