lunes, 16 de octubre de 2023

DESMESURA

"En mi soledad he visto cosas muy claras que no son verdad". 
Creo que en estas palabras de Antonio Machado estamos todos. Los locos y los cuerdos. O, mejor dicho, los locos cuerdos y los cuerdos locos. ¿Dónde está la frontera entre la locura y la cordura? ¿De verdad existe tal frontera? Hacia el final de este cómic, el autor describe las señales que preceden a la desmesura de la psicosis, y algunas de ellas me resultan familiares. Otras son patrones que rigen las vidas de personas que me rodean, todas ellas supuestamente muy cuerdas. Y luego he pensado en las voces que todos escuchamos en la oscuridad. Si os asusta la palabra voces, podéis llamarlo pensamientos. Ideas obsesivas. Construcciones de lo que es la realidad, de lo que fue y, sobre todo, de lo que quizá pueda ser en un futuro. Proyecciones de miedos, de paranoias y de prejuicios. Fantasías que no durarían en pie ni un segundo expuestas a la realidad, pero que moldean nuestras expectativas, determinan nuestras emociones y condicionan nuestras vidas hasta límites enloquecedores. Literalmente. 

En nuestra soledad todos hemos visto cosas muy claras que no son verdad. Saberlo ayuda a tender la mano a aquellas personas cuya soledad tiene voces muy chungas, voces violentas y monstruosas que amenazan con arruinarles la vida. Y no es solo una cuestión de suerte ni de química neuronal. Es soledad y humanidad. Una humanidad compartida. 

Tendemos a pensar que si un problema es individual requiere soluciones individuales ("págate esta terapia, trágate esta pastilla, cómprate un libro de autoayuda"). Una voz en tu cabeza, una pastilla para acallarla. Pero ¿y si esa voz en tu cabeza estuviera amplificada por problemas colectivos? ¿Y si la precariedad laboral, el aislamiento social, la falta de apoyo familiar o el ruido constante de tu barrio fueran altavoces para esa voz? ¿Y si tu problema no es tan individual como parece? Entonces, quizá, pensar en soluciones colectivas adquiere una lógica nueva. Parece evidente que nuestra salud está condicionada por el medio que nos rodea, pero pocos especialistas en salud mental lo tienen verdaderamente en cuenta en "este mundo miope donde los problemas colectivos atraviesan la vida de los individuos y emergen como problemas personales". "Plantear soluciones individuales a problemas colectivos solo hace que todo siga igual. Todo no, claro. Se crea un mercado. El dinero cambia de manos. El mundo sigue girando". 

"Toda esta larga pelea no ha sido sino una acumulación de desobediencias, un lento y meticuloso entrenamiento en el arte de decir "no". Cada vez que logro desobedecer a una de mis voces me hago un poco más fuerte. Solo un poco. Lo suficiente. He perdido buena parte de mi impaciencia. La resistencia es fértil y hay que darle tiempo. La resignación, por el contrario, ofrece la inmediatez de lo que ya está muerto. Desafiar la propia servidumbre voluntaria y matar al juez que llevamos dentro es un acto elevado y exquisito. Supone adquirir el control tantas veces arrebatado". 

Es increíble la cantidad de niveles en la que me resuenan estas palabras. Escribiendo sobre su psicosis y sus propias alucinaciones auditivas, Fernando Balius me habla de la vida, de la vejez de una generación resignada a la jaula de su decadencia, Me habla de la duda y de la resistencia. De cuestionárselo todo siempre, de luchar por mejorar, por desembarazarse de lo que nos viene dado, de lo que dictan las expectativas familiares o los diagnósticos médicos. Me habla de una forma de resistencia que ilumina el futuro y que es un motivo poderosísimo para seguir luchando.  Vengas de donde vengas, seas quien seas. Oigas las voces que oigas. 

Hay tantas cosas que comentar de este cómic. El estigma de la locura que proviene para empezar de la propia familia, cuya incomprensión te aísla y te culpa de tu dolor. La idea tan tóxica de que tu condición atenta contra su normalidad y es tu deber ponerle remedio. El tabú de la salud mental que ni siquiera hace falta ocultar, porque ya se encargan los demás de no hablar de ello y hacer como si no existiera. El humor como salida del laberinto, como andamio para apuntalar la serenidad. Al final, me quedo con la capacidad de la solidaridad, la amistad y el amor para "dinamitar la rigidez del sufrimiento y abrirle paso a la vida". La red de gente que nos salva puede construir espacios donde hablar de lo que nunca se habla. 

Este cómic me lo recomendó P., que este año está trabajando con alumnado que sufre diversos problemas de salud mental e intenta ser un eslabón de esa red para salvarles del estigma y de los monstruos que violentan sus cuerpos. Su trabajo es un ejemplo de que escuchar y acompañar, sin juzgar, es el camino para vivir vidas que merezcan la pena. Porque "solos tenemos mucho más miedo". 





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