martes, 2 de octubre de 2018

EL BANQUETE DE LAS BARRICADAS

Casi siempre sé por qué me gusta un libro. Si al final termino leyéndolo es porque en las primeras diez o veinte páginas he encontrado algo que ha engatusado mi imaginación. Y lo primero que hago es averiguar qué ha sido. Pensarlo. Analizarlo. Para así poder buscarlo en otros libros. Y dejarme engatusar de nuevo. Sin embargo, esta novela me tuvo cautivo desde el inicio y por más que busqué su mecanismo de seducción no lo encontré. Es como un perfume o una melodía. Unos acordes suaves en algún sitio que te atrapan sin que puedas hacer nada para remediarlo. Al final, dejé de buscar las razones y me entregué, a ciegas. Qué más da cómo funcione el placer, me dije. No pienses tanto y disfruta. 

La historia, que cuenta un hecho real con personajes reales, transcurre a lo largo de un solo día, el 22 de mayo de 1968, en el interior del Hotel Meurice, en París. Si queréis ver fotos, aquí lo tenéis, en 2018. Ha cambiado poco en medio siglo. El estilo Luis XIV, aunque sea más falso que la cordialidad de un botones deslomado al que no le das propina, es imperecedero. Y para los ricachones que van perdiendo los billetes grandes por los pasillos, como por ejemplo la multimillonaria americana Florence Gould, su lujo estridente es una forma más de sentirse en casa. Esta señora espléndida y magnánima gasta unos ocho millones de dólares al año en aburrirse con elegancia, y no puede evitar sentirse como una actriz a la que ya no se acuerdan de llamar a escena, "siempre rodeada de parásitos y de bufones deseosos de que estampe su nombre en su testamento". Vive rodeada de sus perritos pequineses que se pasean como duques por los jardines de las Tullerías, y nada en este mundo le preocupa. Ni siquiera ese rumor, ese júbilo callejero cuyos ecos parecen llegar del barrio latino y que dicen que es una revolución. 

Pero no todos viven ese mayo del 68 con la misma placidez. Algunos ricachones cuyos apellidos compuestos son tan numerosos que ni ellos mismos los recuerdan se estrujan las manos, consternados, pensando que esos jóvenes andrajosos que queman coches y levantan barricadas en la rive gauche van a acabar con su cubertería pesada, su protocolo riguroso y, nom de Dieu!, su caviar a deshoras. Y es que la escasez de gasolina ha convertido París en una provinciana ciudad sin apenas tráfico, y eso permite que lleguen esos ruidos tan molestos desde el otro lado del río, ruidos que enturbian la paz de esos señores encopetados, tumbados en sus poltronas de seda, que no dejan de comer y de beber, no sea que la revolución les pille embrutecidos por la sobriedad o el hambre. 

Otros no viven esta nueva euforia ni con placidez ni con susto, sino con una prudente alegría. Son los empleados del hotel que, siguiendo el ejemplo de más de diez millones de trabajadores compatriotas, han decidido despedir al jefe y hacerse con la gestión del Meurice en plan cooperativa. Y ya se nota en el ambiente, "un nuevo júbilo se trasluce en los gestos hasta ahora mecánicos del personal. Si el sentido de la historia vira hacia la alegría permitida, nadie ve nada discutible en ello. Tal vez se acostumbren a la revolución". 


Y es a este hotel Meurice, sacudido por las aguas de la revolución, al que se dirige un jovencísimo Patrick Modiano para recibir un premio por su primera novela concedido por las manos enjoyadas de Florence Gould, sin saber nada del pasado nazi de sus comensales, él, que parece vivir en la época de la ocupación, sin sospechar que Dalí y Gala se sentarán a su mesa, sin escuchar los ecos de las cargas policiales y sin saber que entre las pesadas cortinas de ese hotel encontrará inspiración para varias novelas más. 

No sé por qué me ha gustado tanto esta novela. Es veloz, es elegante, es disparatada y ligera y te lleva por sus páginas como si volaras. Me ha llevado a un París que desconocía, ya sólo por eso merece la pena. Y me ha mecido en una música de una época caduca, como la de ese cuarteto de cuerda que seguía tocando mientras las aguas del Atlántico inundaban los salones del Titanic. 



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