miércoles, 30 de diciembre de 2020

EPISODIOS NACIONALES, PRIMERA SERIE

Empecé en enero. Me dije: es el año de Galdós, vamos a empezar por el principio. Y como Galdós es demasiado bueno para tener un principio, decidí que había que ser valientes y empezar a hincarle el diente a su obra más grande. Uno al mes, con dos meses de comodín para descansar, y en cuatro años me liquido sus episodios nacionales. Y aquí estoy, a un día de terminar este 2020 de infausto recuerdo para rendir cuentas de cómo Galdós ha contribuido a volver menos infausto y más especial. 
Mi madre siempre dice que ella empezó a amar la historia gracias a los episodios de Galdós. Ya, pero eran otros tiempos, dirán algunos, hoy no hay nada que pueda meterles a los jóvenes en sus duras molleras audiovisuales el amor por la historia sin pasar por un videojuego. Pues no lo creo, oye. Galdós me sigue inyectando en vena la misma exaltación que la primera vez que leí Trafalgar, siguiendo el consejo materno, con veinte años. La misma pasión, la misma adrenalina. Y ahora, además, una admiración adulta rendida a la capacidad de este hombre para transmitir no ya pasión por la historia, sino asombro por la infinita variedad de las conductas humanas. 

¿Por qué me gusta Galdós? Porque no soporta la guerra aunque le fascinen sus héroes. Porque ama su país y no soporta verlo en manos de corruptos. Porque es capaz de mantener la saludable ironía siempre alejada del sarcasmo. Porque es cosmopolita y carga contra los gobernantes que "impulsan a odiar a los extranjeros, que convierten a los diferentes en enemigos y siembran la envidia entre semejantes". Porque sus libros consigan que problemas políticos e ideológicos de hace ciento cincuenta años suenen dolorosamente actuales. 

Si tuviera que quedarme con un episodio, en realidad me quedaría con dos. El segundo, La corte de Carlos IV, por ese retrato acidísimo de las intrigas palaciegas de una corte decadente y miserable a través de la representación de una obra de teatro. Y el último, La batalla de los Arapiles, en el que la batalla es lo de menos, y lo de más, sin duda alguna, Miss Fly, una inglesa aventurera ("mujer relámpago, hechicera, lindísima") con la cabeza llena de novelas de aventuras, libre de ataduras masculinas, que recorre una España en guerra buscando la realidad de sus sueños románticos y cuyo mayor defecto es que no haya aparecido antes.  

Estos diez primeros episodios que componen la primera serie van de 1805 hasta 1814 y relatan los principales hechos históricos de la guerra de la independencia desde el punto de vista de Gabriel de Araceli, un chico humilde con un porvenir inimaginable por delante. Hay aventuras y hay amor, como en toda narración histórica que se precie. Hay mucha crítica social y mucha guasa. Hay agudeza psicológica y desparpajo. Y una mirada tan inteligente y generosa que no tengo duda alguna de que 2021 me sorprenderá con el mismo propósito que este año: un libro al mes de la segunda serie para seguir disfrutando de uno de mis escritores favoritos y de su inigualable punto de vista sobre nuestra apasionante y desdichada historia. 



 

2 comentarios:

  1. ¡Qué buen reto, también para 2021! Igual os copio la idea ;) ¡Feliz año de buenas lecturas!

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    1. Cópiala, cópiala, ya somos unos cuantos en seguir galdoseando en 2021. ¡Feliz año, Guille! Y como siempre, mil gracias por leernos.

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