lunes, 7 de noviembre de 2022

LA ESPAÑA DE LAS PISCINAS

"Espero que te guste, ya me contarás". 
En la librería digo esta frase todos los días. Sin prestar atención. Una frase que parece que no contiene nada más que una pátina de amabilidad, y con la que, sin embargo, estoy diciendo que me importa acertar y, sobre todo, que espero que vuelvas para contármelo. Con esta frase estoy apostando por la expectativa de volver a verte y crear un vínculo a través de los libros que compres. Estoy apostando por que tu forma de comprar libros sea una experiencia personal que tienes conmigo, que te vincula a mi librería, a tu barrio y a otras personas con las que compartes un espacio vital que define quién eres. Con esta frase digo: me importa el barrio, la cercanía, el trato personal y la conexión con las personas que compartimos un espacio vital, y ojalá a ti también. 

Todo esto, que parece obvio, no lo es tanto cuando pensamos en el modelo de vida que cada vez va calando más en amplios espectros de la sociedad. Un modelo de vida sostenido por la urbanización cerrada, alejada de cualquier comercio, el coche para todo y la compra por internet o en centros comerciales, lo cual conlleva la disolución del barrio y de la proximidad y la ruptura de los vínculos sociales con aquellos que viven fuera de esas burbujas. Es un modelo que ha calado en todo el país y que Jorge Dioni López explica con todo detalle en este ensayo interesantísimo. 

La burbuja del alquiler, cada vez más desatada, y la cultura de invertir en vivienda como único valor seguro a largo plazo, han creado una sociedad de propietarios ricos enfrentados a inquilinos pobres. Inquilinos que, aunque tengan un trabajo fijo y se consideren de clase media, nunca podrán comprar una vivienda porque los alquileres en alza les impiden el ahorro necesario para la entrada. Si a esto añadimos que la mayoría de caseros consideran su vivienda como un bien de mercado sin función social concebido para enriquecerse a costa del esfuerzo de los que no pueden ser como ellos, y que tenemos una política de vivienda históricamente centrada en la propiedad y para la que el alquiler social nunca ha sido una prioridad, tenemos una distopía habitacional sin solución aparente. Tenemos la España de los guetos para ricos. La España de las piscinas. 

La España de las piscinas es la España de las urbanizaciones en medio de la nada. Las comunidades cerradas que niegan los espacios comunes. De forma física, levantando empalizadas y múltiples sistemas de seguridad. Y de forma ideológica, abrazando el mito de la meritocracia: yo estoy aquí porque he podido y los que no lo han logrado es porque son menos válidos o no se han esforzado lo suficiente. 

Es la España de la libertad individual concebida como ruptura de los vínculos sociales. Pensada como un fin absoluto, para el que cualquier pacto social (impuestos, sindicatos, asociacionismo, cultura de barrio) es una agresión. Objetivo: liberarse de lo compartido. "Todo lo común es negativo porque es una imposición, ya sea la ciencia, la calefacción central de los edificios o los impuestos". 

"Si todo el mundo solo tiene contacto con sus iguales, lo común se vacía de contenido y se pierde la regulación del comportamiento por conocimiento y afectividad; es decir, el civismo, el urbanismo o la moral. Quizá por eso necesitamos regularlo todo y trasladar al código penal lo que deberían ser simples normas de buena educación". 

La España de las piscinas no es un error, o una desviación de un sistema. Es el objetivo de determinado urbanismo que define una forma de pensar. Un urbanismo que ya no es que influya en la ideología y segregue por renta, es que es ideología. Un urbanismo que promueve la vigilancia. El temor difuso a lo desconocido, a lo diverso, a lo imprevisto. En definitiva, a lo heterogéneo de nuestra sociedad. Un temor que hemos aprendido a conjurar contratando alarmas, reforzando puertas, poniendo rejas, levantando muros y porteros automáticos en urbanizaciones cerradas, amurallándonos en islas herméticas, haciendo algo de lo que estamos tremendamente orgullosos y a lo que hemos llamado realización, progreso, éxito. 





2 comentarios:

  1. Cuánta chicha hay en esta reseña, a mi me da una pena enorme que el desarrollo voraz se haya comido al comercio (y la vida) de pueblo, que enormes centros comerciales a los que hay que ir echando humo (literal y literariamente) hayan eclipsado la cercanía (física y social) de los comercios donde te tratan de tú, donde uno se siente persona y no individuo. Vosotros sois, sin duda, un gran ejemplo, en un lugar donde (casi) todos los caminos llevan a... la gran superficie. Ganas de leer este libro, y de pasar por la librería a por él :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Buenos días, Guille!
      Pues no veas la cantidad de chicha que tiene el ensayo. Trata el tema desde muchos puntos de vista y da para horas de debate. ¡Y con sentido del humor!
      Gracias por tu comentario.
      Un abrazo y hasta pronto.

      Eliminar