viernes, 11 de diciembre de 2020

MI FAMILIA Y OTROS ANIMALES

Antes de empezar este libro ya venía preparado para lo que me iba a encontrar. Había visto con P. la serie Los Durrell (Filmin) y me había enamorado de la excentricidad tan encantadora de esta familia británica que, a mediados de los años treinta, lo deja todo para irse a vivir a la isla griega de Corfú, buscando sol y buen tiempo: un lugar con un clima menos hostil que el inglés para que los niños crezcan. Ya conocía a los personajes, ya sabía de la devoción del joven Gerry por los animales y del esnobismo gruñón de su hermano Larry. Ya me habían arrancado más de una carcajada sus relaciones con los lugareños griegos y me había empapado de la ligereza y del bienestar que produce ver a gente que hace de la falta de cálculo y la despreocupación su felicidad. 

Pero para lo que no estaba preparado era para la prosa de Gerald Durrell y para el amor profundo por su familia, la naturaleza y los animales que desprende cada página de este libro. Al llegar a Corfú, escribe: "Poco a poco la magia de la isla se nos iba posando suave y adherente como un polen". Y ya en el primer capítulo el humor y la gracia se me iban posando de la misma manera en el estado de ánimo para no abandonarme durante las cuatrocientas páginas de este primer tomo de su trilogía de Corfú. A menudo en la librería me piden libros felices. Y no siempre me resulta fácil encontrar buena literatura que desprenda felicidad. Pues bien, esta sin duda lo hace, y es de las mejores. 

Gerry es un niño feliz en la naturaleza, observando las posturas de las tortugas cuando toman el sol o los usos amorosos de las arañas. Lo que mayor felicidad le da es saberse libre del peligro de ser educado a la manera tradicional, con libros de aritmética y lecciones interminables de historia que le entran por un oído y le salen por el otro, mientras sus ojos observan las nubes y en su mente acompaña a las salamandras en sus carreras por el porche. Ve a la gente bailar "como grullas desmadejadas" o parlotear molestamente "como abejas despistadas": el género humano es a menudo un incordio intolerable que le impide entregarse por completo a la vida que más le interesa: la animal. 

Porque, ¿qué podría rivalizar en interés con el hallazgo de un "cangrejo ermitaño de proporciones colosales adornado con una anémona sobre la concha, como una boina con una flor rosada"? 

Este es un libro del que brotan maravillas. Reinas ancianas en medio de una corte de flores susurrantes y noches de verano con el mar en calma, la superficie del agua vibrando fosforescente con miles de luciérnagas iluminando una improvisada danza de delfines. El autor convierte la extravagancia en una forma natural de vivir tocada por la gracia. Su prosa está llena de sol y bajo su luz cualquier lector verá cómo crecen la felicidad y el espíritu viajero. El mío está ya tan alegre e inquieto que no veo el día en que el mundo vuelva a abrirse para proponerle a P.: querida, ¿te vienes unos días a Corfú? Nos lleva Gerald Durrell. 



2 comentarios:

  1. Este libro es maravilloso. Lo leí hace años y recuerdo lo bien que me lo pasé, las ganas de viajar a Corfú todas las noches hasta que pasé la última página, los deliciosos personajes y las geniales aventuras de toda la familia. Una reseña preciosa y totalmente veraz :)

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    Respuestas
    1. Muchas gracias, Guille.
      Es un libro que este año tan difícil nos ha robado el corazón.
      Abrazos.

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