
Todo empezó como si nada. Las frases sueltas se convirtieron en anécdota. Las anécdotas en un género libresco. El género se convirtió en libro. Y ahora el libro ha engendrado descendencia. Y todo esto me ha hecho disfrutar del oficio librero como nunca habría pensado.
Mil gracias a todos los que habéis acompañado las andaduras de estas tardes en la librería. Este es mi pequeño homenaje a las pequeñas librerías y a toda la vida que se esconde en ellas. Brindemos por que vivan una larga larga vida.
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