jueves, 6 de septiembre de 2018

NO SE LO DIGAS A ALFRED (Firma invitada)

Años 50, embajada de Inglaterra en París. Las relaciones entre Francia e Inglaterra, como siempre, no son tan bien avenidas como a unos o a otros les gustaría, a pesar de la Segunda Guerra Mundial. Y en ese contexto, coloca Nancy Mitford a la familia Wincham. Y suelta chorros de ingenio y de ironía con bastantes gotas de despropósito y absurdo y tenemos la novela perfecta para reírnos de nosotros mismos, de los demás y de los ridículos por los que pasa Fanny para mantener intacta su reputación y la de su marido, el flamante embajador de Inglaterra en París.

Las situaciones que se suceden en la novela son de lo más descabelladas y el lector no puede parar de sonreírse o reír a carcajadas ante las conversaciones de política aparentemente triviales que Fanny y sus amigas mantienen a la hora del té o cuando entra en escena alguno de sus cuatro hijos. Los mayores se han convertido uno en un barbudo que busca el camino de la luz a través de su maestro budista y otro en un teddy fanfarrón agente de viajes que lleva a jubilados ingleses a sufrir a la Costa Brava. Los pequeños, aún adolescentes, también tienen su historia particular y se han convertido en fans del cantante de jazz más famoso del momento.

Además de la familia de la protagonista –por cierto, Alfred aparece en el título, pero se deja ver poco el pelo en la historia–, vemos pasear por las páginas de esta novela deliciosa a Northey, una pariente lejana de Fanny que hace las veces de su secretaria, pero que dedica más tiempo a salvar vidas de animales y flirtear con todos los políticos franceses o ingleses que se ponen a su alcance. Esto y los asuntos políticos que debe tratar Alfred pero que afectan a todos –como el nacionalismo y patriotismo, que se tratan desde un punto de vista burlón– serán las claves de esta novela. Falta nos haría a nosotros reírnos de nuestros asuntos serios y tomarnos la vida con el humor que le pone Mitford a sus novelas.

Nancy Mitford
Lo que me ha gustado especialmente de No se lo digas a Alfred es la flema inglesa que destilan los comentarios en primera persona de la narradora y la frivolidad de la clase alta inglesa, que no se despeina al criticar a estadounidenses o franceses haciendo notar las diferencias abismales entre una y otra cultura. Eso sí, desde el humor y la ironía. Y el respeto absoluto, por supuesto. Todo muy inglés.

No se lo digas a Alfred es el cuarto de una serie de novelas cuyos personajes y temas son recurrentes en la obra de Nancy Mitford, pero puede leerse perfectamente de forma aislada con respecto a los demás. Una pequeña delicia para afrontar con buen humor la vuelta al cole.




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