viernes, 7 de noviembre de 2014

EL EXILIO IMPOSIBLE

El nombre de Stefan Zweig, uno de mis escritores preferidos, junto con su imagen, su obra y su pensamiento, siempre me convoca, me atrae y me enriquece. Me siento cercana a su ideología pacifista y culta, y a su sufrimiento por la época en que le tocó vivir.

Se publica ahora El exilio imposible, del profesor George Prochnik de la Universidad Hebrea de Jerusalén, una obra magnífica, excepcional, un ensayo sobre la diáspora de los millones de refugiados europeos que tuvieron que encontrar algún medio para escapar del exterminio nazi y se encontraron en situaciones extremadamente precarias, sobreviviendo en lugares como Londres, Nueva York o Brasil.

Zweig disfrutaba de una situación económica privilegiada y era de una generosidad sin límites. Ayudaba a todos los que se acercaban a él, primero en su estancia en Inglaterra, Londres, Rosemount y Bath, luego en Nueva York y New Haven. La última etapa de su exilio le llevó a Brasil junto a su segunda mujer y colaboradora, Lotte, con la que se instaló en Petrópolis, ciudad imperial a 68 kilómetros de Río de Janeiro, donde en 1942 ambos tomaron la decisión de suicidarse.

De forma transversal, el profesor Prochnik nos sitúa entre 1920 y 1940 y nos aporta datos de los que muchos no somos conscientes y que la magnitud del Holocausto ha podido desdibujar. Dos ejemplos: los nazis secuestraron a 1.600.000 niños, de los cuales solo sobrevivieron unos 100.000; y en Viena, ya en el año 1932, clientes que acudían a tiendas de propietarios judíos eran atacados con gases lacrimógenos y algunos curas católicos de las zonas rurales seguían enseñando a los feligreses que los judíos tenían cuernos y en realidad no eran humanos.

Lotte Zweig
Este libro contiene muchos datos históricos a recordar, como la travesía del barco St. Louis, que partió de Bélgica con mil refugiados rumbo a Cuba y tuvo que regresar a Amberes porque no fueron aceptados: la mayoría acabaría en campos de concentración. Los Estados Unidos, a pesar de la creencia de que recibieron a muchos exiliados, lo cierto es que aceptaron a muy pocos, los requisitos eran innumerables y la mayoría de los que entraban lo conseguía gracias a su buena situación económica, como el caso de Zweig, o porque tenía contactos. 

El retrato psicológico y humano de Zweig, junto con datos hasta ahora inéditos sobre su familia y su infancia, nos completan la visión que nos dio el propio autor en su espléndida obra El mundo de ayer, memorias de un europeo, que también os recomiendo vivamente. Una lección de historia y humanidad para no ser olvidada.

(Recomendado por Isabel)

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