Desde hace ya unos años, he adquirido la costumbre de leer con un cuadernito de notas. Todo empezó cuando me di cuenta de que ciertos libros contenían frases que saltaban de las páginas y se me quedaban dando vueltas en la cabeza, pidiendo a gritos que las apuntara en algún sitio para salvarlas del olvido. Cada vez leía más libros con frases para apuntar, o quizá cada vez era más sensible a ciertas ideas y me daba más pena pasar por ellas sin darles la posibilidad de otra vida. Esta novela de Graham Greene es un libro lleno de estas frases saltarinas, frases como destellos de luz que obligan a parar un segundo para asimilarlas, agarrar el cuadernito y apuntarlas escrupulosamente. ¿Para qué? Quién sabe. Para sacarlas en alguna conversación. Para rumiarlas en cualquier minuto de soledad. O para escribir esta reseña.
"Los amantes celosos son más respetables y menos ridículos que los maridos celosos. Cuentan con el apoyo de la gran literatura". De esto trata El final del affaire. De un amante celoso, de un marido celoso y de una mujer que aspira, inocentemente, a poder conservar todo el amor que pueda de los dos. La novela evoca cierta mentalidad que dejó de existir hace mucho tiempo. En algunos aspectos, como cuando trata los dilemas religiosos, parece que en lugar de en los años cuarenta hubiera sido escrita en el siglo XIX. En otros, sin embargo, cuando habla de la relación entre los dos rivales enamorados de la misma mujer, es de una universalidad impactante y conmovedora. Pero en ambos aspectos, la maravillosa fluidez de la prosa y su agudeza en la descripción psicológica de los personajes hacen de ella una auténtica delicia.
Me ha gustado esa posibilidad de reunir al amante secreto y al marido engañado en una ambigua alianza de camaradas en la desdicha. Hay una mezcla de lástima, afecto, camaradería, desprecio y celos que perturba y conmueve. Todo hilado con esa fina ironía, esa elegancia flemática tan británica que no es sólo pátina y pose, sino la esencia del tono irresistible de la novela.
"Mi mente era una página en blanco sobre la cual alguien había estado a punto de escribir un mensaje de felicidad. Y yo estaba seguro de que, cuando recuperara la memoria, el mensaje se escribiría por sí mismo y yo sería feliz". Qué brutalidad provocan los celos en una persona sensata. Qué locura, qué enfermedad. El hecho de que en pocos días de intimidad amorosa y sexual, un hombre pueda pasar de no conocer en absoluto a una mujer a considerarse poseedor exclusivo de su horario y de su afecto me parecería cómico si no provocara tanto dolor. En cada nimio detalle el amante celoso de esta novela sospecha una traición. "Sin celos no hay amor", llega a pensar, cerrando el círculo completo de su paranoia. Los celosos siempre están "dispuestos a asumir el fanatismo necesario para destruir el amor", a la vez que pretenden defenderlo.
Graham Greene |
"Me quedé quieto con el teléfono en la mano, contemplando mi odio como si fuera un hombre feo y estúpido al que uno desearía no haber conocido". El odio y el amor, qué distintos y qué capaces son de generar los mismos actos.
El final del affaire indaga en la debilidad, en la enfermedad de los celos, en esa idea del amor como posesión que es quizá, junto al ansia de poder, la que más violencia y muerte ha provocado en la historia de la humanidad. Pero también es una reflexión sobre el trabajo de escritor. Sobre la necesidad de enfocar la vida como si fuera el decorado de una novela, la fuente de toda inspiración y a la vez la excusa para plasmar en ella todas las ideas literarias que no encuentran forma de resultar verosímiles.
Graham Greene es capaz de convertir una historia banal (¿qué historia más banal puede haber en la literatura universal que la pasión de un amante celoso?) en una obrita de arte de análisis psicológico. Una obrita de arte llena de frases saltarinas que han pasado a mi cuadernito de notas en tal cantidad que darían para escribir dos o tres reseñas más.
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