El velo es una fisura en nuestra dimensión. Una cascada de estrellas, una anomalía bellísima que oculta una desolación. Un manto de tinieblas que lo impregna todo, «que empapa lo cotidiano con lo sobrenatural». Y lo peor que está avanzando. Algo está atacando. Algo está avanzando. Algo ocupa cada vez más aldeas y bosques y lagos sembrando la oscuridad y la muerte a su paso. Algo obliga a todos los seres vivos a retroceder. Y nadie sabe cómo pararlo.
Llegué a esta novela por recomendación de libreros que saben de verdad de literatura fantástica. Sí, los libreros también nos recomendamos unos a otros, un poco como los médicos que también tienen que ser pacientes cuando lo necesitan. Y esta novela corta me ha sentado de maravilla, ha sido la mejor receta para empezar este verano lector con la mejor salud.
Y es que ¡qué descubrimiento esta novela! Es un historión de fantasía épica condensado en 160 páginas con una mirada inteligente y una agilidad vertiginosa. Pasan muchísimas cosas, hay un mundo completo al que no le falta de nada, hay magia y dioses nada fiables y amores frustrados y deseos castigados y fantasmas que tratan de conducirnos por caminos equivocados. Hay voces que nos someten a una manipulación psicológica despiadada, terriblemente parecidas a las que todos hemos sentido brotar alguna vez en nuestra imaginación, malditas obsesivas. Hay lucha y hay paz, hay aguas oscuras y misiones imposibles.
Todo cabe en este velo que atrae como las estrellas y que no te suelta hasta haber apurado la última gota de oscuridad.
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