
Este libro trata de lágrimas. De lágrimas infantiles y lágrimas adultas, todas tan parecidas. De su variedad inagotable, de sus orígenes y sabores. Trata de lágrimas y de qué hacer con todas ellas. Secarlas. Contenerlas. Olvidarlas. O, por ejemplo, reunirlas todas, ponerles nombre y ensartarlas una a una en un collar.
Es difícil hablar de este libro. Uno lo abre y de inmediato le entran ganas de quedarse a vivir un rato largo en las ilustraciones. Repasar las frases y perderse en las figuras, dejando que texto e imagen se enriquezcan, como dos ingredientes mezclando sus sabores en la olla hasta crear algo totalmente nuevo que antes no existía. Uno lo abre y nota que cuesta cerrarlo. Y pide un ratito más. Un poquito más. Como en esos abrazos de los que cuesta tanto tanto soltarse.
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