lunes, 16 de abril de 2018

LA LLUVIA AMARILLA (firma invitada)

Ainielle, el pueblo en el que está ambientada esta historia de lealtades, es como un Comala en el Pirineo, una aldea abandonada por cuyas casas y calles pasean los fantasmas del pasado. Andrés, el último habitante de este ejemplo de la España vacía, como muy acertadamente la llamó Sergio del Molino, se enfrenta a su pasado, a sus fantasmas y a sí mismo con la única compañía de una perra sin nombre, el único ser vivo que permanece fiel a su lado hasta el final.

Esta historia, escrita con un lirismo que sobrecoge y cargada de metáforas y símiles, nos narra el final de las cosas y cómo los seres humanos nos empeñamos en mantener vivo, aunque solo sea en nuestros recuerdos y corazones, lo que lleva muerto años. En ese alargar su existencia, el protagonista se aferra a las piedras de las casas casi en ruinas ya, pero también al agua que mana en el río y a las voces de quienes fueron y vivieron en su casa y que, ahora que él está al borde de la muerte, también hablan desde la otra vida.

Esta novela investiga y profundiza en las raíces de la vida, la familia y la soledad. También es una novela sobre la supervivencia: la física y la emocional. Y es testigo de un acontecimiento que lleva produciéndose en nuestro país desde hace décadas: la despoblación. Y no lo hace con el rigor de un ensayo, sino con la sutileza del que lee en las arrugas de la cara, en las grietas de los edificios o en el discurrir de un torrente.

Ha sido muy interesante adentrarse en la vida de este personaje y dejarse cubrir por la nieve del Pirineo y la lluvia amarilla que con la locura de la soledad lo cubre todo. Una lluvia amarilla que es real y que es el símbolo de emociones, recuerdos y de la muerte misma.


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