Este nuevo libro de Alejandro Palomas, Premio Nadal 2018, me ha hecho sentir como de vuelta a casa, a la casa de Amalia y a esa familia que tiene su epicentro en la madre, con sus excentricidades, su ternura, y sobre todo con ese AMOR a la familia que es el que da título a esta novela. La he leído casi de un tirón en siete horas de fin de semana, disfrutando de ese canto a los vínculos familiares que me ha hecho sonreír continuamente, reír con frecuencia y llorar en momentos emotivos.
Y es que los personajes son maravillosos: Amalia, la madre, alrededor de la que está orquestada toda la novela; Fer, su hijo, el narrador; Silvia, la hermana mayor, lady Bayeta, ansiosa, con una enfermiza obsesión por la limpieza; Emma, la bondad y la comprensión; su nueva pareja, Magalí, que se incorpora a la familia donde también tiene su lugar la tía Inés y la abuela Ester que, aunque ya no esté, deja sus frases lapidarias, como por ejemplo "no te esfuerces tanto por vivir, con flotar basta" o "primero la vida, después un amor" o "nuestra casa está donde no necesitamos mentir".
Es una historia que va creciendo, dejando pistas en el aire que no acaba de aclararnos hasta mucho después, creando una intriga que nos espolea a imaginar infinidad de posibilidades. Y, como siempre en los libros de Alejandro Palomas sobre Amalia, reinan el surrealismo y las salidas de tono de esa madre divertida que confunde empoderar por empotrar, utiliza la palabra transversal en cualquier circunstancia o tergiversa las desgracias que le ocurren transformándolas en cuentos de hadas.
Un nuevo personaje muy interesante es la rusa Oksana, que une a su inteligencia natural una brutalidad de campesina no exenta de sabiduría ancestral, cazando con redes murciélagos que convierte en exquisitas codornices y ofreciendo a Fer su complicidad.
Un libro para disfrutar de unas horas deliciosas que se hacen cortas.
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