lunes, 17 de mayo de 2021

BERTA ISLA

Llegué a esta novela para actualizar un prejuicio: el de que Javier Marías me parecía un escritor gruñón y cargante que no era capaz de leer. El prejuicio tenía ya una edad respetable, por no decir provecta: como mínimo quince años. Y tenía curiosidad por comprobar si él había cambiado su forma de escribir o si yo había cambiado mi forma de leer. No sé si se trata del primer caso, del segundo o de los dos, pero lo cierto es que mi lectura de esta novela ha mandado el prejuicio directo a la papelera de reciclaje, de donde no tengo ninguna intención de rescatarlo. 

Y aun así, lo sigo pensando: Javier Marías es un escritor gruñón y cargante. Brillante, eso sí, pero de una brillantez caduca, y caduca adrede, como si reivindicara no pertenecer ya a nuestro tiempo, un tiempo que no se cansa de despreciar y al que da la espalda cada vez que tiene oportunidad. De su literatura densa y rica se podría aprender indefinidamente (a mí me han dado ganas de rellenar cuadernos enteros de frases memorables), y a mí me llega como de otra época, con la universalidad y la extrañeza de un yacimiento arqueológico. 

Lo he comentado estos días con varios seguidores incondicionales de Marías en la librería. Y siempre sonríen cuando les digo, medio en broma, lo pedante y reiterativo que me parece. Es que eso forma parte de su encanto, me rebaten. Y tienen razón. Su forma de acumular adjetivos y subordinadas, como si montara bloques de lego unos encima de otros formando colosales columnas, me fastidia y me fascina en la misma medida. 

Berta Isla es una mujer que vive en la Plaza de Oriente de Madrid. Una mujer que se asoma al balcón y que espera. Espera a su marido, casi siempre ausente. A su marido espía que no le cuenta dónde está ni qué hace ni cómo vive. A su marido perdido en identidades múltiples, en la bruma del tiempo que pasa y que nos convierte a todos en recuerdos inasibles. 

Su marido, Tomás Nevinson, que protagoniza la nueva novela de Javier Marías que no dudaré en leer para volver a disfrutar de esta prosa kilométrica que tan fastidiosa y tan fascinante me resulta. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario