jueves, 9 de mayo de 2024

MIEDO

El refranero español es un compendio de sabiduría popular... y de nuestras miserias morales más cotidianas. "Piensa mal y acertarás" es la gasolina mamada desde la cuna que alimenta los motores de las mentes conspiranoicas, tan en auge en todo el mundo. Yo tuve la inmensa suerte de criarme con una madre ingenua (ahora voy con el melón de la ingenuidad), así que no puedo hablar de las delicias de haber crecido con la idea de que la desconfianza tiene premio y de que sospechar constantemente de la mala intención ajena es propio de la gente de bien. A mí me educaron para preguntar y descubrir y cultivar la curiosidad siempre. Para ser bueno y mirar con ojos de niño. Para sentirme aludido por otro refrán (otra perla), "de tan bueno, tonto", y reivindicar mi aspiración a la bondad aunque sea tonta, con el orgullo de quien está convencido de que, por mucho que corra el riesgo de que me engañen, es una forma honesta y constructiva de estar en el mundo. 

La ingenuidad me parece un valor imprescindible. Hay pocas facetas de un carácter más antipáticas que la de quien cree que se las sabe todas y va por la vida advirtiendo a los demás de las posibles mezquindades ajenas. La ingenuidad, como la inocencia, es una membrana frágil que se rompe con facilidad. Y cuesta un mundo recomponerla. Por favor, cultivémosla y cuidémosla como se merece. Nos va la salud, la alegría y hasta la capacidad de convivencia en ello. 

Patricia Simón escribe sobre la ingenuidad como una actitud capaz de crear el mundo cada mañana, de inventar un nuevo principio para cada historia y recorrer cada día un nuevo camino. Es un antídoto poderosísimo contra el miedo. Me ha gustado darle vueltas a esta idea. Ver cómo vuela en mi imaginación. Pensar en mi madre, una gran ingenua y la persona menos miedosa que conozco. Y en esas otras virtudes que nos pueden servir para contener la epidemia de miedo que brota de nuestra incertidumbre más profunda y aspira a gobernar el mundo. Virtudes como la confianza (piensa bien y acertarás), el asombro, la bondad, el buen trato, el civismo, la empatía, la generosidad, la hospitalidad. Y la ligereza, esa cosa con plumas que nos ensancha los pulmones y en la que P. me educa todos los días. «A mayor ligereza, menor miedo», escribe Patricia Simón, y no puedo dejar de asentir. Así lo siento yo. 

La retórica del miedo distingue dos vulnerabilidades enfrentadas: la nuestra, que hay que proteger a toda costa; y la de los demás, que no importa. Y así, rompe nuestra humanidad común y nos hace ver a los demás como enemigos, como agresores potenciales cuyo dolor no importa. «El dolor es real solo cuando consigues que otro crea en él. Si no lo logras, tu dolor es locura». Escuchar el dolor de los demás, prestarle atención y otorgarle la dignidad que merece. A eso aspira Patricia Simón, y en este libro lo transmite maravillosamente bien. 

Qué rápido nos hemos olvidado de lo dependientes que somos de los parias de la globalización. Esas personas con trabajos que durante la pandemia llamamos esenciales. «Esenciales, pero que el sistema siempre ha considerado prescindibles, intercambiables, desechables: los trabajadores y trabajadoras del campo, de la ganadería, de los mataderos, de la pesca; cajeras, reponedoras, limpiadoras; basureros, repartidores, transportistas; cuidadores y cuidadoras en el sentido más amplio de la palabra». Y cómo mejoraría nuestra humanidad si algún día fuéramos lo suficientemente humildes y generosos para asumirlo y reconocérselo. 

Para poder sentir las palabras que describen horrores, para leer «Se iban a morir igual» o «Más de diez mil niños palestinos asesinados por las bombas israelíes en seis meses» y no pasar a otra cosa como si nada, es necesario cultivar la sensibilidad, la mirada atenta y el esfuerzo por comprender que el sufrimiento de los demás también nos atañe a nosotros. Ahora y siempre. 

Patricia Simón ha escrito un libro que lleva a muchos otros libros, que abre muchas ventanas de emociones, de valores morales y de horizontes de humanidad hacia los que caminar. Un libro sobre el miedo, esa jaula que asfixia la vida de tanta gente. Un libro «sobre qué nos atenaza, por qué y quiénes se lucran de la fragilidad que nos provoca estar dominados por esta emoción». 





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