La mayoría de novelas de fantasía están inspiradas de alguna forma en una geografía reconocible. En una geografía europea o norteamericana. ¿Qué pasaría si en vez de usar como modelo Europa o América nos fuéramos a África para buscar inspiración? Eso ha hecho esta autora de origen nigeriano y el resultado ha sido espectacular.
No sólo la geografía de este mundo imaginario llamado Orïsha surge de la Nigeria real (¡su capital se llama Lagos!). También aparecen lenguas y mitos que beben de la cultura yoruba, y aunque parezca un detalle sin importancia, todos los personajes del libro son negros. ¿En cuántas novelas de fantasía épica protagonizadas por humanos no aparece ningún personaje blanco? Y es que el color de la piel es fundamental en la historia de este libro, pues los distintos tonos de piel (del marrón claro al negro azabache) marcan un patrón de discriminación racial que resulta dolorosamente cercano.
Tomi Adeyemi escribió esta novela como un grito de protesta contra el racismo en Estados Unidos. Está dedicada a las víctimas de la violencia policial, a esos adolescentes que reciben golpes, palizas y tiros por la espalda solamente por el color de su piel y porque reaccionan con miedo a la hostilidad de los policías. Hay mucho de eso en la novela, mucha rabia y mucha voluntad de resistir a quienes tratan de imponer su criterio mediante la fuerza.
Es una novela sobre cómo el poder conlleva una responsabilidad para la que no todo el mundo está preparado.
Sobre cómo la ignorancia lleva al miedo, el miedo al odio y el odio a la violencia.
Sobre cómo casi siempre los diferentes son los chivos expiatorios de la frustración de la mayoría.
Sobre la necesidad de la magia para creer que hay algo (una historia, un origen, un principio moral) por lo que vale la pena luchar.
Sobre la inocencia de los que confían en que respetar las reglas y las leyes de un estado dictatorial les va a salvar del odio y la represión. Nada puede protegerlos si esas reglas están enraizadas en el odio.
Hijos de sangre y hueso trata sobre la necesidad de plantar cara a los que ejercen el poder de forma autoritaria. Y es también un homenaje, emotivo y dulce, a los vínculos familiares y al amor profundo e inquebrantable entre los padres y los hijos. Una novela que agita pasiones y conciencias por igual.
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