lunes, 5 de octubre de 2020

MI LAZARILLA, MI CAPITÁN

Cada pocas semanas, desde que volvimos a abrir tras el confinamiento de primavera, vienen una chica y su hija a buscar novelas para la primera y cuentos infantiles para las dos. Se quedan un buen rato eligiendo, ojeando con detenimiento, haciendo pequeñas pilas con sus favoritos. Hablan en voz baja y son muy cuidadosas, y si la afluencia de gente lo permite, me gusta observarlas de reojo y escuchar qué se dicen, cómo tratan el delicado hilo que se pasan todos los días una madre y una hija para ir tejiendo su convivencia. 

Mientras leo este cuento de Gonzalo Moure, preciosamente ilustrado por Maria Girón, pienso en ellas. En su forma de tratarse con cuidado, de compartir ese amor por los libros de manera tan sencilla y tan alegre. Pienso en que también van por el mundo caminando de la mano, unos dedos muy pequeños aferrados al calor de una mano grande. A menudo es la pequeña la que pregunta todo el rato, la que pide permiso, la que reclama atención. Pero a veces ve cosas que su madre no ve y se las señala con el dedo. Y se ríen las dos. 

Al igual que el papá de esta historia, avanzan juntas "por una selva de luces y sombras. Y de sonidos". Y de libros. Cualquiera diría que es la madre la que guía a su hija y le compra cuentos con una espontaneidad encantadora. Pero mirándolas de cerca, me he dado cuenta de que cada una se deja guiar por la otra sin pensarlo, cada una escucha y asiente, señala y se asombra, abre los ojos y aprende. 

Cuando se marchan, como piratas con su botín al hombro en una bolsa de tela, las miro y de repente veo ardillas, lirones y monos asomando de las ramas de un árbol. Una jirafa estirándose para alcanzar la hoja más sabrosa me guiña un ojo mientras un coro de cacatúas improvisa un estribillo. Y allí van, de la mano, como salidas de este cuento, tan compenetradas cantando su canción que no sabría decir quién es la lazarilla y quién el capitán. 






1 comentario:

  1. Bonita historia para un cuento especial, bellamente ilustrado. No cabe duda del don que Gonzalo Moure tiene para contarnos historias, pero en este cuento también se une la magia de María Girón al contarnos con imágenes las palabras. Gracias.

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