lunes, 8 de junio de 2015

CÓMO SENTIMOS

El título de este libro atrae casi de una forma mesiánica. Si prescindimos del necesario escepticismo sobre la rigurosidad científica de un libro que se presenta así y confiamos en el autor y en la editorial, la perspectiva de que nos aclaren por fin de alguna manera la maraña emocional que nos gobierna la vida resulta extremadamente tentadora. Que nos digan cómo sentimos, por qué, y ya de paso, que nos regalen una caja de herramientas para arreglar los desperfectos y prevenir los accidentes sentimentales que salgan al paso. Estaría bien, ¿no?

Pues no. No hay caja de herramientas y el autor, ya desde el subtítulo, nos deja muy claro que lo que la neurociencia puede decirnos sobre nuestras emociones es apasionante, pero limitado.

Sabemos, por ejemplo, que el miedo se localiza en la amígdala, el placer y el sentimiento amoroso en el Área tegmental ventral y en el Núcleo caudado, y la empatía tiene su origen en la Circunvolución frontal inferior, productora de neuronas espejo. También, gracias a las investigaciones realizadas en los últimos veinte años, en especial las de Antonio Damasio, podemos demostrar que la razón y la emoción están estrechamente relacionadas en el cerebro y no son propiedades opuestas separadas por fronteras geográficas, como se llevaba pensando durante siglos. 

Es apasionante analizar gráficos y fotografías del cerebro y ver cómo se iluminan unas zonas u otras en función de la emoción que la persona sujeta a la prueba esté experimentando. Sin embargo, estas luces no nos dicen gran cosa sobre el origen de esa emoción y su mecanismo. Como dice el autor, "es como estar en la cumbre del Ojo de Londres y tener una visión nocturna de 360 grados de amplitud de la silueta de la ciudad iluminada, sin prismáticos. Podemos apreciar el contorno de Westminster, señalar Trafalgar Square al otro lado del Támesis, vemos encenderse y apagarse las luces de la vida londinense y podemos identificar sus horas más agitadas y más tranquilas. Pero lo que no podemos ver es lo que ocurre realmente dentro de los edificios, las vidas y las motivaciones de la gente que enciende esas luces y da color y movimiento a la ciudad."

Este es un libro sobre los límites de la neurociencia para explicar nuestras emociones y sobre cómo nuestra forma de entender nuestra vida emocional debería ser multidisciplinar. Hay numerosas formas de mirar el mundo y de mirarse a sí mismos. La filosofía, el arte, la poesía y nuestras propias experiencias nos enseñan a menudo tanto o más que la ciencia sobre cómo sentimos. "No hay ninguna razón para vivir regidos por un único conjunto de ideas y no tener curiosidad por otras distintas o no estar abiertos a ellas. Todos los enfoques dejarán preguntas sin responder. 
Es posible ser al mismo tiempo científico y poeta a la hora de intentar comprenderse y comprender cómo siente."

Giovanni Frazzetto me cae bien. Es directo, imaginativo, transparente y sabe cómo transmitir su entusiasmo por la neurociencia a través de anécdotas, metáforas y datos contrastados. Es amenísimo. Me lo imagino como el compañero de viaje ideal. Alguien culto y divertido, a quien hacer miles de preguntas por el sencillo placer de abrir la mente. Alguien que puede hablarte del sentimiento del duelo empezando por las sinapsis neuronales y terminando con el sabor de las croquetas de su abuela. Alguien que apuesta, arriesga y se desnuda para explicarte su visión del enamoramiento o por qué el miedo es un primo hermano no muy bien avenido de la angustia. Alguien que te explica todas sus teorías neurocientíficas aprendidas en masters, cursos, postgrados y doctorados, para terminar confesándote, con la humildad pícara de Oscar Wilde, que en realidad "ninguna teoría de la vida tiene la menor importancia en comparación con la vida misma".


Giovanni Frazzetto



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