lunes, 20 de febrero de 2023

EL ANCHO MUNDO

"A veces fuerza un poco los perfiles de los personajes y su forma de escribir roza la caricatura, pero siempre lo salva a través de la ironía. Tiene una ironía irresistible y muy malvada, además, que me encanta". 

Esto me contaba el otro día una clienta sobre Lemaitre y no puedo estar más de acuerdo. Todos sus libros son una locura. Por sus personajes, por sus tramas, por sus giros alucinantes. Con todos, en más de un momento te quedas con la boca abierta diciendo ¡no! ¡No es posible! Ya sea porque una viejecita adorable ha sacado un arsenal para volverse mercenaria y disfrutarlo de lo lindo, ya sea porque una entrevista de trabajo se convierte en una enloquecedora toma de rehenes, Lemaitre siempre convierte lo cotidiano en extremo sin renunciar a esa ironía un puntito ácida que lo hace tan único. 

En este caso, nos vamos al Beirut de 1947, ciudad cosmopolita y abierta desde la que los cuatro hijos de Louis Pelletier viajan al Saigón francés, por un lado, y a París, por otro, para independizarse de unos padres quizá demasiado posesivos. Me  ha fascinado el retrato de la vida en Saigón, una ciudad corrupta, decadente y llena de vida, asediada por los comunistas del Viet Minh. Un mundo salido de la segunda guerra mundial, presa del colonialismo, que no terminaría de encontrar la paz hasta tres décadas después, tras la derrota estadounidense. También he disfrutado mucho con un París en ebullición, marcado todavía por las huellas de la ocupación nazi, sacudido por huelgas reprimidas por el ejército, una inflación galopante, paro, miseria y un clima vibrante de transformación tras la euforia de la liberación. 

Como en casi todas las novelas de Lemaitre, el corazón de la trama es la corrupción. En esta ocasión, corrupción de los agentes de aduanas franceses en Saigón que trafican con los cambios de moneda y las repatriaciones de los franceses por la guerra. Ahí está el acento, en el tráfico de influencias, y en cómo Francia, involuntariamente, acabó financiando a las propias guerrillas vietnamitas que diezmaban sus ejércitos. La guerra de Indochina duró de 1946 a 1954 y fue un conflicto triste y sin salida, seguido sin ningún apoyo ni interés real por parte de la población francesa, "una guerra en la que Francia lo intentó casi todo sin lograr casi nada y en el que se vio condenada a improvisar constantemente". 

Como siempre con Lemaitre, la sorpresa pone la historia patas arriba, aunque no la voy a contar aquí, porque sería un spoiler de proporciones mayúsculas, en especial para los que hayan leído sus libros anteriores. Pero al leerla, al enterarme del giro espectacular del guion que vertebra la novela, pegué un brinco que casi le provoca un infarto a P., que leía tranquilamente su libro a mi lado. Así que lo dicho, una locura de libro. Pero qué bien escrito, qué ironía torrencial, qué mala leche y qué maravilla. La continuación, dentro de un añito largo. Ya estoy esperando el próximo brinco, y P. ya sabe que si leo a Lemaitre más vale guardar las distancias. ¡O brincar conmigo!




2 comentarios:

  1. Bueno, vaya ganas de sentarme con esta novela. Totalmente de acuerdo contigo, Óscar, Lemaitre es uno de esos elegidos que escribe libros que son casi una garantía de diversión, aventuras e historia(s). Nunca te deja indiferente, yo todavía no he brincado con él en el sofá, pero estoy deseando comprobar si sufriría la misma reacción que tú :)

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    1. Jajaja, pues me encantará que me lo cuentes la próxima vez que nos veamos, a ver si ha habido brinco o no. Un abrazo grande, Guille.

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