lunes, 12 de febrero de 2018

BIENVENIDOS A OCCIDENTE

Nadia y Said viven en una ciudad sin nombre, en algún país de Oriente Próximo. Su historia de amor sería como cualquier otra historia de amor si no fuera por las bombas, los tiroteos y los toques de queda. Olas de refugiados hacen vibrar las calles y ya no se sienten seguros en ningún sitio. No quieren marcharse. No quieren. Incluso cuando la madre de Said muere por el impacto de una bala perdida, quieren quedarse. Esta es su ciudad. Su tierra. Aquí está su familia. Los restos de sus seres queridos. No quieren marcharse. 

Pero cuando llegan los militantes con sus barbas largas y sus leyes fanáticas, no les queda más opción que huir si quieren sobrevivir. Huir por el laberinto de puertas que conectan el mundo. Esas de las que oyeron hablar hace poco, extraños rumores sobre conexiones con lugares remotos, alejados de la trampa mortal en la que se ha convertido su hogar. Lugares remotos donde la ropa no es un símbolo de pertenencia o de opresión sino una simple forma de gustarse o de abrigarse. Lugares donde vivir y amar no exige jugarse la vida en cada calle, en cada control, en cada golpe en la puerta a las tres de la mañana. 

Me gusta esta novela breve (171 páginas) por muchos motivos. Me gusta porque la inmigración es un tema sobre el que siempre merece la pena escribir, leer y debatir. Siempre va a estar presente en nuestras vidas, de una forma u otra. Y para convivir en paz es necesario aprender a afrontar el miedo a lo desconocido con la mano y la sonrisa abierta, no con el puño cerrado y la espalda, que es como siguen reaccionando la mayoría de nuestros políticos y tantísimas personas en todo el mundo. 

Me gusta porque el lenguaje de Mohsin Hamid siempre sugiere más de lo que dice. Las frases parecen rondar a los personajes, las descripciones apenas los tocan, como un lápiz que delimitara sus contornos sombreando lo que está fuera de ellas, dejando a la imaginación la mayor parte de sus detalles. Me recuerda, quizá, a Kazuo Ishiguro por la sutileza, la calma y la elegancia en la fluidez de la prosa. Y me emociona la mezcla de serenidad y calidez a la hora de contar una historia de desarraigo impregnada de desasosiego e incertidumbre. 

Este libro es un lamento por la crueldad que mueve los actos de aquellos cuya ignorancia les hace temer a los diferentes y negarles sus derechos como seres humanos en situación de riesgo. 
También es una canción de consuelo por la perseverancia de todos los que deciden, contra todo pronóstico, apostarlo todo a que al final encontrarán una puerta abierta o una sonrisa que les salve. 
Y, sobre todo, es un grito de esperanza por los que se atreven a tender la mano de la hospitalidad una y otra vez sin esperar nada a cambio, porque sí, porque es lo correcto, porque les sale de las tripas, porque son humanamente incapaces de hacer otra cosa.


Mohsin Hamid


No hay comentarios:

Publicar un comentario