lunes, 18 de septiembre de 2023

HERIDAS ABIERTAS

La piel de gallina. Cada vez que pienso en esta novela se me pone la piel de gallina. Esa madre, por dios. ¡Y esa hija! Esa educación basada en la dominación, en los celos y en la necesidad de atención constante. Y ese lugar al sur de Missouri, "una ciudad tan asfixiante y pequeña que todos los días te tropezabas con gente a la que odiabas. Gente que sabía cosas sobre ti. Es la clase de lugar que te deja huella". 

La novela quizá más famosa de Gillian Flynn, Perdida, me dejó mucha huella también. Como una ciudad de la que huir. Y que ejerce una perversa fascinación. Y en Heridas abiertas, su primera novela, he vuelto a encontrar ese tono irónico, mordaz y cáustico tan característico suyo. Me encantan las descripciones despiadadas que hace de los personajes y cómo no tiene ningún reparo en ir bajando a las profundidades del alma humana, peldaño a peldaño, por los laberintos enfermos del trastorno mental.  

La protagonista es una periodista que vuelve a la ciudad donde se crio para cubrir unos asesinatos un tanto misteriosos. Allí recibió una educación basada en cuatro mandamientos: "prohibido beber, prohibido fumar, prohibido soltar tacos y obligatorio ir a misa". Y, como buena chica rebelde, aprendió que la forma más rápida de salir de esa jaula era desobedecerlos todos cuanto antes. Es la historia de una joven que se esconde. Se esconde de su pasado, de una hermana muerta y de una madre manipuladora. Se esconde de las miradas de los demás, que parecen traspasar su ropa y juzgar cada cicatriz de sus brazos y de sus piernas. Cada palabra marcada, cada huella dejada por un dolor constante, insidioso, como una música borracha que no logra ajustar el tono y sale cada vez más chirriante y desafinada. 

Aunque quizá la verdadera protagonista es su madre, una mujer que no recibe bien el consuelo de la gente porque no consiente que nadie trate de apartarla de su dolor. Una mujer con el don natural de hacer que otras mujeres se sientan insignificantes en su presencia. Una mujer que atrapa a cualquiera en su remolino de amargura. Una mujer capaz de cualquier cosa por que la atención recaiga siempre sobre ella. 

Este es un libro inquietante, perturbador, escalofriante. La perversidad te envuelve como un sonido chirriante, fijo y creciente, obsesivo, que va construyendo poco a poco una atmósfera enloquecedora. Una novela que te hace pensar que estás loco por estar pensando que las cosas puedan haber ocurrido como imaginas. Y, a la vez, que estás loco si no lo piensas. 




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