
Vivimos una época de certezas. A golpe de titular, de tuit o de insulto, parece que las preguntas quedan para los débiles, para los que se atreven a salir de casa sin la ideología puesta o para los que no sólo dudan de las opiniones ajenas, sino también de las propias. También Zweig vivió una época de odio. Sin duda, peor que la nuestra. Y supo que la única forma de neutralizar el odio era combatirlo desde las preguntas, desde las comparaciones, desde un íntimo e insobornable desconcierto.
Sus libros son preguntas. Y sus preguntas son espejos en las que la mayoría de nosotros podemos reconocernos. Escribió sobre una Europa difunta, asesinada por el miedo y la violencia. Una Europa que quiso acabar con las guerras y las fronteras y que terminó desangrada en la peor guerra de su historia. Luchó contra lo puro y lo homogéneo asumiendo la inabarcable complejidad psicológica del ser humano. Su literatura es un homenaje a la diversidad de sensibilidades y a la fragilidad humana. Un grito de advertencia contra el odio. Marca el fin de un época. Y cada línea asombra por su modernidad.
Es nuestro escritor del mes por todo esto. Pero también, y sobre todo, porque con cada nueva edición, volvemos a él con amor. Un amor inmediato y sin fisuras. Incondicional.
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