Yamato es un término que designa varias realidades en japonés, su significado literal es "gran paz" y se usa para hacer referencia a varios lugares, épocas e incluso buques a lo largo de la historia de Japón. Si uno sigue investigando sobre esta palabra, encuentra que fue una de las formas de nombrar al país nipón originalmente, con la Dinastía Yamato.
El libro que tenemos entre manos, El corazón de Yamato, es eso: algo así como una narración de lo más profundo de la cultura japonesa desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el final del siglo XX. Este es un ciclo de cinco novelas cuyas tramas se entrecruzan y quedan recogidas en una sola, sus títulos hacen todos referencia a elementos de la naturaleza: Mitsuba ('tres hojas'); Zakuro ('granada, granado'); Tonbo ('libélula'); Tsukushi ('junco, tallo') y Yamabuki ('rosa amarilla'). No es casual esa referencia constante a la naturaleza. Si uno es aficionado a la literatura o cine japoneses, o más genéricamente a lo asiático, ya se habrá percatado del interés de los autores de esa parte del planeta por describir los procesos naturales, el paso de las estaciones, el nacimiento de las diferentes plantas o las relaciones simbólicas entre naturaleza y cultura, naturaleza y tradición.
Para alguien no muy versado en la cultura tradicional japonesa, esta novela de novelas es una sorpresa, porque se convierte en una especie de compendio de costumbres y hábitos propios de ese país. Sus protagonistas sufren los mismos males que los personajes occidentales, pero el modo de expresar esas angustias pasa siempre por un tamiz muy diferente, el de la reflexión, la contención emocional y la observación de lo que ocurre alrededor.
Desde la primera historia, la del shosha-man Aoki, nos adentramos en el mundo de los matrimonios concertados a través de encuentros organizados por familiares o amigos de los interesados; la presión a la que en décadas anteriores (hasta los dos mil, diría yo, aunque sé que es algo que se mantiene en la actualidad) se sometía a las mujeres a casarse jóvenes (no mucho más tarde de los veinticinco); la importancia de la familia; el patriotismo auténtico y el deseo de sacar adelante un país destrozado tras la guerra a base de esfuerzo y trabajo; las víctimas y verdugos de la guerra; la fraternidad; la pasión por la lengua japonesa y sus diferentes formas de expresión; el arte japonés de la ceremonia del té, del ikebana, de la música del koto; o su deliciosa gastronomía,... Para los interesados en las lenguas, además, esta novela nos trae la sorpresa de un glosario final con el que aprender términos relativos a la comida y la vida natural y social de Japón.
Aki Shimazaki. |
Creo que en este libro no queda nada fuera, la esencia de Japón está presente a través de todos sus personajes, con sus pequeños o grandes dilemas morales y la fatalidad o el destino (el shukumei) rondando por encima de ellos, ayudándoles a tomar decisiones de las que quizás en el futuro acaben arrepintiéndose. Es un libro en el que los amantes de la aventura encontrarán que no pasa nada, pero que para mí tiene el interés de la vida, que la atraviesa de parte a parte, con naturalidad, como el paso del tiempo sencillo de las personas sencillas que componen su puzle.
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