jueves, 17 de junio de 2021

EL TIRANO. SHAKESPEARE Y LA POLÍTICA

Muchas obras de Shakespeare hablan de política. De la ambición política y de cómo todo un país puede caer en manos de un tirano. Le interesaban las causas sociales, las raíces psicológicas y los retorcidos efectos de la tiranía allí donde triunfaba. Como la censura de la época isabelina prohibía cualquier alusión política a la actualidad inglesa en las obras de teatro, Shakespeare eligió personajes históricos e inventados para explorar el ansia del poder absoluto y las catástrofes que provoca. Según Greenblatt, Ricardo III, Macbeth, El Rey Lear o Coriolano no son más que espejos con los que burlaba la censura para retratar indirectamente las pasiones políticas de su época, con tanto genio que su retrato es capaz de reflejar con sobrecogedora nitidez nuestra convulsa vida política. 

En Enrique VI podemos ver a rivales políticos defendiendo que su verdad es tan evidente que sólo desde la pura maldad puede ponerse en duda. Lo cual lleva a la gente a tomar partido por uno o por otro, a opinar metidos en trincheras y a convertir a los adversarios en enemigos. Shakespeare habla del odio como desestabilizador social. De la búsqueda del poder como la canalización de una ira popular. Y de cómo la ira se vuelve violencia en una espiral imparable que desemboca en la tiranía y en el reino del miedo. ¿Os suena de algo?

Para Shakespeare, político es sinónimo de hipócrita. De persona que miente por ambición, que miente para medrar. Y, sobre todo, para minar la imagen del adversario, convertido en enemigo. Describe la política como una guerra en la que es más efectivo destruir la reputación del enemigo que ganarse adeptos. Qué más da que te quieran, lo importante es lograr que el enemigo sea odiado con tal intensidad que tú te conviertas con naturalidad en su alternativa. ¿Os suena de algo?

Mentiras, bulos, indiferencia por los hechos, invención de problemas que no existen para hostigar a minorías, fe en un puñado de ideas fijas que se repiten una y otra vez, resentimiento hacia una difusa élite intelectual a la que se culpa de haber traicionado a las clases populares, ataques a la educación y a la cultura. ¿Os suena de algo?

En este ensayo delicioso, Greenblatt desmenuza la anatomía del tirano de forma que resulta inevitable no pensar en tiranos más contemporáneos. En las obras de Shakespeare hay una crítica mordaz, a veces seria, a veces paródica, de la ambición política que va de Coriolano hasta Ricardo III y cuyos dardos viajan sin esfuerzo cuatros largos siglos para acertar de lleno en la forma de pensar y de actuar de la mayoría de los políticos actuales de extrema derecha. 




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