lunes, 13 de diciembre de 2021

FEMINISMO PARA PRINCIPIANTES

Siento que desde que nací debo de tener el feminismo grabado en mi ADN, porque no puedo recordar un momento en el que tomara conciencia de algo que para mí es sinónimo de justicia, de equidad, de una cultura de paz frente a otra cultura, la del patriarcado, palabra que se deriva de mandar y de padre, que implica privilegios y poder sobre los demás. 

Durante años tuve una clara sensación de que avanzábamos con muchas dificultades por la resistencia de los hombres a compartir los derechos humanos, reflejados en tantos manifiestos firmados por tantas naciones, aunque siempre pensé cuánto esfuerzo y cuánta violencia estaba costando, miles y miles de mujeres asesinadas, violadas, maltratadas. Pero ahora, por desgracia, estamos en un punto de involución por el avance de las ideas de la ultraderecha en tantos países, incluido el nuestro, que tergiversan y manipulan un movimiento transversal que no para de evolucionar (vamos ya por la cuarta ola).

Me he sentido siempre tan feminista que nunca pensé en la necesidad de leer lo que yo tenía tan interiorizado. Hasta ahora que un grupo de amigas me pidieron que hiciera un resumen de lo que había sido el movimiento feminista desde aquellos tiempos en que Mary Wollstonecraft, la madre de Mary Shelley, publicó su Vindicación de los derechos de la mujer (Un año antes Olympe de Gouges había escrito la Declaración de los Derechos de la Mujer y la habían ejecutado). Para ello acudí a un libro ya clásico, Feminismo para principiantes, de Nuria Varela, y me ha entusiasmado.

He profundizado en lo que han significado las distintas olas. La primera, liberal. La segunda, socialista. La tercera, radical, con una toma de conciencia de que no hay un modelo único de mujer, sino muchos determinados por cuestiones sociales, étnicas, de orientación sexual, religión, ecofeminismo o una visión positiva de la sexualidad tan denostada durante siglos. Y la cuarta, en la que estamos ahora, se ha diversificado más contra el acoso sexual, la violencia o los vientres de alquiler. Al grito de "Ni una menos" y "Me too", se ha producido un movimiento de apoyo mundial en manifestaciones multitudinarias en muchos países, especialmente en Estados Unidos, América Latina y Europa.

Los que ridiculizan y menosprecian esta revolución pacífica, la más importante de los últimos siglos, aluden entre muchas inconsistencias a la superioridad moral que dicen que nos atribuimos. Si observamos datos objetivos, siento que esa superioridad está justificada: el 93% de los delitos que se comenten en el mundo los cometen hombres, sólo hay un 7% de mujeres condenadas, en su mayoría por problemas de transporte de droga, delito que cometen para paliar la miseria en la que viven con sus familias. La violencia es una de las peores lacras, y son los hombres en su inmensa mayoría quienes la practican. Afortunadamente siempre ha habido hombres maravillosos, como Poulain de la Barre que en 1673 escribió Sobre la igualdad de los sexos, o John Stuart Mill que, junto a su mujer Harriet Taylor, defendió el derecho de las mujeres. El lastre de la masculinidad tradicional también la sufren ese numeroso grupo de hombres que tienen conciencia feminista y a los que tenemos que agradecer su posicionamiento al lado de la justicia.

Este libro contiene tanta información valiosa y tan amena que debería ser de obligada lectura en institutos y universidades. Mientras tanto, lo recomiendo vivamente como regalo para estas próximas navidades. Yo lo voy a regalar, sin duda.


Isabel Sancho.





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